jueves, 26 de junio de 2014

EL SANTO TEMOR DE DIOS


(Mt 7,21-29)

Retumba en mis oídos estas palabras del Señor porque me hacen pensar sobre la verdad de mis actitudes y compromiso. No basta con hablar mucho, proclamar mucho y escribir mucho. No basta con descubrir que lo que dices y proclamas puede ayudar a muchas personas. Se trata de tu vida y de tus obras.

Y si tu vida y tus obras no van en la dirección de lo que la Palabra de Jesús nos enseña y proclama, todo será en vano. «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial». No se puede decir más claro. Lo que importa son las obras, porque las obras, valga la redundancia, no mienten. Son lo que son y lo que se ve.

Ocurre, sin embargo, que a veces lo que siente y quiere el corazón no se traduce en obras que se puedan ver, pero ahí sólo llega el Señor. Es mi caso, y supongo que el de muchos. Ya lo decía Pablo: "Hago lo que no deseo ni quiero hacer, y sí, lo que no deseo ni quiero". Pero siempre está la duda que nos inquieta y nos intranquiliza: ¿Realmente estamos intentando hacer y vivir en la Voluntad de Dios? Es el santo temor de autotraicionarnos y autoengañarnos y vivir en la apariencia sin preocuparnos de buscar la verdadera verdad.

Una buena referencia es observar donde construimos nuestra fortaleza y apoyo. ¡Lo hacemos sobre roca firme y sólida, o sobre arenas movedizas y blandas que al menor movimiento se hunde?

Por eso, Señor, te pido perdón por todas mis infidelidades, fracasos, apegos y pecados. Y te ruego me des la sabiduría, las fuerzas y la voluntad de vivir en la verdad llenando mi vida de obras verdaderas que proclamen tu Palabra. Amén.

miércoles, 25 de junio de 2014

TU VIDA SE DESCUBRE EN TUS OBRAS

(Mt 7,15-20)


No pierdas el tiempo tratando de aparentar y de vivir en apariencias que se descubrirán tarde o temprano. Tu vida será en la medida que serán tus obras. Si son buenas y dan frutos será porque tu vida es buena, y si ocurre lo contrario, será, sin lugar a duda, que tu vida será mala. Así de sencillo, pero muy profundo y real, nos lo dice hoy en el Evangelio Jesús.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Claro como el agua y sin lugar a duda. Nuestra vida de fe se hace visible en la medida de nuestras obras y sus frutos. Nuestra amistad con Jesús es sincera y auténtica si se traduce en obras que descubren nuestro compromiso con su Palabra y el esfuerzo de vivirla siguiendo su Espíritu.

La dificultad no se nos esconde. Sabemos de nuestra debilidad, pero para eso contamos con la asistencia del Espíritu Santo, la oración y los sacramentos del perdón y, sobre todo, la Eucaristía. No estamos solos, pues somos pecadores y, solos, quedamos a merced del poder del pecado cuyo rey es el Maligno. Estamos acompañados y protegidos para, injertados en el Espíritu de Dios, vencer con toda garantía.

Haz Señor que mi vida reciba la savia de tu Gracia para, alimentado por tu Amor, sepa convertir mis obras en verdaderos frutos según tu Palabra.

martes, 24 de junio de 2014

JUAN, NACIDO PARA DAR TESTIMONIO CON SU PROPIA MUERTE

(Lc 1,57-66.80)


El nacimiento de Juan marca el comienzo de la proclamación de la Buena Noticia. Juan dispone al pueblo a prepararse para la llegada del Señor. Anuncia la venida del Mesías y se prepara para, cumplida su misión, desaparecer y dar paso a Jesús. Es el anunciado precursor cantado por su padre Zacarías.

Juan responde a lo que de él se esperaba. Proclama y da testimonio hasta comprometer su vida por la Verdad. Anuncia la venida del Mesías prometido y esperado llamando a la conversión y denuncia todo actitud que contraviene la Voluntad de Dios. Juan es modelo de todo bautizado, pues por nuestro bautismo quedamos configurados en sacerdotes, profetas y reyes, y llamados a dar testimonio con nuestra vida de la Verdad en el Espíritu Santo que nos asiste y nos conforta.

Pidamos luz y valentía, en el Espíritu, para que, como Juan , seamos antorcha que proclame la presencia del Señor entre nosotros, que nos acompaña, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y nos señala el Camino, la Verdad y la Vida.

Porque en el Bautismo quedamos sellados como pertenencia del Señor y en Él estamos revestido de su Espíritu para vencer las consecuencias del pecado que nos somete y esclaviza. Pidamos la fuerza de no desfallecer y de perseverar a través del desierto de nuestra vida.


lunes, 23 de junio de 2014

CUANDO TE EXPERIMENTAS COMO PECADOR, TUS JUICIOS SE HACEN DESDE LA MISERICORDIA DE DIOS

(Mt 7,1-5)

Siempre verás las cosas de otra forma si, antes de juzgar, te miras a ti mismo y te descubres pecador, frágil, débil y vulnerable. Posiblemente tengas muchas vigas que sacar de tus propios ojos antes que juzgar las briznas que hay en el otro. Ocurre muchas veces que adelantamos juicios que después se vuelven contra nosotros.

Hoy, el Señor, nos advierte de esta precipitación en juzgar los posibles fallos de otros, antes de pensar en los nuestros. En la medida que juzguemos seremos también juzgados. Por eso, conviene detenernos y mirar que ocurre en nuestra vida, porque si así procedemos evitaremos hacer juicios mal intencionados y que no estén mirados desde la Misericordia de Dios.

