Ayer
hablando con un amigo surgió, no sé por qué, el tema de lo importante de este mundo,
la vida y la eternidad. Porque, todo lo que no sea eso es cosa, necesaria, pero
secundaria. Lo importante es alcanzar esa felicidad eterna que todos buscamos y
deseamos. E, irremediablemente surgió la pregunta sobre la Palabra e identidad
de Jesús.
No
lo sé, decía el amigo, Una respuesta sincera y creo que acertada. Porque, si no
conoces a una persona, lo lógico es no opinar ni emitir juicio. Y eso suele
suceder con frecuencia, muchos hablamos sin saber ni conocer a la Persona de
Jesús. Para mí, el Señor y el Hijo de Dios Vivo. En Él pongo todas mis
esperanzas y, aunque sujeto y sometido a las dudas y pecados de este mundo,
creo profundamente esperanzado en su Infinita Misericordia.
Y,
esa Infinita Misericordia, anima mi vida y me empuja, por la Gracia del
Espíritu Santo, que he recibido en mi bautismo, a esforzarme cada día en ser
mejor persona y tratar de servir y amar desde la gratuidad con la que la
recibo. Es verdad, me acompaña una conciencia de saber que la lucha es
constante y las caídas también. Pero, también me fortalezco y me animo que
quien me salva no soy yo ni mis pobres méritos, sino la Gracia y la Infinita
Misericordia de Jesús, el Hijo de Dios.
Por tanto, saber y conocer quien es Jesús es lo más importante en este mundo. Él es quien nos libera de la esclavitud de nuestros propios pecados y nos regala la plena felicidad eterna. Por tanto, si no lo sabemos todavía, busquémosle y, al menos, sepamos qué dice y qué ha hecho. Porque, quieras o no, tu vida y tu felicidad plena y eterna dependerá de Él.
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