miércoles, 26 de abril de 2023

ESCONDIDO EN LAS COSAS SENCILLAS

En muchas ocasiones nos afanamos en transmitir los mensajes de forma compleja y sofisticada. Llenamos lo sencillo y natural de complejidad, de métodos y estrategia que al final queda disperso, oscuro y ambiguo.

Siempre me ha maravillado el Evangelio. Lo he dicho en muchos momentos cuando he tenido oportunidad. La forma de exponer, nuestro Señor Jesús, las enseñanzas son tan claras, tan sencillas y entendibles por todos que no hace falta ni siquiera saber leer sino simplemente escucharlas. La sal, la luz, el pan, el agua, la levadura, la puerta, la moneda…etc. estampas cotidianas de nuestra vida que nos señalan como debemos actuar y que sorprendentemente es lo que deseamos y tenemos enraizados profundamente en nuestro corazón.

Todos queremos vivir en la verdad, tener paz y tanto amar como ser amado. Pues bien, la Buena Noticia de forma tan clara y sencilla nos descubre con hermosa profundidad esos sentimientos que duermen dentro de nuestro corazón. Precisamente en el Evangelio de hoy se nos habla de la sal y la luz. ¿Quién no entiende lo que nos dice el Señor?

De forma sencilla, amena y a la altura de todos, sin ninguna exclusión entendemos que ser sal significa dar sabor con buenas obras, con la verdad por delante, con alegría y con gozo no solo a nuestra vida sino a todo lo que nos toca o con lo que nos relacionamos. Ser sal significa contagiar del sabor del amor y la misericordia que nos viene del Señor a todo lo que tocamos.

Y somos luz cuando alumbramos el camino de nuestra vida con esas buenas obras cargadas de verdad, de justicia y de amor gratuito y misericordioso. Somos luz cuando a través de nuestra vida vamos alumbrando el camino por donde encontramos la verdad, la justicia, la fraternidad, el gozo y alegría de sabernos hijos de Dios y invitados a vivir en plenitud eternamente. Tratemos, pues, de ser sal y luz.

martes, 25 de abril de 2023

CADA CUAL DESDE SU ATALAYA

Es posible que muchos descubran que tiene que salir a otros lugares, pero también hay muchos que viven en lugares concretos bien sea por origen o por circunstancias. Cada pueblo tiene su idiosincrasia y su lugar y en ellos habrá que misionar y proclamad la Buena Noticia.

Muchas veces me he preguntado, discerniendo sobre las misiones, que no solo en los lugares donde hace falta misionar y proclamar la Palabra de Dios hacen falta misioneros. También se necesitan en los pueblos, en las ciudades, en los colegios, en los trabajos, en las familias y en el lugar que Dios te haya puesto.

Todos estamos llamados a la misión. Misión de anunciar la Buena Noticia desde nuestra atalaya y desde nuestra vida con el ejemplo del buen testimonio, la palabra y las buenas obras. Y sin diferencias con aquellos primeros misionados – los apóstoles – y con los mismos poderes desde la fortaleza de nuestra fe. Y es que no es cosa que se nos ocurra a nosotros sino que es Palabra de Dios: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

Miremos cuantas veces vencemos y expulsamos esos demonios de tristeza, desconfianza, dudas, seducciones, tentaciones y abatimientos que nos amenazan y cuantas veces ayudamos a otros a que los expulsen de sus atormentados corazones con nuestras oraciones y compartir en la fe. ¿No observamos como podemos abatir el mal y vencerlo con y por el amor fortalecido en el Espíritu Santo y aliviar la angustia de otras personas. Sí, es cuestión de poner atención, escuchar, discernir y darnos cuenta de que los signos prometidos están vigentes y actualizados en todos los bautizados y apoyados en la fe en el Señor. La Palabra del Señor tiene cumplimiento.

lunes, 24 de abril de 2023

¿QUÉ BUSCAMOS EN EL SEGUIMIENTO A JESÚS?

Es natural que sintamos un impulso fuerte en nuestra voluntad movida por nuestro egoísmo cuando descubrimos algo que nos interesa. Comer gratis siempre interesa y más cuando la comida no es tan abundante o no tan fácil de conseguir.

