viernes, 30 de septiembre de 2022

NO PUEDES FABRICARTE, POR TU CUENTA, TU DIOS Y TU PLAN DE SALVACIÓN.

No es cuestión de lo que tú como yo pensemos. Se trata del Plan de Dios y de lo que Él ha pensado para sus criaturas. Dios, por su Voluntad, ha pensado en un Plan de salvación para sus criaturas y ha querido que sea en comunidad, en Iglesia, en parroquias, en familias. Por eso, ya desde el instante primero de nuestra vida en el seno de nuestras madres nacemos en el seno de una familia. Por eso, la mujer y el hombre se necesitan el uno al otro para engendrar un nuevo ser, y, por eso, están comprometidos y responsabilizados en protegerlo, acompañarlo y educarlo hasta que se pueda valer por sí mismo. Es el mundo que conocemos y el que Dios, nuestro Padre ha creado.

Y, ahora, muchas criaturas se han erigidos como dioses y, rechazando el Plan de Dios, quieren imponer el suyo propio. Un plan contrario a la Voluntad de Dios y un plan sin sentido, antinatural y contrario a la propia naturaleza del ser creado por Dios. Y, como ocurrió en Corozaín y Betsaida no escuchamos la Palabra de Dios. Ni siquiera a pesar de los milagros que hemos oído y, quizás contemplados sin apenas darnos cuenta. Cerramos nuestros oídos a todo lo que venga de Dios cuando damos la espalda a la voz de la Iglesia, en la que Jesús, nuestro Señor, ha dejado la responsabilidad de anunciar la Buena Noticia. Y si rechazamos a la Iglesia rechazamos a Dios.

Porque, no se trata de escuchar como a ti te plazca y a quien tú quieras. Se trata de hacer y vivir según la Voluntad de Dios. Porque, es Él quien nos salva y quien ha ideado el camino para alcanzar esa salvación. Jesús nos lo ha enseñado con su Vida y Obras. ¿O es que no queremos enterarnos?  Así nos responde Él en el Evangelio de hoy: -Lc 10,13-16- Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

 

Está claro —comentó Manuel— que no podemos salvarnos, y menos cumplir la Voluntad de Dios por nuestra cuenta. Hay un Plan de Dios que tenemos que cumplir y fuera de él no hay salvación.

—Supongo que debe ser así —respondió Pedro. Por y para algo formó un pequeño grupo de apóstoles y les dio una misión. Si pensase otra cosa no era menester hacer lo que hizo.

—Evidentemente, Pedro. El Padre, en quien Jesús puso todo su corazón y cumplimiento, le envió a eso, a anunciar a los hombres su Amor y Misericordia Infinita. Y quiso que fuese en comunidad, en relación de unos con otros. De ahí la necesidad imprescindible del amor impregnado en nuestros corazones.

—Y de la familia —agregó Pedro. Porque, nacemos en una familia y en ella empezamos a aprender esa vida en comunidad.

jueves, 29 de septiembre de 2022

EN LA PRESENCIA DE LOS ÁNGELES

A veces cuando me vienen a mi mente recuerdos de mi vida, me doy cuenta de que en muchos momentos la presencia de los ángeles ha sido decisiva para que mi vida siga su camino en la tierra. Doy por sentado que, por la Gracia de Dios, no había llegado mi hora y que por su Voluntad sigue todavía su camino.

Por unos metros o por unos minutos mi vida sigue en pie. Y, meditando el Evangelio de hoy descubro la vital y fundamental presencia de los ángeles. ¿Quién, si no, me ha salvado de ser atropellado por aquel camión? ¿Quién, si no, me salvó de salir ileso de aquel accidente? Muchos momentos, ya en el olvido, que por los pelos, como coloquialmente decimos, he escapado de graves accidentes. ¿Quizás casuales? No lo sé, pero si creo profundamente en la presencia de los ángeles.

Hay muchas circunstancias que mi vida, sin saber cómo, ha evitado graves infortunios y accidentes. Supongo que a muchos le ha sucedido, porque cada persona tiene su ángel de la guarda. Viene a mi memoria esa oración que mi madre me enseñó: “Cuatro esquinitas tiene mi cama…” La dejo para que tú la recuerdes y la acabes.

