Los sumos sacerdotes no daban crédito a lo que les decían y, por otro lado, sus soberbias les traicionaba y tratan de justificar aquello que no se puede justificar. Se autoengaña distorsionando la realidad. Sobornan a los soldados para que extiendan que han sido los apóstoles quienes han robado el Cuerpo de Jesús. Algo difícil de sostener y mantener.
Hoy, muchos, no creen en Jesús, pero no porque quieran creer que han robado su Cuerpo, cosa imposible, sino porque se obstinan en querer comprender lo que no se puede comprender desde nosotros mismos, sino por la Gracia del Señor.
Hay una y mil razones para creer, pero también hay para dudar. Porque la duda siempre nos estará amenazando. La fe implica ver y no veremos más hasta que ya no nos haga falta la fe, porque lo veremos con nuestros propios ojos. Será cuando acabe este nuestro periplo por este mundo.
El testimonio de los apóstoles es suficiente y también el deseo de sed de agua viva que salta hasta la fuente eterna. La fe es un don de Dios y como tal se lo pedimos, porque queremos creer y creemos en su Palabra y el testimonio de la Iglesia.
El testimonio de los apóstoles es suficiente y también el deseo de sed de agua viva que salta hasta la fuente eterna. La fe es un don de Dios y como tal se lo pedimos, porque queremos creer y creemos en su Palabra y el testimonio de la Iglesia.
Sin embargo, somos débiles y frágiles y necesitamos que nos aumentes la fe Señor. Y eso te pedimos hoy, día en que celebramos que Tú estás vivo entre y nosotros para resucitarnos a nosotros también. Por eso te pedimos: "Aumenta nuestra fe Señor".
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