(Lc 24,35-48) |
Somos nosotros ahora, la Iglesia de siglo XXI, la que hemos heredado esos testimonios de los apóstoles, y debemos de proclamarlos y transmitirlos a nuestros herederos y al mundo: Jesús ha Resucitado y está entre nosotros.
Tenemos el testimonio de la Palabra que se ha cumplido toda en nuestro Señor Jesús, y era necesario que así fuese. El Señor tiene manos y pies, es de carne y hueso. Les invita a que le palpen y les pide de comer para que comprueben que no es un espíritu sino el mismo Señor en Persona. Su Resurrección cambia toda nuestra vida y nos llena de esperanza. ¡Alabado y glorificado sea el Señor!
Ocurre que nos embargan las dudas y la desconfianza, y en la medida que nos alejamos más de Él, el mundo se encarga de desdibujar más su presencia y hacernos pensar más en un sueño que la realidad. No dejemos que eso nos ocurra. Y para ello mantengámonos siempre unidos, junto a Él y alimentados por su Cuerpo y su Sangre.
Es en la Iglesia donde podemos fortalecernos al compartir nuestra fe y perseverar en la unidad junto al Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.