domingo, 5 de julio de 2020

PEQUEÑO, SEÑOR, PARA ALABAR TU GRANDEZA

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Mateo 11,25-30. | Sagrado corazon de ...
Mt 11,25-30
Somos los pequeños los necesitados de la grandeza de los poderosos. Pero, no podemos obviar que el poder de este mundo es caduco y muy limitado. Nada comparado a la grandeza de nuestro Padre Dios. Por eso, Señor, reconocerte como lo más Grande y Poderoso es la máxima aspiración a la que puede aspirar una criatura humana. Criatura creada por Ti, mi Señor.

Por eso, quiero sentirme pequeño y abajarme a la máxima humildad para reconocer tu Grandeza, Señor, y poder abrir mi pequeño, pobre y humilde corazón a tu Luz y Sabiduría. No quiero sentirme, a pesar de las tentaciones, grande, autosuficiente y poderoso. Y, mucho menos, despreciar y no necesitar ser enseñado ni creerme más justo que los demás.

Soy consciente de la tentación de creerme más sabio que los otros hasta el punto de despreciarlos y hasta excluirlos, y cargarlos de leyes y preceptos que doblan sus espaldas y les hace el camino de sus vidas insoportable. Supongo, y así lo experimento, pues con un corazón de tal calibre abrirse a tus enseñanzas resultará muy difícil y, diría, que roza lo imposible. Tú lo has dejado muy claro cuando has dicho: Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo... - Mt 19, 23-34 -.

Quiero y me esfuerzo en ser humilde y reconocer todos mis pecados. Pecados que a veces se me esconden en lo más profundo de mi corazón y ciegan mi actuar y obrar con las pasiones, propias de mi naturaleza y tentaciones de este mundo. Quiero estar abierto a la Misericordia de mi Padre Dios anunciado y revelado por Jesús. Quiero vivir en esa actitud de abajarme, de hacerme pequeño, de llenarme de humildad y compartir mi vida con los más necesitados, que com yo, necesitan de tu Amor, Señor.

sábado, 4 de julio de 2020

UNA FORMA DIFERENTE DE VIVIR

Mateo 9, 14-17 | Evangelio del dia, Tiempo ordinario y Decir noEstar llamado a la felicidad no significa tener que sufrir o estar obligado a sufrir. Luego, ¿qué significa, toma tu cruz y sígueme? Significa que el seguimiento por amor está dispuesto, cuando así la vida lo exige, a soportar el dolor y el sufrimiento. Porque, no se nos puede esconder ni debemos obviar que la vida tiene momentos malos, enfermedades ,tragedias, errores y pecados, y eso nos exigirá soportarlos con paciencia y sufrimiento. Porque, eso es lo que significa amar y así, de esa manera nos amó y nos ama el Señor.

Y tampoco podemos ignorar que la naturaleza humana es débil y, tentada en sus más profundas pasiones pecaminosas, está amenazad y predispuesta a caer en el pecado. Y eso sólo lo podemos combatir con amor, tal y como nos enseñó e hizo Jesús. Por tanto, no podemos recurrir ni encerrarnos en la tradición y en la ley antigua que fundamenta su valor en la disciplina, en el ascetismo y los preceptos de la Torá. Posiblemente, quizás en esos tiempos se necesitaba actuar de esa manera. Los discípulos de Juan Bautista se conducían por el ayuno y sacrificios, pero Jesús nos anuncia otra forma de actuar y de vivir.

No se trata de renunciar al ayuno, sacrificio o privaciones, sino se trata de llevar todo al terreno de la moderación y del equilibrio. Pero, sobre todo pensando y en relación con los demás. Es decir, que tú no puedes comerte un filete de solomillo, por decirlo de alguna manera, cuando eres consciente que otro no tiene ni un poco de pan para comer. Eso cambia tu vida y tu manera de actuar y te exige desde el interior de tu corazón a actuar y cambiar el rumbo de tu vida.

Jesús nos llama a todos a la felicidad, una felicidad que la ganamos por y con el amor. Y un amor que se visualiza en tu relación con los demás. Sobre todo y de manera preferente con aquellos que carecen de lo necesario e imprescindible para vivir dignamente y con todos los derechos que la persona humana tiene por el simple hecho de ser hijos/as del mismo Padre.

viernes, 3 de julio de 2020

LAS LLAGAS ACTUALES DE JESÚS

Lunes ⛺️ L e c t u r a : Juan 20:24-29 Tomás Duda Del Señor ...
Jn 20,24-29
Ayer fueron las auténticas llagas de Jesús las que sanaron las llagas de la incredulidad de Tomás, pero, hoy, son las llagas de todos los mártires y testigos que están sufriendo la persecución por sostenerse y dar testimonio de su fe, los que, quizás, estén sanando tu incredulidad y tu respuesta de fe que se debate interiormente en tu corazón.

