viernes, 15 de marzo de 2024

CONDENADO A MUERTE IRREMISIBLEMENTE

Los judíos están obcecados y no razonan. Algo parecido pasa hoy en el orden político. Son muchos los que no razonan y siguen entregando su voto a partidos corruptos, terroristas y secesionistas. Y así sucede lo que estamos viendo.

Imagino que en tiempo de Jesús sucedió lo mismo: Prefieren su estado, su situación de poder antes que transigir a lo que propone Jesús. Ellos, sacerdotes y fariseos tienen ya su dios perfilado y el que desean y al que manejan a su antojo y conveniencia. Y la diferencia con lo que sucede hoy casi ni existe. Simplemente se cambia el decorado con respecto a la época.

La historia es la misma, el bien contra el mal. Parece que, en este nuestro mundo, el bien no es bien recibido ni tampoco aceptado. Se prefiere el mal. No necesitamos mucho esfuerzo para verlo en la realidad. Lo estamos viviendo con nuestros propios ojos en este momento. Prevalece y es aceptada, e incluso elegida y votada, la mentira. Da la sensación de que la verdad no puede emerger y, aunque a todos nos gusta vivir en la verdad, la mentira siempre se impone y vence.

Sin embargo, Jesús resiste y a pesar de ser condenado a una muerte de cruz, abrazado a ella, vence con su infinito amor misericordioso. Su Resurrección marca ese momento de triunfo y de esperanza. También nosotros, que creemos en Él y en su Palabra, esperamos, a pesar de las apariencias de este mundo donde parece vencedora la mentira, la victoria de la Verdad en el Señor Jesús. Con Él emergerá la Verdad y sucumbirá la mentira.

jueves, 14 de marzo de 2024

JESÚS, EN Y POR EL TESTIMONIO DE SU PADRE

En Jesús vive una sola idea, obediencia a su Padre. Viene en su nombre y para hacer su Voluntad. Todo en El es de su Padre y solo a Él le presenta en y con su Palabra. Anuncia la Infinita Misericordia del Padre y, obediente al Padre, voluntariamente entrega su Vida, por amor misericordioso, para salvar a todos los hombres de la esclavitud del pecado.

El Evangelio de hoy es tan claro y conciso que no, al menos en mi humilde opinión, merece comentario. Mejor y más claro no se puede decir: (Jn 5,31-47): En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis …

Ahora, después de leerlo serenamente y atentamente, medítalo y saca tus propias conclusiones. Dios ha enviado a su Hijo y, Él es el Rostro de su Padre, del que nos habla y nos anuncia su Infinito Amor Misericordioso. Su Divinidad está refrendada y testimoniada por su Padre, y sus Vida y Obra, por amor y misericordia, Voluntad de su Padre, dan testimonio de Él.

miércoles, 13 de marzo de 2024

PADRE E HIJO

En núcleo del amor es el bien. Porque, no todo lo que se ama es bueno. Muchos aman las riquezas, la fama, el privilegio, el poder…etc. y tratan de conseguirlo aún a base de extorsionar, engañar y toda clase de mal.

Nada tiene que ver el bien con el mal, y el Reino de Dios es un Reino de bien, de un amor misericordioso que busca el bien, la paz y justicia que se apoyan en la verdad. Porque, lo que no es verdad, es mentira y, consecuentemente siempre hace mal. La mentira vive en la oscuridad mientras que la verdad busca la luz para que sea vista por todos.

Jesús dice cosas que descubren su igualdad con el Padre: (Jn 5,17-30): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace…

Llama la atención que los judíos entendían que Jesús se igualaba al Padre. También el mismo Jesús lo declararía: Jn 10, 30 – Yo y el Padre somos uno – y dejaba claro su Divinidad. Sin embargo, hoy como ayer, muchos siguen negando esa Divinidad igualitaria de Jesús en el Padre y viceversa. Un Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Sucede que inmerso en un mundo que se mueve a velocidad vertiginosa no nos damos cuenta de nuestra propia existencia. Los avance de la técnica nos deslumbran y nos introduces en un consumismo vorágine que nos desdibujan la impronta de Dios en nuestro corazón. Pero, a menos que nos paremos un momento, pensamos y nos descubrimos criatura. ¿Quién nos ha creado? ¿Es posible que Alguien haya existido siempre, porque, de ser creado ha sido criatura de otro antes que ya existía? Por tanto, nuestro Padre Dios ha existido siempre, ¿nos damos cuenta de lo que decimos?