 

«Iba de paseo, pensaba Manuel, un domingo de buen tiempo y me sentía estupendamente bien. De repente, abrí los brazos con la intención de llenar de aire mis pulmones y perdí el conocimiento. No supe nada más durante unos quince minutos. Desperté sentado en un banco. Nunca entenderé como mi mujer, primero, se dio cuenta y anduvo rápida de mi caída. Y luego, como pudo arrastrarme hasta un banco. Había sufrido un infartó que, por la Gracia de Dios, no terminó con mi vida.  Ahora, al menos lo pienso, no era mi hora y el Señor me guardaba para, quizás, esta misión de mis humildes reflexiones de escribir. Precisamente, en ella y por su Gracia, posiblemente ayudado por mi ángel, sigo todavía en pie

miércoles, 28 de septiembre de 2022

VIVIR PARA SERVIR, NO SERVIRME

Lc 9,57-62

Diríamos que la cuestión de seguir a Jesús no consiste en ir detrás de Él sino en el esfuerzo de vivir como Él. Es cierto que nuestra fortaleza no es la de Él, pero asistidos en su Espíritu podemos llegar a actuar como Él. Es esa la misión del Espíritu Santo que lo recibimos en el instante de nuestro bautizo.

La tentación está detrás de nosotros y esperando su oportunidad. Sabe y conoce nuestra debilidad y deseo de ser importante, de alcanzar puestos relevantes y de servirnos de ese seguimiento al Señor. Lo hemos conocido en los mismos apóstoles cuando los hijos de Zebedeo solicitaban Jesús los primeros puestos. Y cada uno de nosotros estamos avocados a esa tentación inherente a nuestra naturaleza por el pecado. El sacramento del bautismo nos limpia, pero no para siempre. Estamos, pues, en peligro de mancharnos en cada paso que demos, sobre todo si lo hacemos solos y por nuestra cuenta.

La conversión es el objetivo. Una conversión apoyada en la actitud del desprendimiento, del desapego y del olvido de uno mismo para, amasado todo en el servicio que dé como resultado el fruto del amor. Un fruto que necesitará el auxilio del Espíritu Santo y la perseverancia de nuestra fe.

 

—Corremos el peligro de convertir nuestro seguimiento al Señor en un camino cómodo, de rosas sin espinas y que nos dé seguridad, prestigio y buena imagen —dijo Manuel.

—No entiendo —dijo Pedro— por qué el camino debe tener espinas, dolor y ser incómodo. ¿Acaso hay que buscar el sufrimiento?

—¡No, no se trata de eso! ¡Se trata de amar! —respondió Manuel. Y, por experiencia, sabemos que amar incluye momentos e instantes de dolor, renuncias y sacrificio. El amor tiene también sus cruces y cuando amas tendrás también que amar esas cruces. Por tanto, seguir a Jesús supondrá abrazar también esa cruz del dolor, de la incomprensión y de la lucha de cada día contra el pecado. Y ya sabemos y conocemos la dureza de esa lucha. Lucha no solo contra el mal exterior sino también interior (nosotros mismos).

martes, 27 de septiembre de 2022

NUESTROS PECADOS ESTÁN PRESENTES CADA DÍA

¡Sí, somos pecadores y, por nosotros mismos, no podemos liberarnos de esa esclavitud del pecado! Nuestra única esperanza de liberación es el Señor. Por tanto, sabemos que habrá dificultades y eso nos exigirá lucha, pero una lucha sin desesperar ni caer en la resignación. Siempre con la esperanza de que con el Señor saldremos victorioso.

Somos consciente, no debemos negarlos ni esconderlos, de nuestros pecados. Por eso nos llamamos pecadores. Pero, también, sabemos y conocemos la Misericordia de nuestro Padre Dios, y, ¡por eso debemos estar siempre esperanzados y alegres, serenos y tranquilos! Pase lo que pase no debemos perder la conciencia de que Dios, nuestro Padre, está presente. Aprendamos a esperar, a fiarnos de nuestro Padre Dios.

