domingo, 10 de abril de 2022

DETRÁS DE LA CRUZ SE ESCONDE LA ALEGRÍA DE LA RESURRECCIÓN

 

¿A dónde vamos? ¿Quién nos puede guiar y servirnos de modelo en este camino, que, sabemos con certeza, que termina con la muerte en y de este mundo? Nuestro cuerpo, nuestro querido cuerpo, al que cuidamos con esmero, voluntad, dedicación y paciencia, se corrompe. Tiene un tiempo, y bien lo sabemos, y, llegada su hora, alcanza su final.  ¿Qué ocurre después? ¿Se acaba todo o sigue la vida? Descubrimos que, dentro de nosotros, hay una chispa de eternidad. Queremos seguir viviendo y experimentamos que la vida quiere seguir.

¿Quién ha puesto esa chispa de eternidad dentro de nosotros? ¿Es esa el alma de la que tanto hemos oído hablar? Aquí aparece Jesús, ese hombre impresionante, diferente, que habla con autoridad y coherencia, y que haces milagros y obras extraordinarias. Y, el mundo, los hombres de este mundo llamado a la caducidad, no le escuchan ni le hacen caso. Es más, les molesta su presencia y deciden eliminarlo. El Evangelio de este domingo nos narra y cuenta la Pasión de Jesús. Señor de la Vida y de la muerte. Porque, esa es la novedad, Jesús vence a la muerte y Resucita.

Y eso es lo que nos importa y lo que se esconde detrás de todos estos días en los que celebramos eso, la Pasión, muerte y Resurrección del Señor. Nuestro Señor Jesús. Indudablemente, la vida sigue, y sigue porque Jesús nos lo ha dicho y demostrado. Ha Resucitado después de haber sido crucificado y muerto en la cruz. Después de ser sepultado y permanecer hasta tres días sepultado. ¿Cómo es posible que nadie lo haya visto sino sus amigos? ¿Por qué no se les ha aparecido a los que no le creían? ¿Piensas que, de haberlo hecho, le hubiesen creído? Seguro que no. Además, no tendría sentido hacerlo, porque, ¿para qué entonces la fe? ¿Para qué tantas pruebas, libertad de elegir si después se aparece y desvela todo? ¿Se podría ser libre para optar por un camino u otro? La parábola del rico epulón – Lc 16, 19-31 – lo aclara muy bien.

Luego, esta semana santa siempre será diferente, porque, lo verdaderamente importante es encontrar o reencontrar el verdadero camino. ¿Para qué estoy aquí? Y, ¿a dónde me dirijo, y para y por qué? Y, sobre todo, lo más importante, ¿en quién me apoyo y a quién busco para que mi vida sea Vida Eterna en plenitud? Pue bien, llegamos a la conclusión: Jesús, el Hijo de Dios, ha Resucitado. Él, por tanto, será quien nos pueda enseñar y, por su Amor Misericordioso, resucitar y hacernos eternos.

sábado, 9 de abril de 2022

MOLESTAN Y PREOCUPAN LOS SIGNOS DE JESÚS


Jn 11,45-56
La resurrección de Lázaro había llamado la atención. ¡Y no era para menos! ¿Nos imaginamos que, ahora, en pleno siglo XXI, resucitara alguna persona después de estar muerto y sepultado varios días? ¡Hoy, en plena época de las comunicaciones se enteraría todo el mundo, sería algo apoteósico!

Pues bien, la resurrección de Lázaro fue el detonante de que tomaran la decisión, por medio de Caifás, sumo sacerdote del aquel año, de condenar a Jesús a muerte. No soportaban que la gente, admirada y sorprendida, de, no solo las obras y milagros de Jesús, sino de su autoridad y Palabra, le siguiesen entusiasmados. Y, desde ese momento se pusieron por obra quitarlo del medio. Le perseguían y le buscaban para prenderlo. Y, aunque esté algo más disimulado en alguna parte, hoy siguen persiguiéndolo en todos aquellos que creen en Él.

Ante esa amenaza, Jesús, decide apartarse un poco y retirarse a Efraín, donde permanece un tiempo alejado de la amenaza de los que le buscan. Se acerca la Pascua y están pendiente de la presencia de Jesús Sabemos, y eso es un privilegio y gran ventaja, lo que va a suceder. Sabemos que Jesús va a dar voluntariamente y por amor su Vida. La entrega para salvar la nuestra. Y sabemos que Jesús Vive, ¡ha Resucitado!

