jueves, 29 de abril de 2021

UNA RELACIÓN SENCILLA Y HUMILDE

 

Está claro y más cerca de lo que pensamos. Posiblemente, nosotros la hacemos más compleja y difícil y la llenamos de normas y preceptos que a veces, por no decir siempre, nos resulta una carga demasiada pesada hasta el punto de, cansados, abandonar. Con todo ello, no queremos significar que las normas, los cumplimientos sean malos o estén de más. Nada de eso, siempre que se pueda y haya fortaleza proporcional a la carga, ¡estupendo! Será siempre bueno.

Pero, ¡cuidado!, no es esa la razón principal para lo que ha venido el Señor. En el Evangelio de hoy nos lo dice claramente: (Mt 11,25-30): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

 No busquemos, por tanto, situaciones, compromisos y relaciones complicadas, complejas y difíciles de llevar a cuesta. Seamos simples, sencillos y humildes. Así se presentó el Señor y así nos quiere a cada uno de nosotros. El secreto, la clave está en la relación sencilla, sincera, verdadera, natural, descubierta con nuestro Señor Jesús. Tal y como la tiene Él con su Padre. Es una relación íntima, personal, confiada y abierta. Sin secretos y profunda e íntima. Aprendamos, pues, de Él y abramos nuestro corazón a la disponibilidad de recibir el conocimiento del Padre.

miércoles, 28 de abril de 2021

SOY LA LUZ DEL MUNDO

 
Jesús no viene por su cuenta, aunque, eso sí, viene libre y por voluntad propia, obedeciendo la Voluntad del Padre, que lo envía como Luz del mundo. Quien cree en El cree en el que lo ha enviado, y quien le ve, ve al que le envió, el Padre. Y eso no lo digo yo sino el mismo Jesús:
                       En aquel tiempo, Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. 
 
Por lo tanto, la cosa es seria, pues son Palabras del mismo Jesús. Y será la Palabra quien te juzgue al final de tu vida. Jesús no viene a juzgar sino a salvar. Por y para eso, Él, trae la Luz para que veamos y sepamos salir de las tinieblas en las que estamos. Él es la Luz que nos ilumina y nos señala el Camino, la Verdad y la Vida. Él es nuestra referencia y modelo hasta el punto que su Palabra nos marca la verdad, la justicia y el amor que debemos tener respecto a los demás.

No viene a juzgarnos sino a salvarnos, y, aquellos que no creen en Él y le rechazan quedarán juzgados por su Palabra. Porque su Palabra es el Camino y la Verdad que todos debemos seguir. Sin ella el mundo queda en la oscuridad y a la deriva. ¿No lo notas? Es lo que está sucediendo ahora en este mundo de espalda a Dios, donde el hombre está perdido y experimenta que cada vez más la oscuridad envuelve al mundo.

Sus Palabras son claras y despejan toda duda: 
                                                                     Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí».

martes, 27 de abril de 2021

¿ERES TÚ EL MESÍAS PROMETIDO?

 
La desconfianza está a la orden del día: No basta solo la palabra, se hace necesario que también esa palabra tenga cumplimiento. La fe, aunque no entiende, sí exige ver que esa palabra que se propone tenga coherencia y cumplimiento en la vida. Jesús no nos propone una fe desprovista de razones. Bien es verdad que nunca podremos entender el misterio del Señor, pero si podemos creer en Él, porque su Palabra tiene cumplimiento. Y así nos lo dice Jesús:
                                                              Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas.

Nuestra ceguera, cuando no nos interesa ver, esconde toda buena razón y los hechos que se exponen delante de nuestros ojos. La Iglesia, continuadora del anuncio de la Buena Noticia, sigue anunciándola hoy. Muchos se resisten a creerla y son indiferentes a ese anuncio de salvación. Pero, otros, no solo no creen en la Palabra de Jesús, sino que tampoco creen en sus obras y el testimonio que la Iglesia nos da a través de los apóstoles, testigos presenciales que compartieron con Él tres años de sus vidas.

Hoy, la Iglesia continúa esa labor misionera y salvífica. Y, también, continúa realizando, por y con el Nombre de Jesús, obras que dan razón de su presencia entre nosotros. Sin embargo, muchos seguimos con los oídos cerrados y los ojos vendados. Solo aquellos que escuchan la Palabra de Dios y acuden a su llamada serán los elegidos y los que tendrán Vida Eterna.

Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

lunes, 26 de abril de 2021

¿SOMOS SAL Y LUZ EN EL CAMINO DE NUESTRAS VIDAS?

 

De vez en cuando conviene echar la vista atrás, no para lamentarnos ni para tener remordimientos de  conciencia, sino para sacar conclusiones y corregir los avatares y errores del camino presente y, quizás, futuro. El ayer nos sirve solamente para construir el futuro, y en ese sentido, analizar y reflexionar sobre nuestra vida, tanto pasada como futura, nos vendrá y servirá para mejorar el presente.

Lo verdaderamente importante es responder a esa pregunta que, saliendo de lo más profundo de nuestros corazones, debe interpelarnos y movernos a reflexionar. ¿Soy sal y luz con el ser y obrar de cada día en mi vida? O, dicho de otra forma, ¿es mi vida sal y luz para los que me rodean en mis ambientes de cada día? Porque, de no serlo, mi vida se empobrece, se individualiza y se aísla quedando reducida a un egoísmo que produce el efecto contrario al buscado.

La felicidad, que todos buscamos, no está en tener ni hacer. Ni siquiera poseer y tener poder y satisfacciones que te apetezcan te dan la felicidad verdadera. La experiencia nos lo presenta y nos lo descubre claramente. Empiezas a ser más feliz en la media que empiezas a darte en servicio y verdad a los que tienes al lado. ¿Y sabes por qué?, porque, eso es precisamente amar. El amor no está en los sentimientos, sino en la voluntad. Cuando tú quieres, por encima de lo que sientas, empiezas a amar, porque amar es un compromiso no un sentimiento.

