lunes, 21 de diciembre de 2020

EL CAMINO DE MARÍA

 

No sé cómo me quedaría yo si recibiese una noticia extraordinaria que fuese capaz de cambiar mi vida. No sé cómo reaccionaría a tal acontecimiento. Sin embargo, si sé como actuó María al recibir el Anuncio del Ángel Gabriel anunciándole - valga la redundancia - que iba a ser la Madre del Hijo de Dios. Y su reacción, llena de humildad, de entrega y servicio la dispuso en el camino hacia la casa de su prima Isabel.

María, que había sido avisada por el Ángel Gabriel, que su prima Isabel, a pesar de su vejez, había concebido un hijo, y ya está de seis meses, no se queda encerrada en su propia vanidad o vanagloria al ser elegida la Madre del Señor, sino que se apresura a servir a su prima Isabel.

Este relato del Evangelio de Lucas me ha llamado la atención últimamente al ver como Isabel, que no podía saber nada del anuncio del Ángel Gabriel a María, al oír su saludo irrumpe, llena de Espíritu Santo, a vos en grito: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!». Y yo me quedo asombrado, ¿cómo podía Isabel saber lo que le había dicho el Ángel Gabriel a María? 

Indudablemente, está claro, Isabel fue iluminada por el Espíritu Santo, como también queda dicho en el relato evangélico. ¿No es esto un extraordinario milagro? Y José, tampoco sabía nada, ¿cómo pudo después saber que esto era el Plan de Dios? Y ahora,  nos toca a nosotros discernir y responder al Anuncio del Señor que nos hace la Santa Madre Iglesia. Celebramos en unos días el nacimiento del Niño Dios. ¿Estamos abiertos y dispuestos a acogerlo y a hacer la Voluntad del Padre como Él nos propone cada día?

domingo, 20 de diciembre de 2020

UN SÍ DESDE LA LIBERTAD

Lc 1,26-38

La acción del Espíritu Santo no anula la libertad del hombre, ni tampoco la Gracia de Dios, pues, de hacerlo sería contradictorio. Si Dios nos ha creado libres, ¿cómo nos puede después quitar esa libertad?  La razón y el sentido común nos dejan claro que Dios respeta nuestra libertad y no la interfiere para nada. Otra cosa es que nos abra los ojos y nos de la posibilidad de ver más allá de nuestras limitaciones y tener la posibilidad de pedirle esa libertad interior de renuncia a las propias satisfacciones de nuestras apetencias, miedos y seguridades.

María, llena de Gracia, fue libre para tomar una decisión, aceptar la Voluntad y el Plan de Dios o rechazarlo. No era nada fácil, pues ella que tenía su plan y proyecto humano con José se vió en un instante ante la tesitura de elegir un camino u otro. Sin embargo, María no dudó ni un instante, su corazón se abrió a la Gracia de Dios asumiendo y aceptando su Voluntad.

Sus palabras fueron determinantes: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y su "mérito" entre comillas, le brindó al Señor realizar, según su Plan de Salvación, encarnarse tomando Naturaleza humana y venir a este mundo para ofrecerle a los hombre la liberación del pecado y la Vida Eterna. Por eso, María es corredentora con su Hijo porque nos dió su vientre, ofreciéndolo libremente, para que fuese cuna de redención y salvación del Hijo de Dios. Y tú y yo, ¿nos ofrecemos también?

sábado, 19 de diciembre de 2020

A LA HORA DE LA VERDAD APARECEN TUS DUDAS

 

Hay momentos en nuestra vida que nos sobrepasan y que difícilmente llegaremos a comprender. Un creyente comprometido, digo, practicante, sabe que Dios está presente en su vida y que interviene en ella si se lo pide. Sabe, también, que de todas formas, Dios, está presente e interviene en el mundo - que el mismo ha creado - y que sostiene, pues, de dejarlo desaparecería en un santiamén. Sí, es verdad, que respeta la libertad, que el mismo le ha dado al hombre. Posiblemente no nos demos cuenta, pero, siempre lo hará de forma positiva y para nuestro bien, porque su Amor es Infinito.

