viernes, 23 de septiembre de 2022

¿QUIÉN ES JESÚS?

Ayer hablando con un amigo surgió, no sé por qué, el tema de lo importante de este mundo, la vida y la eternidad. Porque, todo lo que no sea eso es cosa, necesaria, pero secundaria. Lo importante es alcanzar esa felicidad eterna que todos buscamos y deseamos. E, irremediablemente surgió la pregunta sobre la Palabra e identidad de Jesús.

No lo sé, decía el amigo, Una respuesta sincera y creo que acertada. Porque, si no conoces a una persona, lo lógico es no opinar ni emitir juicio. Y eso suele suceder con frecuencia, muchos hablamos sin saber ni conocer a la Persona de Jesús. Para mí, el Señor y el Hijo de Dios Vivo. En Él pongo todas mis esperanzas y, aunque sujeto y sometido a las dudas y pecados de este mundo, creo profundamente esperanzado en su Infinita Misericordia.

Y, esa Infinita Misericordia, anima mi vida y me empuja, por la Gracia del Espíritu Santo, que he recibido en mi bautismo, a esforzarme cada día en ser mejor persona y tratar de servir y amar desde la gratuidad con la que la recibo. Es verdad, me acompaña una conciencia de saber que la lucha es constante y las caídas también. Pero, también me fortalezco y me animo que quien me salva no soy yo ni mis pobres méritos, sino la Gracia y la Infinita Misericordia de Jesús, el Hijo de Dios.

Por tanto, saber y conocer quien es Jesús es lo más importante en este mundo. Él es quien nos libera de la esclavitud de nuestros propios pecados y nos regala la plena felicidad eterna. Por tanto, si no lo sabemos todavía, busquémosle y, al menos, sepamos qué dice y qué ha hecho. Porque, quieras o no, tu vida y tu felicidad plena y eterna dependerá de Él.

jueves, 22 de septiembre de 2022

LA INDIFERENCIA: UN GRAN PELIGRO

Cuando alguien te es indiferente, poco te importa. Oyes lo que de él se dice, pero, a ti no te dice mucho o nada. Rumoreas, opinas, hablas y comentas, pero, nada te mueve a lo verdaderamente importante, conocerle y formarte una verdadera y fundamentada opinión de esa persona en cuestión. Y eso fue lo que sucedió con Herodes, oía hablar de Jesús y de lo que se decía de Él. Sabía que Juan el bautista, del que se decía que había resucitado, lo había mandado a decapitar él. Luego, se preguntaba: ¿Quién es este del que oigo semejantes cosas?

La pregunta: ¿Nos puede estar ocurriendo a nosotros algo parecido? Porque, quizás hablamos mucho de Jesús, pero no damos el paso de acercarnos a Él y conocerle mejor y más profundamente. Nos formamos una opinión por lo que oímos a otros y por lo que vemos en otros. Pero ¿le escuchamos a Él? ¿Conocemos su Vida y sus Obras? Quizás ese sería el paso que debemos de dar, porque, el verdadero e importante es Él. Es a Él a quien realmente debemos y tenemos que conocer y, en base a ese conocimiento, proceder y formarnos una opinión.

No seamos unos herodianos más y, quizás por no salir de nosotros mismos, de permanecer instalados en nuestras comodidades y sostenernos en nuestra situación cómoda y confortable, no damos ese paso definitivo. Recordamos entonces lo que dijo Jesús. Verdaderamente tiene razón, cuesta mucho salir de nuestra situación de comodidad. Por eso será más difícil para un rico, un establecido y cómodo, entrar en el Reino de los Cielos. Los pobres, los que no tienen nada y a nada están apegados, lo tendrán más cerca, más asequible. Aunque, siempre, se nos exigirá el esfuerzo de desprendimiento y de morir a nuestros egoísmos y ambiciones.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

TODO, SEÑOR, ES GRACIA A TU MISERICORDIA

¿Qué sería de mí sin tu Misericordia, Señor? Iluso de mí pensar que, con y por mis méritos, podría alcanzar la recompensa de felicidad eterna. Pensar que con mi perseverancia, mi trabajo, mi cumplimiento…etc. puedo merecer el amor de Dios y su Infinita Misericordia sería caer en la trampa que, posiblemente el demonio trata de que así sea. Todo es pura Gracia y regalo de Dios. Todo es porque Él así lo ha dispuesto y lo ha querido. Si tenemos una posibilidad de salvación eterna es por su Infinita Misericordia.