Aquella gente se había quedado fascinada por Jesús. Se habían hartado hasta saciarse y le buscaban interesados en conseguir lo que necesitaban. Le habían descubierto como alguien que les podía solucionar muchos problemas y necesidades. ¿Será esa también nuestra actitud de búsqueda del Señor? Podemos preguntarnos serenamente cual es el motivo por el que yo quiero seguir a Jesús.

Sucede que, quizás sin darnos cuenta, estamos en la Iglesia porque nos interesa, porque nos relaciona para conseguir beneficios que nos interesan. O también somos consciente de ello y lo hacemos porque descubrimos que a través de fingir un seguimiento a Jesús conseguimos otras cosas de este mundo que nos interesan más. La cuestión es plantearnos esta búsqueda seriamente y responder también seriamente y en consecuencia.

Porque, claro está, seguir a Jesús comporta abrazar la cruz. Sin cruz no hay seguimiento que valga. El amor nace y se prueba en el dolor y sufrimiento. Ahora sé de algunas personas que están al lado de sus seres queridos sufriendo con ellos la enfermedad que les afecta y les amenaza sus vidas. Están porque les necesitan y responden a esa necesidad. Pregunto: ¿no es eso amar?; ¿no es eso una cruz?

Amar es aceptar no solo la alegría sino también el dolor y sufrimiento. Fue precisamente eso lo que nos enseña Jesús hasta el extremo de dar su Vida por la nuestra. Seguirle exige hacer lo mismo. Y si son otros intereses los que nos mueven a seguirle nos equivocamos.

domingo, 23 de abril de 2023

¡SEÑOR, QUEDATE CON NOSOTROS!

Por experiencia sabemos que la vida está llena de fracasos, desilusiones y también de alegrías. Pero puestas en la balanza experimentamos que hay tanto de una parte como de otra. Sin embargo, sucede que siempre estamos en el camino de alcanzar la satisfacción, nunca quedamos plenamente felices y nos vemos impulsados a seguir buscando. 

Experimentar un encuentro con el Señor se hace fundamental. Sin él no reaccionamos ni arde nuestro corazón. Sí, podemos creer, amar y ser buenas personas pero necesitamos experimentar la presencia en nuestro corazón del Señor Resucitado. Y por mucho que hagamos y cumplamos, solo un verdadero encuentro con Jesús hará que nuestro corazón arda de amor y misericordia.

No me pidas la receta ni como se puede buscar ese encuentro. Yo ni nadie lo sabe. Es algo personal e intransferible. Eres tú y el Señor. Sí, hay un camino: búscalo, cree en Él, intenta escucharle y persevera con paciencia y paz. Ten siempre presente que Él está ahí, dentro de ti esperándote. Si no se te ha insinuado será que quiere probarte, fortalecer tu fe, ejercitarte y … Realmente solo Él sabe lo que nos conviene y lo que necesitamos. A ti y a mí nos toca creer en su presencia, confiarnos a Él y perseverar con un corazón abierto a su escucha, Palabra y voluntad. Amén.

sábado, 22 de abril de 2023

MARÍA, MADRE DE DIOS

Jn 19, 25-27

Es lógico que cuando nos sucede algo notable y destacado lo compartamos con nuestros seres más próximos. Lógico que nuestra madre ocupe un lugar destacado en ese compartir nuestros éxitos y también fracasos; nuestras alegrías y también angustias. Por tanto, es lógico suponer e intuir, aunque no se mencione en el Evangelio, que la primera aparición de Jesús Resucitado, según San Ignacio de Loyola, fuese a su Madre.

María ocupa un lugar muy destacado en la Iglesia. Es la Madre y la que estuvo siempre al lado de su Hijo hasta el extremo de acompañarle hasta la misma cruz. Solo ella con su hermana, María, de Cleofás, María Magdalena y Juan el discípulo amado permanecieron firmes a los pies de la cruz. Es natural suponer que Jesús, Resucitado, diese la primera alegría a su Madre.

María es la Madre, la que también ruega por nosotros para que creamos en la Palabra de su Hijo. Ella quiere que todos creamos en su Hijo y sabe que solo su Hijo nos puede dar eso que tanto buscamos en este mundo. Ella, pues, intercede por nosotros y a ella recurrimos todos los que la tenemos por Madre. Ella es también un camino por el que nos podemos acercar a su Hijo. Es evidente que conociendo a la Madre nos adentraremos también en el conocimiento de su Hijo.

