lunes, 24 de octubre de 2022

EL BUEN PASTOR SIEMPRE ESTÁ CERCA DE SUS OVEJAS

Lucas 13, 10-17
Un buen jefe, un buen administrador, un buen pastor está siempre cerca de sus administrados. Porque, su misión es cuidar, proteger y buscar siempre el bien de aquellos a los que administra. Por tanto, nunca estará al lado de las leyes que esclavizan, someten e impiden realizar el bien de todos los que están bajo sus cuidados.

Sin embargo sucede, muchas veces, lo contrario. Aquel grupito de clérigos y jefe de la sinagoga vivían indiferentes al pueblo. Eso sí, les imponían leyes y cargas que probablemente ellos no cumplían. E, igual que ayer, sucede hoy. Los que administran se olvidan de sus promesas electorales y subyugan al pueblo con cargas que ellos eluden o pueden soportarlas por y con sus ingresos desmesurados que obtienen del pueblo.

Parece algo insólito comprobar que en muchos aspectos la ley protege más a los animales que a las personas. De alguna manera se impone – metafóricamente hablando – la ley del sábado a las personas. Hoy se quiere legislar como un derecho, el derecho – valga la redundancia – a matar. A matar niños vivos en el vientre de sus madres. ¿Acaso no es eso una ley del sábado transportada a nuestra época? ¡Y todavía mucho más grave!

Jesús está siempre cerca. Y cerca del que sufre, del marginado, del oprimido y explotado. Porque, son ellos los necesitados y los que suplican ayuda y alivio. Y así, como narra el Evangelio de hoy lunes, libera de su enfermedad a esa mujer que llevaba dieciocho años prisionera de un espíritu que la tenía encorvada. Jesús pospone el sábado al bien de la persona. Pero, al parecer aquellos doctores de la ley, fariseos, saduceos e ilustres poco les importaba que las personas sufrieran o estuviesen enfermas. ¿Harían lo mismo con ellos mismos o con algunos de sus familiares o amigos?

domingo, 23 de octubre de 2022

SE TRATA DE ANUNCIAR LA VERDAD, LA BUENA NOTICIA. NO DE CONVENCER NI DE TENER ÉXITO.

Lucas 18, 9-14

Te corresponderá a ti decidir y tomar la opción – la vida o la muerte – según elijas. Pero, también corresponderá a creyente – misionero – proclamar esa Verdad y advertir de las consecuencias de rechazarla. Porque, la Buena Noticia es Noticia – valga la redundancia – de salvación. Nunca se impone, sino se propone con toda libertad. Pero, eso sí, se dice y se anuncia con amor misericordioso. Y se abre el corazón al arrepentimiento y a la conversión.

Muchas parábolas que nos dijo Jesús hablan de esa posibilidad de conversión y de misericordia. Precisamente, en el Evangelio de hoy domingo, nos habla del fariseo y del publicano. El uno se jacta de sus cumplimientos y de su diferencia con aquellos que no cumplen. Incluso con ese publicano que tiene a su lado. El otro, el publicano, humillado y avergonzado de sus faltas y pecados, no se atrevía ni a levantar la cabeza. Simplemente se limitaba a pedir compasión y misericordia.

Y, es evidente, digo esto porque es lo que todos sentimos y experimentamos desde lo más profundo de nuestros corazones. El humilde, el consciente de sus pecados, de su pobreza y limitaciones fue perdonado y exaltado por nuestro Padre Dios. Termina diciendo Jesús: «Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido» Y así sucedió.

Y sigue sucediendo en nuestra época. Nos cae mal y nos repele aquellos que se jactan de sus virtudes y cualidades e incluso miden sus talentos empequeñeciendo y humillando a los más pequeños, a los más limitados y pobres. Sin embargo, todo aquel que se presenta humilde, aún sabiéndose con talentos y cualidades importantes, y poniéndose al servicio de los más necesitados y pequeños, sientan bien y los ensalzamos. Y es razonable y evidente, porque somos semejantes a nuestro Padre Dios – una prueba más de que somos sus hijos – y como nos conoce, su Hijo Jesús nos lo descubre y revela.

Por tanto, moraleja: tratemos de ser humilde y abajarnos poniéndonos siempre a la altura de los más pequeños y pobres, porque de esa manera seremos ensalzados. Nunca nos creamos mejores y, menos, enaltezcámonos porque seremos humillados.

sábado, 22 de octubre de 2022

EN Y A LA HORA DE TU ENCUENTRO

Lc 13, 1-9

¡Puedes pensar lo que quieras y como quieras! ¡Puedes reírte, gozar según creas y te satisface, y hacer lo que te venga en ganas! Pero, quieras o no llegará la hora de tu encuentro y, en ese momento, te verás la cara con el Señor.