Es Él quien nos busca y nos convierte. Es Él quien prepara nuestro encuentro con Él y es Él nuestra única esperanza de salvación. Nos lo dice claramente en el Evangelio de hoy: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Y es que los fuertes se bastan a sí mismo y no necesitan de nadie. Por eso, la primera cualidad que tenemos que descubrir es la humildad. Sin humildad nos sería imposible acercarnos al Señor. Y, la humildad, nos ayuda a descubrir nuestra total y plena dependencia del Señor. Solo en Él encontraremos la plena libertad de amar gratuitamente y por amor, valga la redundancia.

Por tanto, pongamos nuestra mirada fija y plena en el Señor. Su Infinita Misericordia nos salva; su Infinito Amor nos redime y nos libera y nos convierte. Simplemente, incluso es lo más cómodo para nosotros, ponernos en sus Manos y, a pesar de nuestras debilidades, oscuridades y pecados, tener nuestra mirada siempre fija en Él y, a impulsos de su Espíritu, tratar de, humildemente, caminar según su Palabra.


—Corremos el peligro de pensar que somos nosotros quienes nos salvamos. Y, posiblemente, eso es lo que nos puede desanimar cuando nuestra debilidad se haga patente —dijo Manuel.

—Mi propia experiencia —comentó Pedro— me dice que, por nosotros mismos, no podremos superar las tentaciones y seducciones que mundo, demonio y carne nos presentan.

—A mí me sucede lo mismo —respondió Manuel. Si me salvo es por la Infinita Misericordia de Dios, porque, fallos y, por supuesto, pecados voy a llevar siempre conmigo. Mi naturaleza está herida y vencida. Solo en el Señor, por su Infinita Misericordia, estoy salvo.

—Yo pienso lo mismo —dijo Pedro. Y eso me descubre que no puedo perder de vista al Señor.

 

Ambos amigos habían convergido en que solo en el Señor, por su Infinita Misericordia, podían encontrar la salvación. Una salvación que es puro regalo por amor. Indudablemente, un misterio que no podremos entender hasta estar en su presencia, por eso nos será necesario la fe.

martes, 20 de septiembre de 2022

REALMENTE, ¿QUIERES SER AMIGO DE JESÚS?

No solo amigo, sino hermano. Así, dice hoy en el Evangelio, Jesús: (Lc 8,19-21): En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».

Seguir a Jesús exige dos condiciones. Escucharle y poner en prácticas sus enseñanzas. Así de fácil. No hay mas condiciones ni exigencias. Simplemente, escucha su Palabra y trata de ver que es lo que responde tu corazón. Experimentarás que es la mejor opción porque, dentro de ti, en lo más profundo de tu corazón, experimentas esa sensación y deseo de buscar la verdad, el bien y, sobre todo, amar.

¡Sí, estamos de acuerdo!, la vida nos complica ser como realmente queremos ser. Nuestra naturaleza está herida por el pecado. Nuestros deseos y afanes no son tan buenos. Somos ambiciosos y placenteros. Experimentamos envidia de otros que viven de acuerdo con lo que realmente sienten dentro de su corazón y, no les aceptamos. Nos recuerdan constantemente nuestros pecados y nos cuesta cambiar. La envidia no nos deja.

Pero nuestra mayor locura es querer hacerlo por nuestra cuenta. Necesitamos escuchar la Palabra y, junto a Jesús, abiertos al Espíritu Santo – recibido en el momento de nuestro bautizo – llevar esa Palabra a la vida. Con Él no nos resultará tan difícil y, a pesar de las dificultades y sacrificios, logramos vencer y llevarla a la vida. Para eso ha venido Jesús, para estar con nosotros, acompañarnos y fortalecernos en la lucha de cada día con nuestras propias pasiones y las seducciones del demonio, del mundo y la carne. Cristo y tú, mayoría aplastante. No lo olvides. 


