domingo, 3 de abril de 2022

LA MUJER ADULTERA

Nos salva la Misericordia de Dios. Hoy, el Evangelio nos presenta a una mujer adultera que, según la Ley de Moisés debe ser condenada a morir apedreada. Quieren probar a Jesús y ponerlo entre la espada y la pared. ¿Por qué? Porque, de no condenarla, le enfrentan a la Ley de Moisés y tendrán razones para acusarle. Pero, la cosa no resulta como esperaban escribas y fariseos. Jesús no se impacientan, espera y manifiesta tranquilidad y paz.

Ante la pregunta que le hacen, Jesús, inclinándose se pone a escribir con el dedo en la tierra. Al insistirles, se incorpora y les dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

La Misericordia de Jesús queda de manifiesto. Jesús es Infinitamente Misericordioso pero, también justo. «La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad, y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción» (Santo Tomás de Aquino). Y eso nos alegra grandemente y nos llena de esperanza, porque sabemos y conocemos la Misericordia de Dios. Nos sentimos perdonados y, por tanto, salvados. Eso sí, no olvidemos las últimas Palabras de Jesús «Vete, y en adelante no peques más»

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