sábado, 25 de junio de 2022

LA FE TRANSFORMA INTERIOR Y EXTERIORMENTE

Sin duda que las palabras ayudan a transformar nuestro interior, a mover e inquietar nuestro corazón, pero, sin lugar a duda, será la fe la que definitivamente transforma nuestro corazón. La fe actúa de forma revolucionaria y cambia la mirada de nuestro corazón sobre el mundo. Una fe que rompe con el molde donde te sitúa el mundo y transforma nuestra manera de ver y actuar.

Así está expresado en ese encuentro de Jesús con el centurión romano. Su fe es impresionante y, sin lugar a duda, impresiona a Jesús hasta el punto de decir: “Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Y, en consecuencia, esa fe, expresada por aquel centurión, no dejaba duda. Pedía al Señor que desde su Palabra y su intención actuara y sanara a su siervo.

 

―¿Nos cuestionamos nosotros la fe desde esa perspectiva? ―Preguntó Manuel.

―No lo sé ―dijo Pedro― pero, esa es la cuestión. ¿Es nuestra fe lo suficiente para pensar y creer que Jesús puede respondernos y actuar en nosotros desde la iniciativa de nuestra petición?

―Supongo que ahí está encerrado el misterio ―respondió Manuel―. ¿Qué diríamos si Jesús no actúa y sana al siervo del centurión? Porque, eso es lo que nos sucede a nosotros.

―Supongo ―dijo Pedro― que nuestra fe no será la misma que la de aquel centurión. Solo Dios sabe lo que hay dentro y en lo más profundo de nuestro corazón.

―Estoy de acuerdo, Pedro ―respondió Manuel―. Todo dependerá de nuestra fe, y, solo Dios sabe hasta donde llega. Ahora, eso sí, creo, tal y como tú has expresado, que Jesús nos responde siempre y nos da lo que realmente necesitamos. Y, quizás, no nos convenga eso que pedimos y necesitemos esforzarnos más.

―Sí ―expresó con un semblante complacido Pedro― Dios no nos deja de escuchar nunca y siempre nos responde. Ahora, somos nosotros los que no sabemos qué pedir ni cómo pedirlo. Y, ni siquiera, si eso pedido es lo que realmente nos conviene.

 

Ambos amigos se dieron la mano. Sabían que su Padre Dios siempre los escucha y les atiende. Para eso, precisamente ha enviado a su Hijo, nuestro Señor Jesús, a este mundo. Luego, ¿cómo no nos va a escuchar y atender? Otra cosa es que nos convenga lo pedido. Por experiencia, sabemos que aprendemos de nuestros fracasos y de nuestros esfuerzos. Valoramos las cosas según nos cueste conseguirla, y, nuestro Padre, que nos conoce mejor que nosotros mismos, sabe realmente que es lo que mejor nos viene para nuestro bien.

viernes, 24 de junio de 2022

AMAR ES UN COMPROMISO

 
Cuando dices que amas, tu vida se hace un compromiso de amor. Si no es así, tu palabra no está en consonancia ni en sintonía con tu corazón. El amor nace primero desde lo más recóndito y escondido del corazón, y lleno éste hasta rebozar, sale por la boca en palabras que expresan y transmiten lo que viven, sienten y creen. Si realmente amas, tus palabras darán anuncio de ese amor que vives, que si es egoísta, dejará claro y visible su egoísmo, pero si es dado, generoso, ágape, anunciará ese amor con el que nos ama nuestro Padre Dios y anuncia su Hijo Jesús. Amar hasta el extremo de darse plenamente.

La parábola que Jesús nos narra hoy describe claramente esa medida y esa entrega. El buen pastor arriesga su vida por salvar la oveja, una simple oveja de su rebaño, que se ha perdido. ¡Y, su alegría es tan grande que hace una fiesta y convoca a sus amigos para celebrarlo! Realmente, ¿conocemos a alguien así?

 

La pregunta había dejado a Manuel algo perplejo. Indudablemente, no podía eludir que de conocer a alguien así tu vida debería cambiar, dirigirse al encuentro con ese alguien que está dispuesto a dar su vida por salvar la tuya. Y, pensado en esa elucubración, Manuel se dijo: «quizás merecía la pena buscar e indagar en esa manera de amar. Porque, pensaba, amar no consiste en amarse, sino en darse. Y darse hasta el punto de, olvidándose de uno mismo, pensar en el bien del otro».

Llevaba un tiempo dándole vueltas a estas ideas cuando, de pronto, se topó con su amigo Pedro.

