viernes, 18 de abril de 2014

HA LLEGADO LA HORA

(Jn 18,1—19,42)


No se le cree y se le rechaza, porque proclamarse Hijo de Dios sería subordinarles y desposeerlos de sus poderes y gobiernos. No esperan a un enviado de Dios humilde, pobre y sin poder, y dedicado a hacer el bien y a curar enfermedades. Ellos quieren un enviado poderoso, fuerte y guerrero que pueda llevarles a liberarles de la esclavitud del pueblo romano.

No atienden a razones ni dan crédito a la Palabra de Jesús. Lo tachan y condenan acusándole de blasfemo y de querer nombrarse rey. No entienden nada y sólo les preocupa perder sus posiciones y su situación con el poder romano. Así que decididos buscan y acusan a Jesús de blasfemar y consiguen que los romanos lo condenen a una muerte de Cruz.

La Cruz se convierte entonces en nuestra liberación y salvación. En ella somos redimidos y rescatados por los méritos de Xto. Jesús, y en ella, por la Misericordia de Dios, somos perdonados de nuestros pecados. Por eso, nuestra vida es un camino de Cruz, un camino de perdón y misericordia, un camino de amor de paz.

Pidamos en este día que el Espíritu Santo nos impulse a soportar y cargar con la Cruz de cada día por la Gracia de nuestro Padre Dios. Amén.

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