¿Qué cual es la hora de tu encuentro? Lo sabes muy bien, la hora de tu muerte. Y si hay algo cierto en este mundo es que a todos nos llegará esa hora. Y esa hora será el momento más importante de tu vida. ¡Y lo es porque en ella se dirime tu futuro eterno, a la derecha o a la izquierda del Señor! Y si no sabes que significa estar a la derecha o a la izquierda del Señor, léelo en este pasaje del Evangelio – Mateo, 25, 31-46 – y verás a que me refiero.

Te repito, podrás creerlo o no, pero la hora llegará. Mientras, la higuera – que puedes ser tú o yo – dará o no frutos. Y dependerá de eso que sea o no cortada. Nuestra vida dependerá de esos frutos que demos. Frutos de amor, porque, al final, todo se reduce a amarnos tal y como el Señor nos ha amado. De eso va a tratar nuestro encuentro, y todos los que creemos en el Señor Jesús, que nos ha revelado el Amor Misericordioso del Padre, estamos obligado voluntariamente y, también por amor, a anunciarlo a los que no lo saben o están despistados.

Serás tú, libremente, quien luego decida que camino vas a tomar. El del esfuerzo de dar frutos, o el de dejar que la vida se seque y quede estéril. Mientras, hasta que llegue tu hora, la Misericordia de nuestro Padre Dios nos espera y nos abre sus brazos.

viernes, 21 de octubre de 2022

EL ARTE DE SABER INTERPRETAR LOS SIGNOS DE NUESTRO MUNDO.

Sí, sabemos cuando va a llover, al menos así lo apreciamos por el estado del tiempo: viento, nubes, humedad…etc. Y, de la misma manera, cuando el viento sopla de una manera determinada interpretamos que, posiblemente, va a hacer bochorno. Nos preguntamos, ¿por qué nos atrevemos, y con mucha posibilidades de acertar, de interpretar los signos de los tiempos, y no pensamos, discurrimos y discernimos sobre el tiempo presente de nuestra vida y su trascendencia?

¿Acaso no sabemos que es lo que es verdad o mentira? ¿Acaso no sabemos que es lo que está bien o mal? ¿Acaso no sabemos y entendemos lo que es justo o injusto? ¿Es que ignoramos que estar con Xto. Jesús y cumplir su Voluntad nos exige fraternidad, relación con misericordia, justicia y verdad en nuestras relaciones con los demás? ¿Es que ignoramos que los más necesitados, pobres, inocentes y marginados son los preferidos por Jesús? ¿Acaso no ha venido por y para defenderlos de los poderosos, mentirosos, abusadores, explotadores señores egoístas del mundo?

Ahora, sabido esto, ¿en qué situación o estado nos encontramos nosotros? ¿Somos capaces de reflexionar y enfrentarnos a esta situación? Y, es más, ¿estamos dispuesto a cambiar y darle un giro pleno y total a nuestra forma de vivir de acuerdo con la Voluntad de la Palabra de Dios?

Pues, si eso es así, Jesús nos invita en el Evangelio de hoy viernes a dar ese cambio. Indudablemente que cuesta. Decir lo contrario sería mentirnos a nosotros mismo. Jesús, el Señor, no nos lo ha ocultado. Pero, con la Gracia del Espíritu Santo, se puede cambiar. Solo necesitamos estar dispuestos. La Gracia de Dios irá haciendo el trabajo de conversión sin apenas darnos cuenta. Nosotros solo colaborar con esos pequeños sacrificios que la vida en cada momento nos exige. Y si perseveramos y nuestro corazón lo desea firmemente, nuestra vida irá conformándose a la Voluntad de nuestro Padre Dios. ¡No tengas miedo! Prueba y verás.

jueves, 20 de octubre de 2022

A PESAR DE LA LUCHA, NUESTRA CONCIENCIA ENCUENTRA LA PAZ.

Lucas 12, 49-53

No hay muchos momentos donde reclinar la cabeza. Es posible que, aparentemente, estés en descanso, pero tu corazón arde en deseos de amar, de auxiliar y hacer el bien, sobre todo a los más desfavorecidos y débiles. Esa intranquilidad y aparente desasosiego se traduce en paz y tranquilidad de conciencia.

Y sucede lo contrario en el lado opuesto. Aquellos que, nadando en la abundancia, las riquezas y el poder buscan la paz, no la encuentran. Porque, la paz solo viene de Dios. Es la paz que tranquiliza y que descansa la conciencia y el corazón. Es la paz que, aún en las preocupaciones y sufrimiento, sostiene nuestra vida sosegada y en paz, valga la redundancia.

Es una paz que descansa en aquellos que saben acoger las dificultades que les presenta la vida, aceptan sus sufrimientos y abrazan sus cruces apoyados y sostenidos desde la Palabra de Dios. Es la paz de aquellos que se comprometen sostenidos en la perseverancia y fieles a la Palabra de Dios. Es la paz de todos aquellos que, aún siendo discriminados, perseguidos, amenazados y asesinados por sus testimonios de Cristo encuentran en sus corazones, abrazados por el Amor de Cristo, la paz que le llena de gozo y felicidad.

