viernes, 8 de abril de 2022

JESÚS ES EL DIOS ENCARNADO


No se dan cuenta pero sus corazones endurecidos permanecen cerrado a la Verdad. No escuchan a Jesús. Diga lo que diga y, haga lo que haga, no aceptan que Jesús, el Hijo de Dios, se proclame el Dios encarnado. Es evidente que sus corazones endurecidos les impiden ver la Verdad. Se instalan y quedan anclados en la mentira y la hipocresía. Está sumidos en las tinieblas, opacos y ciegos a las obras y palabras de Jesús. Solo quieren matarlo porque no aceptan que sea proclame Hijo de Dios igualándose con el Padre. Ellos se han fabricado una imagen de su Mesías, y no aceptan otros. Menos a un Jesús que se presenta humilde, pobre y conocido, uno más entre todos.

Es evidente que las obras que hace Jesús vienen dadas por su Padre. Es, precisamente, el Padre quien le envía – no viene Jesús por su propia cuenta – y quien da testimonio de su Hijo presentándole como el Predilecto e invitándonos a escucharle. Pero, ni por esto ni por nada, sus corazones se ablandan. No escuchan a Jesús. Tienen una idea asumida de como tiene que ser su Mesías y no admiten otra. Están atados a sus leyes y a su forma de ver. No se les pasa por la cabeza que el Plan de Dios sea otro.

¿Y nosotros? ¿Qué pensamos al respecto? ¿Nos creemos mejores que ellos? Sería bueno que reflexionáramos al respecto y, humildemente, aceptáramos nuestra ignorancia, nuestros errores y la Misericordia Infinita y Paciente que Dios, nuestro Padre, tiene con nosotros. Sin lugar a duda. Jesús, es el Señor, y Él nos indica con su Vida y sus Obras el Camino a seguir, la Verdad a proclamar y la Vida a ofrecer.

jueves, 7 de abril de 2022

LLAMADOS A LA VIDA ETERNA


Jn 8,51-59
Creer en Jesús significa no saber lo que es morir. Es decir, vencer a la muerte, o lo que es lo mismo, no morir sino pasar de este mundo, dejándolo todo aquí a otro mundo donde Jesús nos ha dicho – Jn 14, 2 – que ha ido a prepararnos una morada. Y eso, que Jesús, no solo nos lo dice, sino que nos lo promete, es lo que, simultáneamente, también sentimos nosotros. Nos estremecemos cuando leemos esas Palabras que nos dice Jesús: (Jn 8,51-59): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás».

Es evidente, primero, porque nos lo dice y promete Jesús, quien cumple todo lo que dice; segundo, porque es lo que, precisamente, queremos y sentimos en lo más profundo de nuestro corazón. Diríamos, es lo que realmente queríamos oír. Y, quien lo dice tiene Palabra de Vida Eterna. Las Palabras de nuestro Señor son determinantes, esperanzadoras y firmes: «Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás» Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Él ha vencido la muerte y ha Resucitado, por tanto, nos da la Vida Eterna.

Estamos llamados a la Vida, y tras pasar del útero de nuestra madre a este mundo, pasaremos después, de este mundo, a esa morada que Jesús nos ha preparado. Indudablemente, no hemos sido creados para morir. Lo experimentamos desde lo más profundo de nuestro ser. Estamos llamados a vivir y nunca morir, tal y como nos dice y promete Jesús, nuestro Señor.

Por tanto, nuestra esperanza es la vida. Una vida que desde su concepción en el seno materno pasamos a este mundo. Y, llegada la hora final en este mundo, pasamos a ese otro mundo eterno que Dios nos tiene preparado. Porque, nuestra máxima aspiración es la vida y, para eso hemos sido creados, para vivir eternamente.

miércoles, 6 de abril de 2022

CON LA MENTIRA NACE LA DESCONFIANZA


No cabe ninguna duda que cuando se miente se pierde la confianza. Y, sin confianza, es evidente que no hay libertad ni seguridad. La duda estará siempre presente y, también, la amenaza y el desconcierto. Solo la verdad te hace libre, te da confianza y actúas con plena libertad sabiendo que es el bien lo que se persigue y se busca.

Y eso es lo que transmite Jesús, libertad y confianza, nos libera de la mentira e hipocresía que se esconde tras y en el pecado. La verdad, por tanto, está en Jesús, que hace la Voluntad de su Padre Dios. No está la verdad en los hombres, que tratan y quieren imponer su Voluntad, que está sujeta al error, a su soberbia, vicios, pasiones y pecados. Sólo, si miramos a Dios encontramos la Verdad. Una Verdad que te libera, que se apoya en lo que es bueno, que busca el bien común y se comparte en y con la búsqueda de lo mejor para todos.

Además, nuestra propia experiencia nos descubre esa sintonía con la verdad. Todos queremos decir y vivir en la verdad. Nadie quiere ser engañado y, la Palabra que Jesús nos anuncia coincide con lo que realmente sentimos dentro de nuestro corazón. Por eso, nos admira y nos gusta escuchar a Jesús. Su anuncio habla sobre esa Verdad que todos queremos también hacer nuestra. Y, verdaderamente, nos sentimos libres, a gusto y en paz cuando le escuchamos. Nuestro corazón salta y se estremece de gozo y alegría.

martes, 5 de abril de 2022

YO SOY

Yo Soy el que Soy es la frase que Dios daría como respuesta cuando Moisés le interroga por su nombre. Y, en este pasaje evangélico de hoy, mi primera impresión fue recordar esas Palabras. Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». Él les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».

Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.