Nuestra razón quiere razones y se resiste a doblegarse a la fe. Eso sí, quiere creer, pero busca una fe que se sostenga en su razón con pruebas y hechos que sean vistos personalmente por él. Es lo que plantea Tomás en el Evangelio de hoy. No está dispuesto a creer nada que él no pueda comprobar y exige pruebas que puedan sacarle de su incredulidad. El testimonio de sus compañeros no le convence.

Esta sencilla reflexión puede también plantearnos a nosotros el mismo problema. Podemos preguntarnos, ¿tengo yo dudas con mi fe? ¿Me planteo yo exigir pruebas para creer? Es cierto que nuestra fe pasa por momentos oscuros y débiles a consecuencia de las tentaciones con las que el mundo nos tienta y provoca. Es verdad también que nuestra naturaleza, débil y frágil por el pecado, está inclinada a la satisfacción de sus propias pasiones y todo eso nos hace dudar. ¿Por qué? 

Porque, nos tienta a la comodidad, al bienestar, a la vida fácil y a vivir despreocupado y buscando satisfacciones que nos den una felicidad inmediata, aunque nos consta que artificial y caduca. Una felicidad de instantes que no terminan de llenarnos plenamente y nos mantienen siempre buscándola. Pero, lo peor es que se trata de una felicidad con fecha de caducidad. 

Y eso es una felicidad apoyada en la mentira. Sin embargo, hay muchos testimonios - llagas modernas - que me están reclamando una credibilidad de las llagas del Jesús crucificado. Unos testimonios en otros cristos crucificados que, abandonados en Él, han abiertos sus corazones a la fe.

jueves, 2 de julio de 2020

EL ESFUERZO DE LEVANTARSE

Mateo 9,1-8 – Levántate y anda - Roguemos al Señor
Mt 9,1-8
No es tan fácil levantarse, tomar la camilla y salir por tus propios pies. Y digo que no es tan fácil, porque, Jesús da la orden, te invita a levantarte después de acogerte y perdonar tus pecados, pero, serás tú solo quien tiene que hacer el esfuerzo de levantarse, abrir tu corazón para acoger ese misericordioso perdón y, confiado, iniciar el camino tomando tu camilla contigo ¿Estás de acuerdo?

Porque, levantarse significa que has abierto tu corazón a la acogida y misericordia de Dios. Estás dispuesto a coger tu camilla, es decir, tus defectos, tus parálisis, tus errores, tu soberbia y tus pecados y caminar con ellos sabiendo que el Espíritu Santo - el mismo que ya recibiste en tu bautismo -  te acompaña y te asiste para que puedas - liberado de esas parálisis - caminar erguido y firme hacia tu principal objetivo, tal es la santidad.

Tu camino está delimitado y señalado desde las entrañas de tu corazón. Has sido creado para amar y ese amor sólo lo puedes concretar y transparentar en la relación y comunión con los otros. Así, que no hay otro camino. Levantarte es coger tu camilla del amor y buscar la relación con el otro para servirle en la verdad y la justicia. Servirle desde la actitud de manifestarle que te preocupas por él tal y como Jesús se preocupa por mí. Es, como podemos ver, muy fácil de entender, pero muy difícil de vivir.

Por eso, experimentamos que sólo en su presencia y abiertos a la acción del Espíritu Santo podemos afrontar ese camino y, abandonados en sus Manos, dejarnos orientar y conducir hacia la meta de la santidad.

miércoles, 1 de julio de 2020

LA ECONOMÍA ANTES QUE LA VIDA

Mateo 8,28-34 - Él les dijo: «Vayan.» - Roguemos al Señor
Mt 8,28-34

El Evangelio de hoy nos descubre lo que verdaderamente somos, porque, en la actualidad estamos viviendo lo que el Evangelio, hace ya aproximadamente dos mil años, nos ha denunciado. Aquel pueblo, dice el Evangelio, salió adonde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país. ¿No te descubre esas palabras la realidad que vivimos actualmente en este tiempo de pandemia?

Sí, anteponemos la economía y, al menos lo parece, nos preocupa más que la propia vida. Eso es lo que se deja ver en este tiempo de confinamiento. Se habla y nos preocupa más nuestra situación económica que las muertes que ha ocasionado esta pandemia. Incluso, muchos, sobre los que recae la responsabilidad de muchas muertes, hablan de salvar vidas cuando son responsables de tantas muertes. Y todo se quiere justificar con la recuperación económica.

Sin embargo, Jesús toma el riesgo de enfrentarse a esos demonizados y los expulsa para liberar al pueblo de ese mal demoniaco. Porque, Jesús no ha venido a pasarlo bien ni a acomodarse en el bienestar, prestigio y la seguridad. Jesús interviene y aleja al demonio de nuestro lado para despejarnos el camino y señalarnos la ruta por donde ir hacia la liberación, la paz, la felicidad y la Casa del Padre. Pero, ¿qué hacemos nosotros al respecto? Preferimos nuestros proyectos, nuestras seguridades y nuestra economía y dejamos todo lo que no entren dentro de nuestro interés.