—El mundo —dijo Manuel— es más fuerte que nosotros y nos vence con facilidad. El demonio lleva ventaja sobre nosotros y solos ante él estamos perdidos.

—Será un disparate enfrentarse a él, ¿no? —dijo Pedro.

—Una locura. ¿Para qué nos hemos bautizado? ¿Y quién nos acompaña desde ese momento? Pues, con Él podemos salir victoriosos de la lucha de cada día contra precisamente el mundo, demonio y carne. —afirmó Manuel.

 

Nuestro bautizo significa el nacimiento a una nueva vida. Volvemos a nacer desde el Espíritu – como le dijo Jesús a Nicodemo, Jn 3, 3 – para fortalecidos en ese Espíritu de Dios superar todas esas dificultades que mundo, demonio y carne nos presentan.

lunes, 19 de septiembre de 2022

LA LUZ DESCUBRE LA MENTIRA

Es evidente que quien no tiene nada que esconder no se preocupa de estar en la luz. Es más, diría que le gusta y goza estando en la luz al tener la posibilidad de mostrar sus buenas intenciones, sus cualidades y toda su verdad y amor. Siempre es mejor moverse en la luz del día, pues en la luz se aprecian las cosas mejor. Sobre todo si esa luz proviene de lo más profundo del corazón.

Quienes buscan la oscuridad y, por tanto, la prefieren, es porque algo esconden. Les conviene moverse y vivir en la mentira. Aliarse con la oscuridad es algo que necesitan para ocultar todas sus fechorías y mentiras. Sin embargo, la luz acompaña a aquellos que nada esconden, ni siquiera sus propios pecados, de los que se duelen y se arrepienten. Experimentan dolor de contrición y propósito de la enmienda. La luz, por tanto, les favorece y ayuda a sostenerse en la verdad y a transmitirla con su testimonio.

Es evidente que la oscuridad es propicia para esconderse y ocultar todo lo que interesa que no se vea y se esconde bajo la apariencia. La luz molesta. Es todo lo contrario, en ella todo queda al descubierto y bajo la mirada de Dios. Nada se podrá ocultar a su mirada. Es esa Luz, la del Espíritu Santo, que hemos recibido en el bautismo, la que nos ilumina interiormente hasta el punto de dar testimonio de la verdadera Verdad, la Buena Noticia.

 

—Vivir en la luz significa vivir en Gracia de Dios. Al menos, en esa intención y con esa actitud. ¿Estás de acuerdo Manuel —dijo Pedro.

—Totalmente de acuerdo —respondió Manuel. No estás en la Luz si no tratas de estar abierto a la acción del Espíritu Santo y a sus impulsos. Porque, solo en y con Él puedes vivir en la verdad.

—Pienso lo mismo. Si no estás en la Luz estás en la oscuridad. De modo que para vivir en la verdad es necesario estar con Dios.

 

Al final todo se sabrá. De nada vale ocultar tus fallos o pecados. Mejor confesarlos porque todo se sabrá. «Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público - Lc 8, 16-18 -». No es de inteligente ni de buena decisión vivir escondido detrás de las apariencias.

domingo, 18 de septiembre de 2022

MANO IZQUIERDA

Cuando actuamos con mano izquierda queremos significar que usamos toda nuestra astucia y picardía para, nunca engañar, pero sí valernos de ciertas apariencias o seducciones para ofrecer la posibilidad de vivir en la verdad, la justicia y el amor. Posiblemente queremos hacer el bien y, para ello, nos valemos de ciertas apariencias que atraigan a aquellos que, quizás confundidos, vacilantes o ignorantes no sepan qué hacer o como defenderse.