Y ese Dios nos habla por medio de su Hijo, y nos revela que nos ama con una misericordia infinita. Y no solo nos lo dice, sino que nos lo demuestra con su Vida y Obras hasta el extremo de entregar su propia Vida para remisión de nuestros pecados.

martes, 12 de marzo de 2024

EL AMOR NO TIENE LIMITACIONES NI TIEMPO

Cualquier día, a cualquier hora y en cualquier instante le amor de Dios tiene presencia y realiza maravillas. Nada le es imposible y todo se contiene y realiza en Él. Quizás nos ocurre a nosotros, como se decía en el Evangelio de ayer lunes, que un profeta no es estimado en su propia tierra.

Nos engañamos a nosotros mismos descansando nuestra fe en ese creer y esperar algo que escondemos con verdadero cinismo de que no sucederá. Nuestra fe, si podemos llamarla a sí, es muy débil y no termina por creer. Porque, ya lo dijo Jesús, si tuviéramos verdadera fe – Mt 17, 14-20 – como un grano de mostaza, moveríamos montañas.

Jesús, el Señor, te pregunta, no importa que sea sábado o cualquier otro día, si quieres salvarte. No se trata de sanarnos de una enfermedad puntual, que también se lo pedimos, sino de la salvación eterna. Y no importa el tiempo ni el día, ni siquiera el momento. El amor no tiene límites, ni hora, ni días. Está por encima de la ley y su misericordia es infinita. Eso sí, termina con una sugerencia que nos viene muy bien: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor».

lunes, 11 de marzo de 2024

PEDIMOS SIGNOS PARA CREER

No es fácil creer. Nuestra razón es obtusa y limitada y no alcanza más allá de lo que pueda ver. Necesita ver para comprender hasta el punto de que solo cree lo que ve. Todo lo que sea fiarse le cuesta y necesita tiempo y testimonio. Sobre estas premisas fiarse de Jesús no comportaría gran problema ni desafío. Y digo esto porque con Jesús todo cambia y es diferente. Su Palabra es veraz, misericordiosa y se cumple. Es otra manera de proclamar y anunciar la verdad. En Él todo es nuevo, veraz y auténtico y llega hasta lo más profundo de nuestros corazones.

La Palabra de Jesús da confianza, mueve nuestro corazón y, sobre todo, se cumple. Eso ayuda y mueve a creerle y fiarse de su Palabra. Sin embargo, muchos no lo ven así, se resisten a creer y piden signos. Supongo que si Jesús no atiende y cura al hijo de aquel funcionario real, éste no hubiese creído. Y añado, a nosotros nos pasaría algo parecido.

No cabe duda de que nosotros llevamos mucha ventaja respecto a aquel funcionario. Sabemos, por el anuncio de la Iglesia, quien es Jesús de Nazaret, y conocemos, al menos deberíamos conocer, su Vida y sus Obras. Y eso nos debe bastar para fiarnos y creer en su Palabra. Aquellos discípulos que iban camino de Emaús experimentaron eso que hoy comparto. Sus corazones prendieron de entusiasmo y de verdad. La Palabra de aquel extraño que caminaba con ellos llegó a sus corazones y, casi sin darse cuenta, experimentaron fuego ardiente en deseos de gozo, alegría y amor. Tal fue su impacto que decidieron regresar alegres a compartirlos con los demás. De un regreso resignado y vencido pasaron a una alegría y gozo de saber que Jesús estaba con ellos. ¡Había Resucitado!