¿Somos libres?, no podemos preguntar. ¿Libres de qué? ¿Acaso no estamos sometidos a la economía, a la riqueza y al bienestar, hasta el punto de dar más valor a ella que a la vida? ¿Qué clase de libertad es la que tenemos? ¿Una libertad dirigida, esclavizada y sometida al interés material? ¿Y es eso libertad? Responder a esas preguntas y otras más será un ejercicio que nos puede ayudar. Claro, si lo hacemos desde una honrada y sincera intención de buscar la verdad.

martes, 30 de junio de 2020

MOMENTOS DE TEMPESTADES

MATEO 8, 23-27 | Seguir a jesús, Frases religiosas, Evangelio

 Mt 8,23-27
Vivimos un tiempo donde el Evangelio de hoy se puede aplicar muy bien a estos momentos de tempestades, olas gigantes y dificultades que amenazan poner nuestra Vida Eterna en peligro. Si ya tenemos peligros que se derivan de nuestra propia naturaleza humana, débil y herida por el pecado, cuánto más cuando el mundo, demonio y carne nos tientan y amenazan con esta manera de manipularnos y despojarnos de nuestros derechos a pensar libremente. Indudablemente, navegamos en unos mares tempestuosos y bravos que amenazan con hundir nuestra Barca de salvación.

Sin embargo, y a pesar de nuestros miedos, sabemos que Jesús está con nosotros. Él nos lo ha dicho y, su Palabra siempre se cumple. Y así, tal como nos lo dice el Evangelio hoy, Jesús interviene y suaviza esas tempestades y obstáculos que amenazan nuestra vida. Pero, más la Vida verdaderamente importante, la Vida Eterna.

Jesús siempre está con nosotros. Eso es Palabra de Dios, porque es su misma promesa, y nosotros tenemos y debemos confiar en Él. La Iglesia, la Barca en la que navegamos, estará siempre protegida y los poderes del Maligno no podrán con ella - Mt 16, 18 -. Eso debe darnos tranquilidad aunque en algunos momentos la oscuridad nos ciegue y llegue a desesperarnos, tal y como ocurrió en aquel momento a los apóstoles cuando sufrieron la tempestad y Jesús parecía estar durmiendo.

Igual nos puede suceder a nosotros hoy. Hay muchos momentos en nuestra vida que Jesús parece ausente y pensamos que se ha ido y que estamos a merced de los poderes del maligno. No perdamos nunca la esperanza de sabernos asistidos y acompañados por y con el Espíritu Santo. Ese mismo Espíritu Santo que acompañó a Jesús al desierto y vino a nosotros en la hora de nuestro bautismo.

lunes, 29 de junio de 2020

PEDRO Y PABLO

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Mt 16,13-19
Hoy celebramos el día de Pedro y Pablo, las dos columnas donde se edificó la Iglesia que Jesús ha elegido y ha establecido poniéndolos como sostén de la misma. Pedro, un humilde pescador sin preparación ni cultura que no entiende nada y que, asustado y temeroso, le niega la noche de su prendimiento. Y, Pedro, un erudito de la ley judía, bien formado y comprometido en acabar con esa proclamación del Jesús resucitado que los cristianos proclamaban.

Como podemos observar, la Iglesia se edifica y construye sobre dos grandes pecadores, uno que le niega y otro que le persigue, y, me atrevería a decir, que muchos dentro de ella seguimos siendo grandes pecadores y la defraudamos en muchos momentos. El milagro de la Iglesia, como institución  civil y eclesiástica, es que, formada por pecadores persevera y se mantiene firme y fiel a la consigna de su fundador, Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Una Iglesia que, perseguida hasta el deseo de aniquilarla se mantiene erguida, firme y viva a pesar de estar formada por pecadores heridos y tentados por el pecado y el demonio.

Mundo, demonio y carne son las tres amenazas que tratan de echar abajo esa Iglesia que Jesús deja en manos de sus discípulos, de manera muy particular a cargo de Pedro, en su organización interior y jerárquica, y a Pablo, como altavoz de una Iglesia que sale al mundo y proclama que Jesús es el Mesías enviado para salvar al mundo. Un Mesías que nos pide hoy, como les pidió a sus apóstoles, que pensamos de su Persona. 

Porque, todo dependerá de quien creas tú sobre quien es Jesús. Porque, si no crees que es el Hijo de Dios, nuestros esfuerzos serán en vano. Ya lo dijo Gamaliel -Hch 5, 34-39 - en cierta ocasión al sanedrín. Y una prueba de ello es que la Iglesia, a pesar de los pecados de Pedro y de Pablo, y de todos nosotros, está en pie y se sostiene firme. Está claro, es la presencia del Espíritu Santo que la guía y la sostiene hasta la segunda venida del Salvador y Mesías, que nos ha prometido venir a buscarnos para llevarnos a las moradas que nos prepara - Jn 14, 2-3-.