El Evangelio de hoy - ya próximo a la Navidad - nos habla del sacerdote Zacarías y de su esposa Isabel - prima de María, la  esposa de José - ambos justos delante de Dios y fieles cumplidores de sus mandamientos. De momento ven cumplido su petición al Señor de tener un hijo, a pesar de que a su edad avanzada lo hacía imposible. Sin embargo, Zacarías duda y queda mudo por un tiempo.

Es posible que nos ocurra también a nosotros y que dudemos de la presencia de Dios. Sin Él se nos hace de noche en nuestro camino y nos perdemos. La esperanza y perseverancia son dos virtudes muy importantes y sumamente necesarias. Quien espera, cree. Cree que el Señor, si así conviene a nuestra vida, actúa y nos da, si no lo que pedimos, sí lo que nos conviene.

En el caso de Zacarías era necesario y estaba previsto en el plan de Dios que naciera Juan - el bautista - y que, lleno del Espíritu Santo, preparara el camino a Jesús, el Mesías, que había de venir a anunciar la Buena Noticia de Dios a los hombres.

viernes, 18 de diciembre de 2020

NACER A UNA NUEVA VIDA

Mt 1,18-24

Nacer es empezar de nuevo a vivir. Sin embargo, nacer de nuevo, una vez nacido, es imposible. Jesús, que habla de un nuevo nacimiento, hablando con Nicodemo lo explica y lo deja claro: Mientras Jesús hablaba con Nicodemo, Él dijo "...De cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios". Nicodemo le dijo, "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?" Jesús contestó, "De cierto te digo, que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo..." (Juan 3:3-7).

Con el nacimiento de Jesús nace una vida nueva. Así lo entendió José, esposo de María y, avisado en sueños, rehusó repudiar a María y acogerla aceptándola como esposa y asumiendo su papel de padre adoptivo de Jesús. Creo que en ese momento, José, dejó entrar la Luz en su corazón y nacer a una nueva vida. Una vida nueva que nace del encuentro con Dios y la acogida al Espíritu Santo recibido en nuestro bautismo.

Y eso sucede en la hora de nuestro bautismo si realmente somos consciente y abrimos nuestro corazón al Espíritu Santo. Pero, ¿qué significa esto? Significa nuestra disponibilidad a estar abierto a no hacer mi voluntad sino la Voluntad que el Espíritu de Dios me va marcando. Eso es lo que nos deja como testimonio San José. Abrió su corazón a la llamada del Señor y a su Voluntad. Y así lo hizo en su vida obedeciendo, aún sin comprender, la acogida a María y al Niño Dios, la huida a Egipto y regresar de nuevo para emprender una vida nueva en Nazaret, así como responsabilizarse de la educación, junto a María, de Jesús, el Hijo de Dios, de que muchas veces se sorprendía por su actuación. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

LA GENEALOGÍA DE JESÚS

Mt 1,1-17

La encarnación no fue una intromisión, por decirlo de alguna manera, de Dios en el mundo, sino una venida natural dentro de una familia con su propia historia de generaciones y antepasados. El evangelista San Mateo presenta un Jesús hombre dentro de una familia con su historia natural. Historia llena de hombres y mujeres pecadores, de los que Dios se vale para modificar el curso de la historia de su pueblo hacia esa liberación para la que ha enviado a su Hijo como libertador y salvador.

Jesús nace y está dentro de la historia de un pueblo cuya generaciones nacen desde Abrahan hasta Jesús, hijo de David: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. 

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. 