Y en esa medida empezarás a ser sal y luz para los demás y los que te ven verán también que tus obras y tu vida está dando Gloria a Dios. Porque, solo darás luz y serás sal  que das gusto y esperanza a la vida injertado en la Luz del Mundo. Y esa Luz es Jesús, que ha venido a alumbrarnos con su Amor y Misericordia para darnos esa luz y sal que necesitamos para manifestarlo al mundo.

domingo, 25 de abril de 2021

VERDADERO PASTOR

 

Se entiende que un pastor es aquel que cuida, pastorea y guia al rebaño, pero, no todos los pastores son verdaderos pastores. Porque, el único y verdadero Pastor es aquel que da la vida por sus ovejas. Hay pastores que viendo venir el peligro se cuidan de no ser víctimas ni de caer en el peligro, importándoles poco lo que suceda a sus ovejas o rebaño. 

Jesús es un Pastor con Mayúscula hasta el extremo de dar su Vida por sus ovejas - las de su rebaño - pero, también por otras, que no siendo de su redil también atrae hacia Él y escuchan su voz. No solo lo dice en el Evangelio de hoy, sino que su actuar y su obrar así lo dejan claro y lo manifiestan: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.» 

Y esto lo dice Jesús y lo hace entregándose de una menara libre, gratuita y voluntaria. Se entrega por Amor y porque esa es la Voluntad de su Padre, que le ama y le da poder para entregar su Vida y también recuperarla. Es hermoso y esperanzador pertenecer a ese redil de Jesús, porque, tener por pastor a Jesús es reconfortante sabiéndose amado y salvado por el único y verdadero Pastor que te salva, no por interés sino por amor.

sábado, 24 de abril de 2021

UN CAMINO DURO Y DIFÍCIL

Jn 6,60-69

Seguir a Jesús no es camino fácil ni tampoco apetecible. Nos resulta más cómodo dejarnos llevar por la corriente y por nuestras pasiones. Caminar al ritmo de nuestros gustos e intereses, con y donde creemos sentirnos mejor y más felices. Sin preocupaciones ni tener que luchar contra nuestra conciencia y con lo que nos dice en muchos momentos nuestro corazón. Porque, experimentamos insatisfacción cuando percibimos y tomamos conciencia que lo que hacemos no es lo correcto.

Hay una lucha interior que nos inquieta y nos mueve a revelarnos contra nosotros mismos y, por tanto, nos molesta y nos resulta dolorosa. Es ese camino angosto del que nos habla Jesús. Siempre más difícil y preocupante que el camino ancho, relajado y donde todo es permitido. Y claro, seguir a Jesús exige una condición imprescindible, estar en Él y alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre. Porque, sin Él y por nuestra cuenta perdemos el tiempo y el mundo nos vence.

No cabe duda que si no entendemos lo que Jesús quiere significar con mi cuerpo y mi sangre podemos caer en un lenguaje difícil de entender, porque, no se trata de su Cuerpo carnal y su sangre humana. Se trata de su Espíritu de su Aliento y de su presencia espiritual en nosotros. Es lo que muy bien Pablo ha experimentado al decir: "No soy yo sino Cristo quien vive en mí".

Creemos que Jesús es el Pan de Vida que nos da la Vida Eterna, y que, consciente o no, todos realmente buscamos. Porque, no hay más signos que el de la Cruz. Si crees en Jesús Resucitado, creer que Jesús se hace Alimento espiritual para consustanciarse con nosotros no resulta difícil.

viernes, 23 de abril de 2021

COMER Y BEBER SU SANGRE ES VIVIR EN ÉL

Jn 6,52-59

Posiblemente, la ignorancia nos lleva a hacer grandes disparates. Es cierto y es verdad que nadie merece la gloria ni el perdón de sus pecados. Todo es regalo gratuito y misericordioso de Dios. Y eso, evidentemente es más notorio, más sensible y más eficaz cuando se está en estrecha y directa intimidad y relación con el Señor. Y la forma y manera más optima y real es en la Eucaristía. Porque, allí está real y presente, bajo las especies de pan y vino, el Señor.

En la Eucaristía somos contemporáneos del Señor, como dijo, me parece Benedicto XVI, porque, en esos momentos de la consagración y por la acción del Espíritu Santo - epíclesis - Jesús se hace presente y real bajo las especies de pan y vino y se transforma en alimento espiritual para nuestra alma. No es algo que recuerda que sucedió sino algo que está sucediendo en ese momento. Se actualiza su ofrecimiento, aunque incruento, transformado en pan y vino, para fortalecernos y alimentarnos espiritualmente.

Privarse de esto es un disparate monumental, porque no se trata de algo importante, sino de lo más importante, nuestra Vida y Felicidad Eterna. Y no debemos de privarnos porque nos consideremos indigno de recibirlo. Es que verdaderamente lo somos. Nos salvamos por la Infinita Misericordia de Dios, no por nuestras obras y méritos, que siempre son y serán insuficientes, sino por el Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios.

Por tanto, a pesar de nuestros pecados, que siempre estarán ahí, insistamos, perseveremos y acerquémonos humildemente con un corazón contrito, dolorido y arrepentido de nuestras faltas y pecados de cada día. Y tratemos de limpiarnos con frecuencia en ese hermoso y necesario Sacramento de la reconciliación. El Señor sabe de nuestras faltas, miserias y pecados y nos espera, como nos ha revelado Jesús, el Hijo, en la parábola del hijo pródigo.