―Hola Pedro, se dijo algo entusiasmado―. Me viene bien tu presencia, como anillo al dedo. Precisamente, le daba vuelta a una idea.

―Tu cabeza ―respondió Pedro ―está siempre llena de ideas.

―Pensaba en esa parábola de la que hoy habla el Evangelio, ¿la conoces? La del buen pastor.

―Si, claro, la he oído.

―¿Y crees en esa clase de amor?

―Supongo que es la manera perfecta de amar ―respondió Pedro.

―¿Y crees que eso es posible? Se apresuró Manuel a responderle.

―No lo sé, pero, al menos, es lo deseable.

―Me dices que valdría la pena buscar a ese Alguien y conocerle mejor.

―Es lo que procede ―insinuó Pedro― afirmándolo decididamente con su rostro serio y seguro.

―También yo ―dijo Manuel― creo que vale la pena intentarlo. Tener un Pastor de esa categoría y dispuesto a dar la vida por salvar la tuya es una muy buena noticia.

 

La pregunta queda en el aire. Se trata de que tú, como también yo, nos la planteemos y la valoremos tal cual han decidido Manuel y Pedro. ¿Hay algo mejor en el mundo que el amor? Pero, un amor al estilo del que nos propone el Buen Pastor Porque, del otro amor está el mundo lleno y mira cómo le va.

jueves, 23 de junio de 2022

JUAN, EL PRECURSOR

Será difícil tratar de entender y comprender la figura de Juan, llamado el Bautista, desde nuestra mentalidad y naturaleza humana. Una figura enigmática que supera nuestra capacidad intelectual para comprenderla. Elegido por Dios desde su concepción en el vientre de su madre Isabel, anciana ya entrada en años y, en consecuencia estéril, Juan nace con una misión concreta, ser voz y anuncio del Mesía prometido.

Y, su vida se desarrolla en torno a esa misión que, dicho sea de paso, cumple perfectamente. Anuncia, proclama y prepara el camino del Mesías que ha de venir, hasta el punto de que, Jesús, el Mesías, dice de él: No ha nacido de mujer uno más grande que Juan. Y eso explica lo que tratamos de decir. Pero, la referencia para la que nos alumbra la vida de Juan el Bautista nos sirve para reflexionar sobre nuestra misión concreta de ser también luz, voz y anuncio, con nuestra vida, desde el lugar y la situación en la que Dios nos ha colocado.

Un mensaje de Amor Misericordioso que, como Juan, debemos sostener siempre en y con la verdad, a pesar de que, tal hizo Juan en su tiempo, tengamos nosotros que también proclamar, anunciar y dar voz aunque vayamos contra corriente. Lo hacen ya muchos cristianos perseguidos en muchos lugares de este mundo, sufriendo persecución y muerte, y, al amparo de la figura de Juan el Bautista, también nosotros, pidiendo su intercesión, debemos asistidos por el Espíritu de la Vedad, dar testimonio de nuestra fe y proclamar la Buena Noticia.

miércoles, 22 de junio de 2022

UN ÁRBOL SANO DA FRUTOS SANOS

La mentira no se sostiene por sí misma. Puede estar escondida un cierto tiempo, pero saldrá a la luz, y la luz la descubrirá. Es de sentido común que un árbol bueno y sano dará frutos buenos y sanos. Y, por el contrario, el árbol malo, dañado o estropeado, dará frutos malos, dañados o estropeados. La lógica nos lo dice claramente, lo bueno vive en la verdad y la justicia; lo malo, se mueve en la oscuridad, la mentira y la injusticia.

―De algo malo no podrá salir nunca algo bueno ―intervino Manuel.

―Y de lo bueno, nunca podrá salir algo malo ―añadió Pedro.

―Deducimos que vivir en la verdad es lo que hará que los frutos de la vida sean buenos y justos ―resumió, concluyendo Manuel―. Cuando pones tu vida en las emociones puedes confundirte, pues el amor no se apoya en ellas sino en el compromiso. Se ama porque te comprometes y eso te ayudará a superar la adversidad y las emociones.

―¿Una emoción puede confundirte? ―preguntó Pedro.

―Sin lugar a duda ―respondió Manuel―. Una emoción satisfactoria puede llevarte a creer que ahí está la felicidad e incluso esclavizarte. Así, muchas personas son manipuladas, confundidas y esclavizadas por muchas cosas (dinero, pasión…).

―Al parecer ―dijo Pedro, con cara de extrañeza― el compromiso no parece la mejor elección.