El peligro se esconde en que usemos el mal para hacer el bien. No se trata de eso. Se trata de usar toda nuestra astucia y picardía para dar a conocer la Buena Noticia donde está la felicidad y salvación que todos buscamos. Se trata de dar a conocer a Jesús a aquellos que no le conocen y, para ello, usar todos nuestros recursos y seducciones, dentro de la verdad, para darlo a conocer. Puede ser una fiesta, puede ser un motivo de encuentro deportivo o de cualquier cosa que se nos pueda ocurrir para tener la oportunidad de anunciarle el Amor que Jesús, de parte de su Padre, nos anuncia con su Vida y Obras.

De alguna manera, aunque lo hacemos sin condiciones, gratuitamente y por amor, el testimonio busca despertar y mover en el prójimo a descubrir el Infinito Amor que Dios nos anuncia en su Hijo Jesús y su Infinita Misericordia. Se trata de eso, de poner toda la carne en el asador para que la Buena Noticia sea anunciada y conocida. Siempre al servicio del Amor incondicional y gratuito, por la Gracia de Dios, y priorizándolo al dinero y las riquezas. Porque, como bien termina el Evangelio de hoy domingo, no podemos servir a dos señores, terminarás aborreciendo a uno y amarás a otro.

 

—¿Te parece, Pedro, que conviene tener mano izquierda para, seduciendo, buscar la posibilidad de anunciar la Buena Noticia? —planteó Manuel.

—¡Hombre, a veces necesitas decir alguna mentirijilla piadosa para acercar al amigo al Señor y poder anunciarle la Buena Noticia.

—Eso es lo que entiendo yo también —dijo Manuel. Siempre que no perjudiques, corrompas o hagas daño, debemos utilizar todos los recursos para dar a conocer la Buena Noticia.

sábado, 17 de septiembre de 2022

LA SEMILLA ESTÁ DENTRO DE TI

Desde tu nacimiento, en el mismo instante de tu concepción, la semilla de la Palabra de Dios ha sido sembrada en tu corazón. Una semilla de verdad, de justicia y de amor. Una semilla llamada a dar frutos de amor sin condiciones ni exigencias. Una semilla que si no muere no dará frutos. Y muere cuando dándose en todo su ser se entrega al servicio de los demás por amor.

Sin embargo, sucede que el mundo, diablo y carne nos seducen y, pronto, a las primeras tentaciones, entregamos nuestra semilla sin apenas abrirla. Se la comen los pájaros. Otros se mantienen algo más de tiempo, pero las primeras dificultades ahogan su perseverancia y abandonan su semilla dejándola sin sembrar ni cultivar. Hay otros que llegan a sembrar sus semillas, pero los afanes, riquezas y placeres que el mundo les ofrece terminan por impedirles madurar y dar frutos. Y, por último, los que perseveran, soportan las tentaciones y hunden sus semillas en sus corazones y, escuchando la Palabra, son los que maduran y dan frutos. Unos 30, otros 60 y otros 100 por ciento. Cada cual según los talentos recibidos.

La pregunta se cae por su propio peso: ¿Dónde te encuentras tú? ¿Qué tierra eres y donde estás sembrando tu semilla? Responder a esas preguntas te corresponde a ti. Nadie va ni puede responder por ti. Tú sabrás que haces con esa semilla – Palabra de Dios – que ha sido sembrada en tu corazón.

 

—Creo que lo importante es descubrir donde tengo que sembrar mi semilla —dijo Manuel. Buscar una tierra buena para que pueda echar raíces y dar frutos.

—Sí, esa es la cuestión —respondió Pedro. Pero ¿cómo buscar esa tierra?

—Jesús, que sabe de nuestras dificultades, dejó, precisamente para eso, la Iglesia. En ella podemos escuchar la Palabra y encontrar ayuda para perseverar.

—Sí, supongo que ese será el camino.

 

Diríamos que la Iglesia es el lugar donde podemos dejar nuestra semilla para que, desde allí buscar la mejor tierra donde sembrar esa Palabra de Dios que nos convierta y nos de la fortaleza y Gracia para dar frutos de amor. No olvidemos que allí recibimos el Espíritu Santo – en la hora de nuestro bautismo – y en Él encontraremos inteligencia, sabiduría, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios para dar los frutos de amor que nuestro Padre Dios espera de nosotros.