lunes, 21 de abril de 2014

JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE



Los sumos sacerdotes no daban crédito a lo que les decían y, por otro lado, sus soberbias les traicionaba y tratan de justificar aquello que no se puede justificar. Se autoengaña distorsionando la realidad. Sobornan a los soldados para que extiendan que han sido los apóstoles quienes han robado el Cuerpo de Jesús. Algo difícil de sostener y mantener.

Hoy, muchos, no creen en Jesús, pero no porque quieran creer que han robado su Cuerpo, cosa imposible, sino porque se obstinan en querer comprender lo que no se puede comprender desde nosotros mismos, sino por la Gracia del Señor. 

Hay una y mil razones para creer, pero también hay para dudar. Porque la duda siempre nos estará amenazando. La fe implica ver y no veremos más hasta que ya no nos haga falta la fe, porque lo veremos con nuestros propios ojos. Será cuando acabe este nuestro periplo por este mundo.

 El testimonio de los apóstoles es suficiente y también el deseo de sed de agua viva que salta hasta la fuente eterna. La fe es un don de Dios y como tal se lo pedimos, porque queremos creer y creemos en su Palabra y el testimonio de la Iglesia.

Sin embargo, somos débiles y frágiles y necesitamos que nos aumentes la fe Señor. Y eso te pedimos hoy, día en que celebramos que Tú estás vivo entre y nosotros para resucitarnos a nosotros también. Por eso te pedimos: "Aumenta nuestra fe Señor".

domingo, 20 de abril de 2014

ELLOS NO LO HABÍAN ENTENDIDO, PERO NOSOTROS, POR EL TESTIMONIO DE ELLOS, AHORA SÍ LO SABEMOS


(Jn 20,1-9)

Estaban derrotados, desilusionados, vencidos, decepcionados... No habían entendido nada y, por lo tanto, no esperaban nada. Esa mañana tuvo que ser grandiosa, tan grandiosa que les movió toda su vida a seguir al Señor en cuerpo y alma y a darlo todo por Él.

Me imagino el desasosiego y la esperanza contenida por imaginar y empezar a entender lo que el Maestro les había dicho. ¿Dónde estaba Jesús? ¿Había Resucitado? ¡Dios mío, esto cambiaba todo de forma radical! Jesús vive, ha triunfado y el Amor es el camino del triunfo. La muerte no es la última palabra. Es Jesús quien nos da la vida y quien tiene la última Palabra. Es el Señor, el Hijo de Dios Vivo.

Hoy es un día grande, grande porque se pasa de la muerte a la vida; de la derrota a la victoria; de la tristeza a la alegría, de la desesperanza a la esperanza... Xto. Jesús ha Resucitado y en Él resucitaremos nosotros también, porque su Amor y Misericordia es Infinita.

Por eso, en contenida alegría y sabiendo, por el testimonio de los apóstoles, que Jesús ha vencido a la muerte, esperamos con inusitada y silenciosa alegría el momento exultante de proclamar que Jesús Vive entre nosotros y nos resucitará en Él por la Gracia y el Amor de Dios Padre.

sábado, 19 de abril de 2014

DÍA DE CRUZ Y DE VICTORIA



Hoy actualizamos nuestra liberación, porque la muerte, nuestro mayor azote, ha dejado de serlo, pues Xto. Jesús ha Resucitado y con ello ha vencido la muerte. Y no lo recordamos sino que lo actualizamos y lo hacemos presente. Cada instante de nuestra vida es un instante de resurrección porque se produce vida, vida que se sostiene en Xto. Jesús.

Somos frágiles y muy débiles. Por cualquier insignificancia nuestra vida corre peligro de acabar. Concretamente, ayer noche, después de venir de la celebración de la Santa Cena, tomando algo ligero en casa me atraganté con un poco de pan y lo pasé muy mal. Se paseó por mi mente que me asfixiaba y Berta, mi mujer, lo pasó muy mal.

Experimenté resurrección y fragilidad. Y tomé conciencia que cada momento de mi vida está sostenido en y por el Señor. Él nos salva, nos acoge, nos perdona y nos libera. Y en estos días de Semana Santa actualizamos esa liberación y salvación que durará todos los días del año hasta la próxima actualización. Vivimos el momento presente en el que somos liberados, tal como me ocurrió a mí en ese percance.

Puede ser cualquier enfermedad, desesperanza, tiniebla, oscuridad, sacrificio, mortificación, dificultad...etc. Estamos siendo salvados y liberados a cada instante de nuestra vida, y hoy, de forma especial, actualizamos esa vivencia de cada día.

Por tu Cruz, Señor, somos salvados y resucitados. Amén.

viernes, 18 de abril de 2014

HA LLEGADO LA HORA

(Jn 18,1—19,42)


No se le cree y se le rechaza, porque proclamarse Hijo de Dios sería subordinarles y desposeerlos de sus poderes y gobiernos. No esperan a un enviado de Dios humilde, pobre y sin poder, y dedicado a hacer el bien y a curar enfermedades. Ellos quieren un enviado poderoso, fuerte y guerrero que pueda llevarles a liberarles de la esclavitud del pueblo romano.

No atienden a razones ni dan crédito a la Palabra de Jesús. Lo tachan y condenan acusándole de blasfemo y de querer nombrarse rey. No entienden nada y sólo les preocupa perder sus posiciones y su situación con el poder romano. Así que decididos buscan y acusan a Jesús de blasfemar y consiguen que los romanos lo condenen a una muerte de Cruz.

