Los judíos están
obcecados y no razonan. Algo parecido pasa hoy en el orden político. Son muchos
los que no razonan y siguen entregando su voto a partidos corruptos, terroristas
y secesionistas. Y así sucede lo que estamos viendo.
Imagino que en
tiempo de Jesús sucedió lo mismo: Prefieren su estado, su situación de poder
antes que transigir a lo que propone Jesús. Ellos, sacerdotes y fariseos tienen
ya su dios perfilado y el que desean y al que manejan a su antojo y conveniencia.
Y la diferencia con lo que sucede hoy casi ni existe. Simplemente se cambia el
decorado con respecto a la época.
La historia es la
misma, el bien contra el mal. Parece que, en este nuestro mundo, el bien no es
bien recibido ni tampoco aceptado. Se prefiere el mal. No necesitamos mucho
esfuerzo para verlo en la realidad. Lo estamos viviendo con nuestros propios
ojos en este momento. Prevalece y es aceptada, e incluso elegida y votada, la
mentira. Da la sensación de que la verdad no puede emerger y, aunque a todos
nos gusta vivir en la verdad, la mentira siempre se impone y vence.
Sin embargo, Jesús resiste y a pesar de ser condenado a una muerte de cruz, abrazado a ella, vence con su infinito amor misericordioso. Su Resurrección marca ese momento de triunfo y de esperanza. También nosotros, que creemos en Él y en su Palabra, esperamos, a pesar de las apariencias de este mundo donde parece vencedora la mentira, la victoria de la Verdad en el Señor Jesús. Con Él emergerá la Verdad y sucumbirá la mentira.
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