Eso no significa que por María alcanzamos la salvación y llegamos a Dios. Simplemente, tratamos de aclararlo, María intercede como Madre que es para que podamos conocer mejor a su Hijo. Es natural y lógico que una madre sepa mucho de su hijo. ¿Cómo no va a saber María muchas cosas de Jesús que nos puede enseñar y dar a conocer? ¡Claro!, por ella podemos intimar y llegar a un conocimiento mejor de Jesús.

Ahora, solo por Jesús podemos salvarnos. Él es el único mediador entre los hombres y su Padre, y solo por Él podemos alcanzar la salvación. Sin embargo, sabemos por experiencia que por muchos caminos podemos encontrarle y María, su Madre, es uno de los más importantes.

viernes, 21 de abril de 2023

NO SE TRATA DE TENER SINO DE DAR LO QUE SE TIENE

Jn 6, 1-15

Según los criterios del mundo lo que importa es el poder, el tener y la fortaleza. Es decir, cuanto más poder, más tener bienes y riqueza y fortaleza serás más importante y podrás hacer cosas grandes. Sin embargo, Jesús va por otro camino, toma lo poco, sin despreciar el que dé mucho, pero dándole verdadera importancia a lo que se dé, sea mucho o poco, de corazón, gratuito y plenamente. Recordamos a aquella pobre viuda que dejó dos insignificantes reales en la bandeja (Lc 21, 1-4).

Jesús toma lo pequeño, lo que a simple vista para el mundo es insignificante y tiene poco valor. Y lo hace para abrirnos los ojos, para demostrarnos que su poder es Infinito y su Padre es el Creador de todo lo visible e invisible. Por tanto, no se trata de hacer, sin que lo dejemos todo en manos de Dios, sino de saber que todo está en sus manos, sea poco o mucho. Claro está que los talentos recibidos los tenemos que poner en acción y en función de los más necesitados, pero siempre sabiendo que sean pocos o muchos, todo depende del Señor.

Esa fue la lección recibida de lo que hoy leemos en el Evangelio, la disponibilidad y entrega de aquel muchacho que puso a disposición lo poco que tenía: cinco panes y dos peces. Jesús, el Señor, se encargará, cunado así lo crea, de poner lo que falta. De la misma manera también nosotros, si creemos en el Señor, debemos poner de nuestra parte lo que tenemos y podamos y luego lo demás dejarlo en manos del Señor.

Y eso, humildemente así lo creo, es lo que la Iglesia, que somos todos, estamos haciendo. Sí, supongo, de manera imperfecta, a veces defectuosa y poco generosa, es verdad, pero siempre con el afán de hacerlo mejor y pedirle al Señor que nos dé un corazón más generoso y desprendido. La meta, nuestra meta, es alcanzar el desprendimiento total y esa esperanza no la perdemos pues queremos y nos esforzamos en ponernos en manos del Señor.

jueves, 20 de abril de 2023

FORTALECIDOS EN EL ESPÍRITU


Levantar la mirada y sostenerla firme no es cosa que está a nuestro alcance. Si lo intentáramos por nuestra cuenta fracasaríamos y el demonio nos sometería fácilmente. Pero si lo hacemos auxiliados por el Espíritu Santo otro gallo nos cantaría. Y ha bajado a nosotros en la hora de nuestro bautismo. Es decir, está con nosotros desde el instante que hemos sido bautizados. Solo tenemos que dejarle actuar.

La importancia del bautismo es vital. Necesitamos abrirnos al Espíritu de Dios y acogernos a la dignidad de ser sus hijos. Eso lo alcanzamos en la hora de nuestro bautismo, donde su Espíritu entra en nosotros. Somos recibidos como hijos de Dios por los méritos de Jesús, el Hijo Unigénito que entregó su Vida para nuestro rescate de hijos, y, a partir de aquí, el Espíritu Santo nos acompañará para fortalecernos y auxiliarnos en los momentos difíciles y de adversidad.

Necesitamos fiarnos de la Palabra de nuestro Señor. Él nos ha enseñado el Camino, la Verdad y la Vida con su propia Vida y Obras, y nos ha dado la Palabra para que entendamos cómo y por dónde debemos de caminar. El Espíritu Santo nos asistirá para que entendamos y sepamos discernir donde está la verdad y por dónde debemos ir. Por tanto, abramos las puertas de nuestro corazón al Espíritu Santo.