La Cruz se convierte entonces en nuestra liberación y salvación. En ella somos redimidos y rescatados por los méritos de Xto. Jesús, y en ella, por la Misericordia de Dios, somos perdonados de nuestros pecados. Por eso, nuestra vida es un camino de Cruz, un camino de perdón y misericordia, un camino de amor de paz.

Pidamos en este día que el Espíritu Santo nos impulse a soportar y cargar con la Cruz de cada día por la Gracia de nuestro Padre Dios. Amén.

jueves, 17 de abril de 2014

AMAR COMO YO LES HE AMADO

(Jn 13,1-15)


No se trata simplemente de amar. Porque podemos amar a nuestra manera. De hecho, muchos lo hemos dicho: "Yo amo a mi manera". Y muchos también anunciamos que somos así y así me tienen que aceptar, pues a esta edad no voy a cambiar. La cuestión es que la manzana la queremos comer a nuestro estilo y según nuestras formas de entender y vivir.

Y ese es el punto de arranque y la medida de conversión. No te conviertes por practicar un culto o normas y disciplinarte con unas practicas religiosas. No es la cosa tan fácil, porque de ser así sería cuestión de hábitos, disciplina y algo de voluntad. Eso lo hacen muchos, incluso en el gimnasio, practicas deportivas...etc. No se trata, pues, de estar al lado de Jesús, adorarle y seguirle. Es algo mucho más serio y comprometido.

Se trata de sintonizar con Él y vivir en su estilo y sintonía. Se trata de no simplemente anunciarlo, sino de vivirlo. Y lo vives en la medida que lo conoces. Se trata de deponer tu voluntad, como, por ejemplo, hizo Pedro a pretender la suya, no lavarse, y meter no sólo las manos sino también los pies y hasta la cabeza si hace falta. Esa es la predisposición para que comience tu conversión: la de poner tu corazón, todo tu ser a disposición del Señor y dejarte hacer y dirigir. Él hará de tu corazón imperfecto y de piedra un corazón de carne, generoso y entregado por amor.

Por eso, el modelo es Jesús. Convertirse es tener la mirada puesta en Él e intentar, por su Gracia y Espíritu, vivir según su estilo y amor. Te lo pedimos, Señor. Amén.

miércoles, 16 de abril de 2014

AMOR Y ODIO

(Mt 26,14-25)


No se puede comprender como dos personas enamoradas pueden odiarse en un corto o largo periodo de tiempo. Ocurre eso con más frecuencia de la debida en los matrimonios que, enamorados durante el noviazgo y la luna de miel, empiezan luego en el devenir de la convivencia a establecer diferencias y lejanías. Difícil problema de entender, pero muy fácil de explicar.

Y es que en la medida que ese amor pasional, repentino, incontrolable y superficial no se interiorice, se madure y se comparta en diálogo sincero y auténtico y responsable, el compromiso no florece. Y sin compromiso, el amor no madura sino que desaparece. Entre otras cosas porque nunca floreció, sino que hubo mucho de pasión, de físico, de gustos, de satisfacciones que no llegaron sino a despertar sentimientos y emociones que, de la misma forma que aparecen, desaparecen.

Nos ocurre igual con el Señor. Nuestra amistad no se cultiva, no crece y no se compromete sin su presencia, sin su proximidad, sin su Gracia. Y para eso necesitamos estar a su lado y en estrecha unión con Él. La oración, los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía son pilares y fundamentos básicos para no despegarnos y crecer en santidad por su Gracia y Misericordia.

En potencia somos unos malhechores y unos traicioneros. Podemos venderle como Judas, y creo, al menos yo, lo he hechos en ocasiones en las que me he alejado de Él, le he dado la espalda y me ha importado poco o nada su presencia. Por eso, mi gratitud experimenta, al tomar conciencia de ello, más agradecimiento y admiración, y deseos de responder a esa Gracia.

Dame Señor la sabiduría de no alejarme, aun esté mi noche oscura, de Ti, y de perseverar pacientemente a tu lado, porque sólo en Ti encontraré el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

martes, 15 de abril de 2014

CUANDO ME ALEJO DE TI, SEÑOR, SE HACE LA OSCURIDAD

(Jn 13,21-33.36-38)


Ocurre muchas veces en nuestra vida, de repente se hace de noche y la oscuridad reina en nuestro corazón. La oscuridad de nuestra soberbia, de nuestra vanidad, de nuestra suficiencia, de nuestra avaricia... que nos hacen subir, creernos más que otros, dignos de elogios, de privilegios, de centro de los demás, de tenidos como importantes, de ser servidos más que servir, de...

Y las tinieblas nos ciegan, nos confunden, nos mueven a actuar, ni como creemos ni como debemos, sino como no debemos actuar y en sintonía con el Maligno. Así le ocurrió a Judas aquella noche, se alejó de Jesús y perdió su contacto, su diálogo con Él... y las tinieblas se apoderaron de su corazón. Y así también nos ocurre a cada uno de nosotros cuando pensamos que sin el Señor podemos encontrar el camino y la solución a nuestros problemas.

Ese es el efecto del pecado, una ruptura con Dios pensando que en las cosas de este mundo encontraremos solución y remedio a nuestro deseo de paz, alegría y felicidad. Y nada más lejos de la realidad. La solución pasa únicamente por el regreso a Dios en Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida y en Él ha sido glorificado el Padre, y el Padre lo glorificará a Él y en Él nosotros seremos también, por el Amor del Padre y el Hijo, glorificados.

Gracias Señor por tu Inmenso Amor y por tu Misericordia, pues a pesar de romper contigo por nuestro amor a nosotros mismos, Tú, Misericordiosamente, nos perdona y nos abre tus brazos para acogernos y salvarnos.