―El compromiso duele, exige esfuerzo y molesta, pero es el verdadero amor. Mira ―siguió Manuel― observa y piensa en el amor de tus padres. Amarte les ha costado sacrificarte por ti, y lo han hecho a gusto, voluntariamente, dispuesto y gustosos. Y, ¿cómo nos quiere Dios? Su Amor es un compromiso, pues si fuera según nuestra correspondencia ya nos hubiese dejado de amar.

―Es verdad ―dijo Pedro―. El Amor de Dios es un misterio que no comprenderemos hasta que estemos frente y junto a Él.

―Sí, misterio de un Amor comprometido y misericordioso que nos da la oportunidad de enmendarnos, arrepentirnos y abrirnos a su Amor. Y, en consecuencia, eso terminará dando buenos frutos.

 

Manuel y Pedro habían llegado a la conclusión que todos debemos llegar. Somos amados por Dios, nuestro Padre, con un Amor Infinito y Misericordioso. Un Amor que no merecemos y que solo se mantiene porque Dios, nuestro Padre, así se ha comprometido, libre y voluntariamente. No se entendería de otra manera su paciencia y misericordia.

martes, 21 de junio de 2022

LA LEY Y LOS PROFETAS

 

―La tentación está servida ―dijo Manuel―. Lo placentero, lo fácil y cómodo atrae, y, por el contrario, la dificultad, lo escabroso, difícil e incómodo repele. Deducimos que escoger el camino angosto, que precisamente lleva a la vida, es duro y nos cuesta.

―Está claro ―confirmó Pedro―. Aparentemente, lo fácil y placentero nos gusta más y nos apetece consumirlo. No tienen que invitarnos para acceder a lo fácil y gustoso. Pero, a la larga la cosa no está muy clara.

―Nada clara ―repitió Manuel―. Recorrido el camino fácil y placentero experimentamos vacío, insatisfacción y, lo más que podemos sacar es una adicción por desear fuertemente repetir esa experiencia. Porque, estamos vacíos, igual que antes de llenarnos de ese placer.

―Es verdad ―asintió Pedro―. La sensación que te queda es de egoísmo, de buscarte y satisfacerte sin pensar en los demás. Tú mismo empiezas a pensar que ese camino no es bueno y, la prueba, es que te propones cambiar.

―Se nota en los retiros, los ejercicios espirituales, las peregrinaciones y todo aquello que mueve a una seria conversión, un giro drástico y total de nuestra vida. Y es que a pesar de ser angosta y dura, la Puerta por la que entramos a la Vida es la que nos llena de plena felicidad y eternidad.

 

Todos sabemos que esa Puerta es Jesús. Él es la única solución a nuestros problemas y a nuestra salvación eterna. A menos que trates de conocerle, verás enseguida que el mismo te lo deja claro: Jn 14, 1-12 "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí"… Jesús es el Señor y está siempre esperando tu acercamiento, tu entrada por esa Puerta que es el mismo. No hay otro camino que te lleve a esa felicidad que buscas. Solo Jesús es el Camino, la Puerta que da paso a la Vida plena y eterna. Él representa toda la Ley y los Profetas, pues en Él se cumple ese Amor Misericordioso de Dios, sobre todo a los más desfavorecidos y necesitados.

Es de sentido común que lo que representa y significa nuestra felicidad sea costoso y presente dificultades. Pues, bien sabemos que lo bueno cuesta y exige esfuerzo. Ese es el significado de la puerta estrecha, una puerta incómoda, exigente, mortificante, sacrificada, pero que da paz y vida eterna. Si la vida nos exige esfuerzo y lucha para vivir y alcanzar cierto bienestar, seguir a Jesús y entrar en su Vida nos dará, a pesar de la dureza del camino, esa felicidad que buscamos eternamente.

lunes, 20 de junio de 2022

JUZGAR NO ES COSA DE HOMBRES

 

Juzgar no es cosa fácil. Y no lo es porque el juicio pertenece solo a Dios y al querer suplantarlo el hombre, se equivoca. Por otro lado, solo puede juzgar Aquel que es Perfecto y puede hacerlo, y eso solo corresponde a Dios. Por tanto, tratemos de no juzgar porque no está en nosotros esa capacidad de juicio.

Por otro lado, si tú eres consciente de que comete errores y pecados, ¿cómo te atreves a juzgar a tu semejante? Es algo que está fuera de todo sentido común y toda lógica. No puedes corregir a tu hermano cuando tú tienes, quizás, mayores errores y pecados que él. Además, tengamos en cuenta que en la medida que juzguemos seremos también juzgados nosotros. Es decir, según tus juicios, si te atreves, sobre los demás, así, en la misma medida serán los juicios contra ti.

