Nuestra ceguera, cuando no nos interesa ver, esconde toda buena razón y los hechos que se exponen delante de nuestros ojos. La Iglesia, continuadora del anuncio de la Buena Noticia, sigue anunciándola hoy. Muchos se resisten a creerla y son indiferentes a ese anuncio de salvación. Pero, otros, no solo no creen en la Palabra de Jesús, sino que tampoco creen en sus obras y el testimonio que la Iglesia nos da a través de los apóstoles, testigos presenciales que compartieron con Él tres años de sus vidas.
Hoy, la Iglesia continúa esa labor misionera y salvífica. Y, también, continúa realizando, por y con el Nombre de Jesús, obras que dan razón de su presencia entre nosotros. Sin embargo, muchos seguimos con los oídos cerrados y los ojos vendados. Solo aquellos que escuchan la Palabra de Dios y acuden a su llamada serán los elegidos y los que tendrán Vida Eterna.
Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.