Es evidente que las obras que hace Jesús vienen dadas
por su Padre. Es, precisamente, el Padre quien le envía – no viene Jesús por su
propia cuenta – y quien da testimonio de su Hijo presentándole como el Predilecto
e invitándonos a escucharle. Pero, ni por esto ni por nada, sus corazones se
ablandan. No escuchan a Jesús. Tienen una idea asumida de como tiene que ser su
Mesías y no admiten otra. Están atados a sus leyes y a su forma de ver. No se
les pasa por la cabeza que el Plan de Dios sea otro.
¿Y nosotros? ¿Qué pensamos al respecto? ¿Nos creemos
mejores que ellos? Sería bueno que reflexionáramos al respecto y, humildemente,
aceptáramos nuestra ignorancia, nuestros errores y la Misericordia Infinita y Paciente
que Dios, nuestro Padre, tiene con nosotros. Sin lugar a duda. Jesús, es el
Señor, y Él nos indica con su Vida y sus Obras el Camino a seguir, la Verdad a
proclamar y la Vida a ofrecer.
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