sábado, 26 de abril de 2014

INCAPACES DE CREER

(Mc 16,9-15)


A pesar del testimonio de María Magdalena y de los discípulos de Emaús, los apóstoles se mantienen escépticos e incrédulos a la Resurrección del Señor. Lloran y se consuelan permaneciendo encerrados en el Cenáculo y escondidos por temor. Han perdido sus esperanzas a pesar de las enseñanzas y milagros que Jesús ha hecho durante su vida terrenal con ellos.

Necesitan más pruebas y hasta teniendo a Jesús delante de ellos dudan. Incluso, Jesús, les enseña sus llagas y heridas en el costado, manos y pies para que comprueban que es el mismo Jesús que murió crucificado en la Cruz hace tres días.

¿No nos identifica eso a nosotros con los apóstoles, discípulos y mujeres que le seguían? Lo tenemos delante en la Eucaristía y dudamos. Al menor contratiempo o dificultad exigimos pruebas y demostraciones. Creo que hemos cambiado muy poco desde los apóstoles a hoy

Señor, danos la Luz que ilumine todo nuestro ser y entendimiento, para que la fe nazca en nuestros corazones y se abran a la acción y asistencia del Espíritu Santo. Sólo Tú, Señor, puedes darnos un corazón de carne y arrancarnos nuestro corazón de piedra. Aumenta nuestra fe, Señor.

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