Porque por Él somos perdonados de todas nuestras faltas, debilidades y pecados, y así, tal y como somos perdonados también descubriremos que debemos perdonar nosotros. Y en esa medida de perdón, nuestros pecados también serán perdonados. Nos será mucho más fácil perdonar y no hacer juicios precipitados y con malas intenciones en la medida que descubramos que el Señor nos perdona a cada instante nuestros pecados. 

Y más seremos perdonado por la Misericordia del Señor, si más también, asistidos en el Espíritu Santo, nos esforzamos en perdonar nosotros.

domingo, 22 de junio de 2014

EL VERDADERO ALIMENTO PARA LA VIDA


(Jn 6,51-58)

Sabemos que comer es imprescindible para vivir. Sin alimento no hay posibilidad ninguna de vida, y el pan es el símbolo del alimento necesario para vivir. Pero ese pan material tan necesario es sólo un alimento temporal. No sólo caduca su propia materia, sino que también caduca quien se alimenta sólo de él. Necesitamos otra clase de pan para satisfacer nuestra hambre de vida eterna.

Y ese Pan es Jesús: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Es este el Pan que colma toda nuestra vida y que responde a las expectativas de lo que todos los hombres buscan y quieren: "Hambre y sed de vida eterna".

No hay otra alternativa ni otro camino. Necesitamos estar centrados en el Señor y alimentarnos de su Cuerpo Eucarístico para, fortalecidos por Él, tener la garantía y capacidad de superar todas las inclinaciones, por el pecado, que se nos presentan en este mundo. Sin Él nada podemos hacer, porque Él es el Alimento que nos da la Vida Eterna que todos buscamos.

Danos Señor la sabiduría de saber alimentarnos por el Pan que, no sólo nos alimenta y nos da fuerza, sino que nos capacita para alcanzar llegar a Ti y tener en tu presencia Vida Eterna. Amén.

sábado, 21 de junio de 2014

¿CÓMO SERVIR A DOS SEÑORES?

(Mt 6,24-34)


Hay mucha gente tiene derecho a quejarse porque su vida está llena de sufrimientos, necesidades y tristezas. Mucha tristeza que les hace la vida casi imposible de vivirla. Pasan mucha hambre y sed, frío, injusticias, esclavitud, muertes... y carecen de casi todo lo necesario. ¡Mejor no haber nacido, exclaman!

Sin embargo, otras personas gozamos de bienestar abundante que les hacen la vida agradable y que incluso les tienta a olvidarse de los demás y hasta de Dios. Mientras, unos se acuerdan mucho de Dios debido a las muchas necesidad que sufren, y otros, como los ciudadanos que viven en el mundo superdesarrollado, se olvidan. Las riquezas, ya lo dijo Jesús, no favorecen el acercamiento al Señor.

Nunca entenderemos los caminos del Señor, ni tampoco el por qué del sufrimiento de unos o la mejor vida en abundancia de otros. De lo que si podemos estar seguros es de la Justicia de Dios y de que recibiremos según hayamos amado y también sufrido. La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro nos puede iluminar al respecto. También no nos puede fallar la confianza, porque nuestro Padre Dios nos quiere con locura, y un Padre quiere lo mejor para sus hijos.

Él, nuestro Padre, nos ha entregado todo, a su Hijo Predilecto, por amor, para salvarnos de la esclavitud del pecado. Y lo lógico es que nos exija la misma moneda: "Todo nuestro amor". Por lo tanto, dedicarle parte de nuestro tiempo, porque le entregamos a otro la otra parte, sería dividir nuestro amor. Algo así como partir nuestro corazón entre dos señores y darle a cada uno un pedazo de mi vida. Porque al estar dividido no podrás servir plenamente a los dos. Darás a uno algo, que luego le faltará al otro.

Entregarnos en cuerpo y alma al Señor es entregarnos en todo momento, en la familia, en el trabajo, la diversión, ocio u oración. Es vivir en su presencia en cada instante y cada circunstancia experimentando como late nuestro corazón en la presencia del Señor. Y todo lo demás se nos dará por añadidura.

El Señor hará que mi vida tenga todo aquello que necesite para recorrer su camino hasta retornar a Él. Gracias Señor por todo lo recibido, aunque mis circunstancias me obliguen a desear más y rechazar otras sabiendo que todo lo que viene de Ti es lo mejor para mi bien.

viernes, 20 de junio de 2014

LA LOCURA DEL CUERDO

Mt 6,19-23)

Suele ocurrir que llaman loco al que no va en la misma corriente de todos los locos. Una contradicción que la toman como buena y como cuerda. Porque la mayor locura que tiene el hombre es buscar tesoros caducos y atesorarlos. ¿Para qué sirve guardar lo que, por sí mismo, va a desaparecer? Es como guardar dinero para que se pudra escondido. ¿Es esto de persona cuerda o de locos?

Por propia experiencia sé que esto ocurre y te tachan de loco cuando insistes en la verdad de nuestra vida. Lo verdaderamente importante es trazar el rumbo de nuestro camino y descubrir la verdad del mismo. Todo lo demás, riquezas, bienes, poder, privilegios... son apariencias efímeras que pasan y desaparecen. Luego, conviene encender nuestra luz y ver donde se encuentra el verdadero tesoro.

Conviene despojar nuestro corazón de intenciones equivocadas, que son malas y erróneas, y aflorar, por la Gracia de Dios, las buenas, que nos inclina a guardar el tesoro imperecedero, donde no hay polillas ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. De nada vale ser algo feliz un rato e infeliz toda la vida. Ser prudente, y no loco, es la tendencia natural, la que todos buscamos y la correcta, porque es la que nos dará la felicidad eterna.

Por lo tanto, están locos los que buscan tesoros caducos y que son destruidos por la polilla y el herrumbre. Y cuerdos aquellos que buscan el Tesoro para el que han sido creados. Amén.