No es fácil creer.
Nuestra razón es obtusa y limitada y no alcanza más allá de lo que pueda ver.
Necesita ver para comprender hasta el punto de que solo cree lo que ve. Todo lo
que sea fiarse le cuesta y necesita tiempo y testimonio. Sobre estas premisas
fiarse de Jesús no comportaría gran problema ni desafío. Y digo esto porque con
Jesús todo cambia y es diferente. Su Palabra es veraz, misericordiosa y se
cumple. Es otra manera de proclamar y anunciar la verdad. En Él todo es nuevo,
veraz y auténtico y llega hasta lo más profundo de nuestros corazones.
La Palabra de
Jesús da confianza, mueve nuestro corazón y, sobre todo, se cumple. Eso ayuda y
mueve a creerle y fiarse de su Palabra. Sin embargo, muchos no lo ven así, se
resisten a creer y piden signos. Supongo que si Jesús no atiende y cura al hijo
de aquel funcionario real, éste no hubiese creído. Y añado, a nosotros nos
pasaría algo parecido.
No cabe duda de
que nosotros llevamos mucha ventaja respecto a aquel funcionario. Sabemos, por
el anuncio de la Iglesia, quien es Jesús de Nazaret, y conocemos, al menos
deberíamos conocer, su Vida y sus Obras. Y eso nos debe bastar para fiarnos y
creer en su Palabra. Aquellos discípulos que iban camino de Emaús
experimentaron eso que hoy comparto. Sus corazones prendieron de entusiasmo y
de verdad. La Palabra de aquel extraño que caminaba con ellos llegó a sus
corazones y, casi sin darse cuenta, experimentaron fuego ardiente en deseos de
gozo, alegría y amor. Tal fue su impacto que decidieron regresar alegres a
compartirlos con los demás. De un regreso resignado y vencido pasaron a una alegría
y gozo de saber que Jesús estaba con ellos. ¡Había Resucitado!
¿Y que esperamos
nosotros? ¿Acaso queremos exigirle al Señor algún signo? ¿Queremos que actúe
para nosotros y nos haga un milagro? ¿Y pensamos que de esa forma creeríamos en
Él? Creo que no pasaría nada, seguiríamos igual. La fe es un don de Dios y hay
que buscarla y pedirla. Y eso pasa por acercarnos a Él, tratar de conocerle, de
escuchar y de, pacientemente, fiarnos de su Palabra. Luego, lo demás vendrá
cuando el quiera. ¿Acaso podemos exigirle?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.