La pregunta que este Evangelio suscita en nosotros, al menos en mí, es: ¿creemos en Jesús al leer su Palabra y tratar de escucharla en lo más profundo de nuestro corazón? ¿O, al contrario, como aquellos fariseos, seguimos pensando que Jesús no es el Mesía enviado por el Padre? Nos preguntamos: ¿Qué Mesías esperamos? ¿Queremos uno que se adapte a nuestra medida e intereses? Será cuestión de meditarlo serenamente y, a la Luz del Espíritu Santo, encontrarnos humildemente con el verdadero Mesías, Jesús, que ha sido enviado por el Padre para liberarnos de la esclavitud del pecado.

Las Palabras de Jesús son muy claras y no dejan lugar a dudas. Otra cosa es que no queramos escucharle.

lunes, 4 de abril de 2022

LA LUZ NOS DESCUBRE QUIENES SOMOS

 

No busquemos luz donde no la hay, porque, la luz del mundo es opaca y no nos alumbra el verdadero camino que nos lleva a la Vida Eterna, esa chispa que arde dentro de nosotros y nos llama irremediablemente a la eternidad gozosa y plena. La Luz que buscamos, la que verdaderamente alumbra es Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida. En Él podemos encontrar esa Luz que buscamos y que, verdaderamente, nos alumbra e ilumina para mirarnos interiormente y vernos tal y como somos: imperfectos y pecadores, necesitados de y para ir mejorando y alcanzando la perfección, cuyo modelo es Jesús. En Él nos miramos y, tratando de imitarle, seguimos sus pasos.

Jesús, nuestro Señor, es el enviado del Padre, a quien nadie conoce ni ha visto. Y, precisamente, no le conocen porque se resisten a conocer a Jesús, que viene en nombre del Padre y avalado por el Padre, que da testimonio de Él. Su testimonio es, pues, valido porque sabe quien es y en nombre de quien viene. Y, precisamente, viene a alumbrarnos nuestra vida, nuestro interior, nuestras imperfecciones. Porque, si nos reconocemos imperfectos, nuestro camino debe ir mejorando y caminar hacia la perfección, a pesar de queo no podamos alcanzarla plenamente.

Vernos interiormente tal y como somos: nuestra naturaleza herida por el pecado: soberbia, vicios, debilidades y pasiones que avivan nuestras flaquezas y caídas, y ponen de manifiesto nuestra impotencia para resistirnos y liberarnos de la tentación al pecado. Y solo Jesús nos ilumina, nos libera y nos señala el camino a seguir.

domingo, 3 de abril de 2022

LA MUJER ADULTERA

Nos salva la Misericordia de Dios. Hoy, el Evangelio nos presenta a una mujer adultera que, según la Ley de Moisés debe ser condenada a morir apedreada. Quieren probar a Jesús y ponerlo entre la espada y la pared. ¿Por qué? Porque, de no condenarla, le enfrentan a la Ley de Moisés y tendrán razones para acusarle. Pero, la cosa no resulta como esperaban escribas y fariseos. Jesús no se impacientan, espera y manifiesta tranquilidad y paz.

Ante la pregunta que le hacen, Jesús, inclinándose se pone a escribir con el dedo en la tierra. Al insistirles, se incorpora y les dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

La Misericordia de Jesús queda de manifiesto. Jesús es Infinitamente Misericordioso pero, también justo. «La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad, y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción» (Santo Tomás de Aquino). Y eso nos alegra grandemente y nos llena de esperanza, porque sabemos y conocemos la Misericordia de Dios. Nos sentimos perdonados y, por tanto, salvados. Eso sí, no olvidemos las últimas Palabras de Jesús «Vete, y en adelante no peques más»

sábado, 2 de abril de 2022

JUNTO A LAS BUENAS HIERBAS, CRECEN TAMBIÉN LAS MALAS

Jn 7,40-53

La vida nos enseña que el mal está presente, y que, al igual que han sido sembradas las buenas hierbas, también, el Maligno, se ha encargado de sembrar las malas. Y, es evidente, que junto a las buenas crecerán también las malas. Y, son estas, las malas, las que se resistirán a aceptar la verdad, lo bueno y lo justo. Son las que se empeñarán en falsear la realidad con el propósito de conseguir beneficiarse egoístamente y alcanzar sus intereses, poder y riqueza. Lo de siempre, la lucha del mal contra el bien.

Muchos de los que escuchaban a Jesús quedan admirados y entusiasmado. Decían: «Éste es verdaderamente el profeta». Otros decían: «Éste es el Cristo». Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?». Siempre hay discusión – el mal enfrente del bien – y diferencias entre unos que creen y se abren a la Palabra, y otros que se resisten. Lo decíamos ayer, es cuestión de fe. Indudablemente, hay razones para creer, pero, también sombras y oscuridades que, por consiguiente, exigen fe. Fiarnos de la Palabra de Dios, que habla con autoridad y que, coherentemente, lo que dice se cumple.

La autoridad de Jesús es admirable y hasta los soldados quedan sorprendido de sus Palabras. Los fariseos, al contrario, piensan que se han dejado embaucar por las palabras de Jesús debido a su ignorancia de la Ley. Ponen de ejemplo a los magistrados y fariseos como personas preparadas a las que no convencen. Están convencido, de Galilea no puede salir ningún Profeta. Aplican la Escritura según les convengan a sus intereses.  Sin embargo, Nicodemo, que es uno de ellos, conoce a Jesús, le ha escuchado en secreto y sale en su defensa alegando que la Ley judía exigía escuchar al acusado.

Pero, por encima de estas tensiones y discusiones, lo que verdaderamente importa es cuál es nuestra postura ante Jesús. ¿Creemos en Él? ¿Aceptamos su Palabra? Y, a pesar de nuestros pecados, fallos y debilidades, le seguimos y, por y con su Gracia, nos levantamos siguiendo sus pasos. ¿Es esa nuestra conclusión? ¿Nos animamos a ello?