 

—Es terrible pensar que de la misma manera que juzgo a una persona, así también seré yo juzgado —irrumpió Pedro frunciendo el ceño.

—Ni más ni menos —dijo Manuel—. Así de claro. La misericordia que tú emplees con otros será la que empleen contigo. Luego, si quieres que te hagan un juicio misericordioso, sé tú misericordioso con otros.

—Es esperanzador saber esto y tratar de no atreverse a juzgar a nadie. Pero, también —continuó Pedro— la tentación de juzgar no es fácil vencerla. La experiencia nos lo demuestra a cada momento.

—Es cierto, somos tentados —dijo Manuel— a juzgar a otros, y a ser benévolos con nosotros mismos. No nos damos cuenta qué cuando juzgamos estamos usurpando el puesto a nuestro Padre Dios, porque, Él es el único que tiene derecho a juzgarnos. Y eso es grave.

—Tan grave que también seremos juzgado nosotros con esa medida que juzgamos a los demás —concluyó Pedro.

 

Y así es. El Evangelio de hoy no deja lugar a duda. Simplemente, ponernos en lugar de otros nos ayudará a ver que también nosotros cometemos los mismos errores. Por tanto, dejemos que sea nuestro Padre Dios quien nos guzgue a todos, porque solo su juicio será justo y merecido. Y además, llenos de esperanza en su Infinita Misericordia.

domingo, 19 de junio de 2022

EL INFINITO E INMENSO REGALO DE LA EUCARISTÍA

Lc 9,11b-17

Todo es Gracia, regalo de Dios. Desde la hora de nuestro nacimiento, mejor, de nuestra concepción como persona en el vientre de nuestra madre, todo nos ha sido regalado gratuitamente hasta que, alcanzada la madurez, podíamos valernos por nosotros mismos. Pero, nuestra gratuidad no acaba ahí. Nuestro Padre Dios, viendo la debilidad de nuestra naturaleza herida por el pecado nos ha dejado la Eucaristía – Cuerpo y Sangre de su Hijo Jesucristo – que nos sostiene, nos alimenta y nos fortalece para superar las adversidades del mundo, demonio y carne.

Hoy, celebramos ese día, y es un gran regocijo darnos cuenta y tomar conciencia, que Jesús, el Hijo de Dios, que dio su Vida por la nuestra, se ha quedado Vivo, Presente, Real y Misericordioso, bajo las especies de Pan y Vino para ser nuestro sustento, alimento y fortaleza espiritual contra todos esos obstáculos que, derivados del pecado, tratan de manchar nuestra alma, debilitarla y engañarla seduciéndola con las ofertas de ese mundo, demonio y carne.

Manuel se levantó y dando un golpe en la mesa dijo:

—¿Cómo es posible que no nos demos cuenta de que el mundo, demonio y carne, los tres peores enemigos del alma, nos pueden? Necesitamos, pues, un apoyo superior para poder resistirlos y vencerlos.

—Una de las estrategias de estos grandes enemigos es hacernos ver que nuestra felicidad está en ellos. ¿Recuerdas, Manuel —dijo Pedro— cuando Jesús, el Hijo de Dios y nuestro Señor, fue tentado en el desierto?

—Claro —respondió Manuel— con firmeza y seguridad.

—Quiso seducirlo ofreciéndole el mundo y haciéndolo rey y poderoso —siguió Pedro. Pero, Jesús se resistió. Recuerda que no estaba solo, le asistía el Espíritu Santo.

—Y nosotros —interrumpió Manuel— también tenemos al Espíritu Santo y la Gracia del mismo Jesús Resucitado en su Cuerpo y Sangre Eucarística. De ahí la gran importancia y necesidad de alimentarnos Eucarísticamente con frecuencia y con confianza. Es el Señor Resucitado que nos da su Gracia para resistirnos a esos peligro del alma: mundo, demonio y carne.

 

Se dieron la mano, sus semblantes reflejaban paz, serenidad y confianza. Manuel y Pedro transmitían deseos, confianza y una fe en la Eucaristía que les daba fuerza para navegar por ese entramado mundo lleno de peligros, trampas y seducciones. Se sabían débiles, pero fortalecidos en la Eucaristía y confiados que, con el Espíritu Santo, igual que el Señor, vencerían al mundo, demonio y carne. Complacidos y alegres, emprendieron cada cual su camino.