¿Y que esperamos nosotros? ¿Acaso queremos exigirle al Señor algún signo? ¿Queremos que actúe para nosotros y nos haga un milagro? ¿Y pensamos que de esa forma creeríamos en Él? Creo que no pasaría nada, seguiríamos igual. La fe es un don de Dios y hay que buscarla y pedirla. Y eso pasa por acercarnos a Él, tratar de conocerle, de escuchar y de, pacientemente, fiarnos de su Palabra. Luego, lo demás vendrá cuando el quiera. ¿Acaso podemos exigirle?

domingo, 10 de marzo de 2024

UN AMOR SIN MEDIDA

Nunca llegaremos a comprender el amor de nuestro Padre Dios. Y es que si llegásemos a comprenderlo no nos hubiese hecho falta nada más, quedaríamos rendidos a sus pies. Por eso, necesitamos la fe, creer en Él y en su Palabra.

Su amor es tan grande que llega al extremos de entregar a su único Hijo, nuestro Señor Jesús, a una muerte de Cruz. Dios se entrega plenamente y, a pesar de ser rechazado, mantiene pacientemente su Infinita Misericordia. Jesús, en el nombre del Padre, anuncia su Palabra con el ejemplo de su Vida y de sus Obras, y acepta el rechazo, escarnio y su condena a una muerte de cruz.

Hoy, tal como ayer, vivimos un exilio. Dios ha sido expulsado de las aulas, de la sociedad y el mundo vive de espalda a Él. Es perseguido en muchos países y en otros tratado con cierta indiferencia y hasta arrinconado hasta no ser tenido en cuenta. Se le aparta del centro de la vida y de la familia tratándola de destruirla. Muchos cristianos entregan sus vidas hasta el punto de morir como mártires.

Sin embargo, los cristianos, muchos cristianos sostienen su fe en el Señor y, pacientemente, confían en su Palabra. Se acercan a Él y mantienen su vida en y a la luz para, que se vea, y por sus obras, dar testimonio del Amor Infinito y Misericordioso de Dios. Somos obra suya y todo nos viene del Señor. En Él descansamos y depositamos todas nuestras esperanza. ¡Alabado sea el Señor!

sábado, 9 de marzo de 2024

¿LLEGA MI ORACIÓN, SEÑOR, A TI?

Sucede con mucha frecuencia que nuestras oraciones se convierten en monólogos más que en diálogos. Ni escuchamos ni dejamos hablar al Señor. Y eso es así porque nuestra oración se convierte en una exposición de lo que hacemos y de lo que queremos recibir. Nos justificamos alegando nuestros éxitos y nuestras buenas obras, y pedimos lo que a nosotros nos parece mejor y conviene. Posiblemente esa oración no llegue a oídos de nuestro Padre Dios.

Me confieso de esos que, quizás porque no nos damos cuenta, oramos de esa forma. Y lo que intento es tratar de corregirme y darme cuenta de mis debilidades, fracasos y pecados. Si me confieso pecador debo ser consciente de que lo soy y mi oración debe convertirse en súplica de misericordia por mis pecados. Y si experimento algún avance de mejoría, tendré que dar gracias al Espíritu Santo, que me asiste y me convierte en mejor persona. Eso me da la clave de mi oración: siempre en actitud de humillación – porque no soy otra cosa – para, por la Gracia de Dios, ser enaltecido.

Pidamos que nuestra oración sea cada día más sincera, más humilde y más consciente de nuestras necesidades. Tratemos de escuchar al Señor y dejarnos guiar por el Espíritu Santo, pues es Él quien hace todo lo bueno que, a través de nosotros, le permitamos hacer. Reconozcamos nuestras limitaciones y sepamos que nuestra conversión será no por nuestros méritos, sino por la acción del Espíritu en nosotros. Eso sí, dependerá de nuestra libertad y elección, porque nuestro Padre Dios ha querido que seamos libre y decidamos por nosotros mismos. A partir de ahí, todo será obra del Espíritu Santo.