Ahora, podemos preguntarnos, ¿buscamos nosotros a Jesús? Y si es así, ¿para y por qué? ¿Queremos que nos cure y nos dé de comer? ¿Le buscamos por intereses materiales? Porque, dependiendo de nuestra actitud, podemos también estar nosotros amenazando y matando a Jesús con nuestra indiferencia, y rechazos. Por tanto, sería bueno, muy bueno, reflexionar y plantearnos ahora, en la proximidad, ya a las puertas, la Pascua, ¿qué buscamos y que pensamos nosotros del Señor?

viernes, 8 de abril de 2022

JESÚS ES EL DIOS ENCARNADO


No se dan cuenta pero sus corazones endurecidos permanecen cerrado a la Verdad. No escuchan a Jesús. Diga lo que diga y, haga lo que haga, no aceptan que Jesús, el Hijo de Dios, se proclame el Dios encarnado. Es evidente que sus corazones endurecidos les impiden ver la Verdad. Se instalan y quedan anclados en la mentira y la hipocresía. Está sumidos en las tinieblas, opacos y ciegos a las obras y palabras de Jesús. Solo quieren matarlo porque no aceptan que sea proclame Hijo de Dios igualándose con el Padre. Ellos se han fabricado una imagen de su Mesías, y no aceptan otros. Menos a un Jesús que se presenta humilde, pobre y conocido, uno más entre todos.

Es evidente que las obras que hace Jesús vienen dadas por su Padre. Es, precisamente, el Padre quien le envía – no viene Jesús por su propia cuenta – y quien da testimonio de su Hijo presentándole como el Predilecto e invitándonos a escucharle. Pero, ni por esto ni por nada, sus corazones se ablandan. No escuchan a Jesús. Tienen una idea asumida de como tiene que ser su Mesías y no admiten otra. Están atados a sus leyes y a su forma de ver. No se les pasa por la cabeza que el Plan de Dios sea otro.

¿Y nosotros? ¿Qué pensamos al respecto? ¿Nos creemos mejores que ellos? Sería bueno que reflexionáramos al respecto y, humildemente, aceptáramos nuestra ignorancia, nuestros errores y la Misericordia Infinita y Paciente que Dios, nuestro Padre, tiene con nosotros. Sin lugar a duda. Jesús, es el Señor, y Él nos indica con su Vida y sus Obras el Camino a seguir, la Verdad a proclamar y la Vida a ofrecer.

jueves, 7 de abril de 2022

LLAMADOS A LA VIDA ETERNA


Jn 8,51-59
Creer en Jesús significa no saber lo que es morir. Es decir, vencer a la muerte, o lo que es lo mismo, no morir sino pasar de este mundo, dejándolo todo aquí a otro mundo donde Jesús nos ha dicho – Jn 14, 2 – que ha ido a prepararnos una morada. Y eso, que Jesús, no solo nos lo dice, sino que nos lo promete, es lo que, simultáneamente, también sentimos nosotros. Nos estremecemos cuando leemos esas Palabras que nos dice Jesús: (Jn 8,51-59): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás».

Es evidente, primero, porque nos lo dice y promete Jesús, quien cumple todo lo que dice; segundo, porque es lo que, precisamente, queremos y sentimos en lo más profundo de nuestro corazón. Diríamos, es lo que realmente queríamos oír. Y, quien lo dice tiene Palabra de Vida Eterna. Las Palabras de nuestro Señor son determinantes, esperanzadoras y firmes: «Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás» Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Él ha vencido la muerte y ha Resucitado, por tanto, nos da la Vida Eterna.

Estamos llamados a la Vida, y tras pasar del útero de nuestra madre a este mundo, pasaremos después, de este mundo, a esa morada que Jesús nos ha preparado. Indudablemente, no hemos sido creados para morir. Lo experimentamos desde lo más profundo de nuestro ser. Estamos llamados a vivir y nunca morir, tal y como nos dice y promete Jesús, nuestro Señor.