A través de todo ese tiempo hubo de todo, gente del pueblo, extranjera y, por supuestos, pecadores. Mujeres prostitutas que no representan un expediente inmaculado. Jesús se incorpora a este mundo con un pasado generacional como otro cualquiera. Pero, Él es el enviado y nace de una Virgen Inmaculada llena de la Gracia de Dios. Por eso, nos viene a limpiar, a rescatar de la esclavitud del pecado y, por tanto, a salvar. Nos preparamos para su venida.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA DUDA DE JUAN


Todos tenemos dudas. La duda nos acompaña toda nuestra vida y, desde mi humilde opinión es una bendición, porque, por ella descubrimos la necesidad de la Fe. Una fe que nos es imprescindible y necesaria para sostenernos firmes en el camino y seguimiento del Señor. El antídoto de la duda es la fe. Juan, como lo presenta hoy el Evangelio, también tuvo duda sobre Jesús, y para confirmarlo envió dos de sus discípulos a preguntarle si era Él el que había de venir.

La realidad es que Juan no tenía duda de que el Mesía estaba al caer y era esperado. Lo que se planteó fue si realmente era Jesús ese que esperaba. El Evangelio de Lucas presenta la pregunta así: « ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 

También esa misma pregunta nos sirve a nosotros. ¿Estamos esperando al Mesías o lo hemos recibido ya? ¿O hemos recibido a un mesías encarnado en el dinero, poder, bienestar, satisfacciones, egoísmos...etc? Y de la misma manera que Juan envió a dos de sus discípulos, también nosotros debemos buscar interiormente si Jesús está en nuestro corazón y de dejarle el espacio suficiente para que nazca en él y ocupe el centro de nuestra vida.

Ahora tenemos ventaja, porque podemos ir al encuentro de Jesús, cara a cara, y presentarnos ante Él en el Sagrario de cualquier iglesia. Y hablarle, escucharle y pasar un rato con Él. Nos resulta mucho más cómodo que en tiempos de Juan buscar y encontrarnos con el Señor. Porque, ¿de qué hablamos? 

Creer que está en el Sagrario significa que creemos que Vive y, por supuesto, ha Resucitado. Por tanto, es el Señor, y humildemente me pongo a tus pies, Señor, y a tu disposición para que abras mis ojos y oídos, cures mis parálisis y evangelices mi corazón.

martes, 15 de diciembre de 2020

RITOS Y PRÁCTICAS


No es lo importante la palabra y la promesa, sino su cumplimiento y su concreción en los actos concretos - valga la redundancia - de las vivencias de cada día. El Evangelio de hoy nos presenta un claro ejemplo de esto que tratamos de decir. No cumple quien dice sino quien hace. Se trata de descubrir que reside dentro de lo más profundo de tu corazón, porque es eso lo que realmente saldrá afuera. No son las palabras las que determinan nuestros actos, sino lo que se cuece y nace dentro de tu corazón.

Es posible que tu corazón desee matar y tú, escondiendo ese deseo, en apariencias manifiestes otro. Eso se llama mentira e hipocresía. Dices, pero no haces. El primero de los hijos, del que habla el Evangelio de hoy, le responde a su padre negativamente, diciéndole que no irá al trabajo. Pero, lo real es que, posiblemente arrepintiéndose fue. Es decir, dijo que no, pero luego cumplió. Llegado al segundo, responde afirmativamente al mandato de su padre, pero, luego se queda y no va. Es decir, dice que sí, pero no lo hace. Engaña y miente.

El ejemplo deja muy claro cuál debe ser la verdadera actitud. No se trata de cumplir con las normas o prácticas de piedad. No se trata de simplemente orar, hacer novenas, actos de piedad y todo lo que puedas imaginar en sentido piadoso. Se trata, además de eso, que es bueno y se necesita, cumplir con tu palabra y aterrizar en los actos concretos vividos de cada día. 

Hablar y orar;  confesar y escuchar la Palabra y hasta comulgar, para luego no amar ni preocuparte por el que está herido, necesitado y pasándolo mal, no parece ser coherente ni verdadero. Se parece más a ese segundo hijo que, dice que sí, pero luego no cumple esa palabra. También nosotros debemos reflexionar sobre si oramos, confesamos y practicamos y luego no amamos. Porque, seguir a Jesús y creer en Él significa vivir en el amor tal y como Él nos ama. Y, Jesús, nos advierte para que no nos llevemos a engaños.