Jn 6, 1-15 |
Jesús toma lo
pequeño, lo que a simple vista para el mundo es insignificante y tiene poco
valor. Y lo hace para abrirnos los ojos, para demostrarnos que su poder es Infinito
y su Padre es el Creador de todo lo visible e invisible. Por tanto, no se trata
de hacer, sin que lo dejemos todo en manos de Dios, sino de saber que todo está
en sus manos, sea poco o mucho. Claro está que los talentos recibidos los
tenemos que poner en acción y en función de los más necesitados, pero siempre
sabiendo que sean pocos o muchos, todo depende del Señor.
Esa fue la lección
recibida de lo que hoy leemos en el Evangelio, la disponibilidad y entrega de
aquel muchacho que puso a disposición lo poco que tenía: cinco panes y dos
peces. Jesús, el Señor, se encargará, cunado así lo crea, de poner lo que
falta. De la misma manera también nosotros, si creemos en el Señor, debemos
poner de nuestra parte lo que tenemos y podamos y luego lo demás dejarlo en
manos del Señor.
Y eso,
humildemente así lo creo, es lo que la Iglesia, que somos todos, estamos
haciendo. Sí, supongo, de manera imperfecta, a veces defectuosa y poco
generosa, es verdad, pero siempre con el afán de hacerlo mejor y pedirle al Señor
que nos dé un corazón más generoso y desprendido. La meta, nuestra meta, es
alcanzar el desprendimiento total y esa esperanza no la perdemos pues queremos
y nos esforzamos en ponernos en manos del Señor.
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