Por tanto, nuestra esperanza es la vida. Una vida que desde su concepción en el seno materno pasamos a este mundo. Y, llegada la hora final en este mundo, pasamos a ese otro mundo eterno que Dios nos tiene preparado. Porque, nuestra máxima aspiración es la vida y, para eso hemos sido creados, para vivir eternamente.

miércoles, 6 de abril de 2022

CON LA MENTIRA NACE LA DESCONFIANZA


No cabe ninguna duda que cuando se miente se pierde la confianza. Y, sin confianza, es evidente que no hay libertad ni seguridad. La duda estará siempre presente y, también, la amenaza y el desconcierto. Solo la verdad te hace libre, te da confianza y actúas con plena libertad sabiendo que es el bien lo que se persigue y se busca.

Y eso es lo que transmite Jesús, libertad y confianza, nos libera de la mentira e hipocresía que se esconde tras y en el pecado. La verdad, por tanto, está en Jesús, que hace la Voluntad de su Padre Dios. No está la verdad en los hombres, que tratan y quieren imponer su Voluntad, que está sujeta al error, a su soberbia, vicios, pasiones y pecados. Sólo, si miramos a Dios encontramos la Verdad. Una Verdad que te libera, que se apoya en lo que es bueno, que busca el bien común y se comparte en y con la búsqueda de lo mejor para todos.

Además, nuestra propia experiencia nos descubre esa sintonía con la verdad. Todos queremos decir y vivir en la verdad. Nadie quiere ser engañado y, la Palabra que Jesús nos anuncia coincide con lo que realmente sentimos dentro de nuestro corazón. Por eso, nos admira y nos gusta escuchar a Jesús. Su anuncio habla sobre esa Verdad que todos queremos también hacer nuestra. Y, verdaderamente, nos sentimos libres, a gusto y en paz cuando le escuchamos. Nuestro corazón salta y se estremece de gozo y alegría.

martes, 5 de abril de 2022

YO SOY

Yo Soy el que Soy es la frase que Dios daría como respuesta cuando Moisés le interroga por su nombre. Y, en este pasaje evangélico de hoy, mi primera impresión fue recordar esas Palabras. Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». Él les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».

Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.

La pregunta que este Evangelio suscita en nosotros, al menos en mí, es: ¿creemos en Jesús al leer su Palabra y tratar de escucharla en lo más profundo de nuestro corazón? ¿O, al contrario, como aquellos fariseos, seguimos pensando que Jesús no es el Mesía enviado por el Padre? Nos preguntamos: ¿Qué Mesías esperamos? ¿Queremos uno que se adapte a nuestra medida e intereses? Será cuestión de meditarlo serenamente y, a la Luz del Espíritu Santo, encontrarnos humildemente con el verdadero Mesías, Jesús, que ha sido enviado por el Padre para liberarnos de la esclavitud del pecado.

Las Palabras de Jesús son muy claras y no dejan lugar a dudas. Otra cosa es que no queramos escucharle.

lunes, 4 de abril de 2022

LA LUZ NOS DESCUBRE QUIENES SOMOS

 

No busquemos luz donde no la hay, porque, la luz del mundo es opaca y no nos alumbra el verdadero camino que nos lleva a la Vida Eterna, esa chispa que arde dentro de nosotros y nos llama irremediablemente a la eternidad gozosa y plena. La Luz que buscamos, la que verdaderamente alumbra es Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida. En Él podemos encontrar esa Luz que buscamos y que, verdaderamente, nos alumbra e ilumina para mirarnos interiormente y vernos tal y como somos: imperfectos y pecadores, necesitados de y para ir mejorando y alcanzando la perfección, cuyo modelo es Jesús. En Él nos miramos y, tratando de imitarle, seguimos sus pasos.

Jesús, nuestro Señor, es el enviado del Padre, a quien nadie conoce ni ha visto. Y, precisamente, no le conocen porque se resisten a conocer a Jesús, que viene en nombre del Padre y avalado por el Padre, que da testimonio de Él. Su testimonio es, pues, valido porque sabe quien es y en nombre de quien viene. Y, precisamente, viene a alumbrarnos nuestra vida, nuestro interior, nuestras imperfecciones. Porque, si nos reconocemos imperfectos, nuestro camino debe ir mejorando y caminar hacia la perfección, a pesar de queo no podamos alcanzarla plenamente.

Vernos interiormente tal y como somos: nuestra naturaleza herida por el pecado: soberbia, vicios, debilidades y pasiones que avivan nuestras flaquezas y caídas, y ponen de manifiesto nuestra impotencia para resistirnos y liberarnos de la tentación al pecado. Y solo Jesús nos ilumina, nos libera y nos señala el camino a seguir.