Es la paz que nos invade como consecuencia de abrazar nuestras cruces, nuestras luchas y dificultades por ser fieles a la Voluntad del Padre y a la Palabra que cada día nos sirve de compromiso, de guía y de lucha. ¡Vivamos la cruz de cada día desde la fe y la paz que nos viene del Señor!

miércoles, 19 de octubre de 2022

LA CUESTIÓN ES LA ORACIÓN Y VIGILANCIA

Damos mucha importancia a la seguridad de este mundo. Seguridad para guardar a buen recaudo nuestros bienes, nuestros objetos de valor, nuestro tesoros con minúscula…etc. Pero, esa es la pregunta: ¿Guardamos nuestra alma vigilando estar preparados para cuando llegue la llamada de nuestra hora final? Porque, todo lo demás aún siendo importante no llega a la importancia y trascendencia de lo que nos jugamos en ese momento de nuestro ocaso.

Sin embargo, no se trata de esperar vigilando ese trascendental momento, sino, ¡esperar sí, pero con el mazo dando! Es decir, viviendo cada momento, cada instante como si fuera el último. En estado de alerta ante la actitud de actuar siempre en la verdad y según la Voluntad del Padre. En situación activa e inquietante de preguntarnos que nos pide nuestro Padre Dios en cada momento de mi vida.

Y en ese planteamiento de vida, la oración ocupa un lugar privilegiado. Hasta el punto de ser imprescindible como lo es la respiración o el alimento. No se puede llevar adelante un vida cristiana sin vigilancia – dice el Papa Francisco – pero, tampoco se podrá sostener esa vigilancia sin oración. La oración nos mueve y fortalece a estar vigilantes y atentos. A tener nuestra alcuza llena y nuestra lámpara encendida, ¿recuerdas?

En estas circunstancias la muerte – ese momento de nuestra partida de este mundo – no nos asusta tanto. Es la hora de la cita con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es el momento sublime de encontrarnos con la Verdad Absoluta. No le falta razón a Soeur Emmanuelle – monja francesa – cuando dijo que el momento de la muerte era el momento más glorioso de nuestra vida. Es el momento de nuestra verdad y esperanza.

Sería muy importante y cobra gran actualidad en el Evangelio de hoy esos diez consejos que propone el Papa Santo para la serenidad: ver aquí.

martes, 18 de octubre de 2022

UNA MISIÓN APOYADA EN LA POBREZA Y PERSECUCION

Quien quiera anunciar la Buena Noticia que nos trajo y regaló Jesús debe saber que su anuncio debe estar apoyado en la pobreza. Porque, un anuncio que se apoye en dinero termina corrompido o sometido al mismo. Dinero y poder son dos peligros que nos separan de la humildad y conversión. Luego, ¿cómo vamos a anunciar la Buena Noticia apoyados en el dinero y poder? «Jesús nos invita a ir sin bolsa, ni alforja, ni sandalias».

Por otra parte, ese anuncio de la Buena Noticia trae complicaciones y amenazas de muerte. Nos persiguen aquellos que quieren vivir en las apariencias, en las mentiras y someter a los demás a la esclavitud para ellos ostentar las riquezas y el poder. Luego, debemos aceptar y saber que padeceremos, como le sucedió al Señor Jesús, persecuciones y sufrimientos por los que quieren borrar ese mensaje de salvación eterna que es la Buena Noticia.

Jesús muere abandonado en la cruz. Nuestra vida va hacia ese camino. La muerte es un camino de soledad. Nadie puede acompañarnos por muchos que estén a nuestro lado. Solo puede estar con nosotros el Señor. Esa es nuestra meta. No debe extrañarnos la soledad y el abandono de nuestra propia muerte. Jesús, el Señor, está con nosotros. Él es nuestra fuerza y nuestra esperanza. Él solo nos basta.

 

—Es un misterio elegir ese camino de persecución y sufrimientos —dijo Manuel. Porque, seguir a Jesús de Nazaret asegura pobreza, persecuciones y soledad.

—¿Por qué dices un misterio —preguntó Pedro.

—Porque difícilmente se podrá elegir ese camino sin antes conocer y experimentar un encuentro personal con Jesús. Él es precisamente nuestra fortaleza, nuestro apoyo y nuestra esperanza. De Él recibimos esa fortaleza y alegría para emprender tan arduo y difícil camino.

—Sí, supongo que algo así debe suceder. De otra manera no se podría entender —añadió Pedro.

 

Está claro, dar la vida por Jesús supone una fortaleza que no tenemos y que solo, porque la recibimos de Él, podemos darla. Los misioneros – precisamente celebramos el próximo domingo el Domund – y los mártires nos corroboran ese testimonio. No podremos imaginar tanto desapego y entrega hasta el extremo sin la Gracia de Dios. La vida de la Iglesia está llena de muchos testimonios que han entregado su vida por la fe y por el anuncio de la Buena Noticia.