Pero, levantemos también nuestra alma con alegría, con esperanza de que siempre hay gente buena que nos anima y camina con nosotros. Siempre podemos hacer algo, dar esperanza y animar a otros. Tenemos unos talentos que muchas veces no queremos ver ni desenterrar. Simplemente, saber esperar y soportar los malos momentos y los desespero impacientes de nuestro inconformismo son virtudes que debemos practicar y poner de manifiesto con la ayuda del Espíritu Santo.

Sí, la vida en muchos momentos se nos vuelve pesada y no queremos cargar con ella. Pero, nunca olvidemos que la vida es un don. Un don por el que caminamos sea como sea, con dolor o alegría, a la plena felicidad eterna junto a nuestro Padre Dios. Y ese regalo es nuestro gran Tesoro.

lunes, 26 de septiembre de 2022

SENSIBLES Y COMPASIVOS ANTE LA DEBILIDAD

El niño es el ser más indefenso del planeta. Y, lo es por muchos años. Necesita una protección, no solo física sino espiritual y psíquica de sus padres, e incluso de su entorno familiar y social. Por eso, los derechos de los niños son sagrados. Derechos a la vida, a ser protegidos de escándalos que los confundan y los orienten mal.

El niño necesita mucha protección porque su debilidad intelectual y pequeñez lleva mucho tiempo para madurar. Y madurar en el bien, la verdad y fraternidad. Orientarle, desviarle y utilizarle será muy grava. Jesús lo denuncia hoy gravemente en el Evangelio: (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».

Por tanto, recibir, acoger, educar y buscar el bien del niño es recibir al Señor y abrirle nuestro corazón. Y sabemos la dificultad por la que pasan los niños hoy, empezando por el tiempo de gestación que pasan dentro del vientre de sus propias madres. Los peligros que, aparentando derechos de género ideológico, aplican a edades tempranas e inmaduras que los niños no pueden asimilar ni entender.

Así sucede también entre los mayores donde la ambición al poder, al desenfreno de los placere, las riquezas, el éxito y todo lo que da autoridad de poder someter al otro desencadena enfrentamientos y luchas. Tratemos, tal y como nos dice Jesús en el Evangelio de hoy lunes: -Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros» - hacer el bien y sumarnos a todos los que lo hacen. Porque, quienes hacen el bien en la verdad y la justicia están amando. Por tanto, no lo impidamos porque no va contra nosotros sino a nuestro favor.

domingo, 25 de septiembre de 2022

TODO ESTÁ CONTENIDO EN EL AMOR

Amar es buscar el bien, la verdad y la justicia. Quien ama reparte verdad y justicia a su derredor. Por eso, la Ley tiene como primer y único mandamiento amar a Dios y al prójimo. Ambos unidos e inseparables. Ocupa el primer lugar el amor a Dios, porque sin él no podríamos amar al prójimo. Pero, sin el amor al prójimo no podríamos amar a Dios. Estaríamos mintiéndonos y engañándonos a nosotros mismos.

La parábola que Jesús nos cuenta en el Evangelio de hoy nos describe claramente la indiferencia con la que vivimos muchos que tienen con respecto a los que no tienen y carecen de lo más elemental. El rico se olvida del pobre y, a pesar de que quiera aparentar ser buen cristiano y cumplir con los preceptos y normas, si no hay preocupación y solidaridad con aquellos que no tienen y, en consecuencia, sufren y lo pasan mal, todo es mentira.

El amor se ve, se nota y se hace tangible en la verdad y la justicia. Y ambas – verdad y justicia – se ven claramente a la luz del día. Posiblemente se puedan ocultar en la oscuridad de la noche – la mentira – pero quedará al descubierto cuando llegue la Luz. Todo se verá y se entenderá claramente.

Porque, cuando amas el mundo empieza a ser mejor. La solución para mejorar el mundo es muy sencilla y clara: amar en verdad y justicia. No hace falta congresos, macro reuniones, estudios ni métodos y estrategias. Simplemente basta con ser bien intencionado y amar. E inmediatamente el mundo notara los efectos del amor – el único fármaco – que le hará sentirse mejor, tener paz y buena distribución de las riquezas. El resultado será que todos viviremos mejor.

 

—Si nos proponemos amar todo quedaría arreglado en poco tiempo. Porque, del amor que hablamos —dijo Manuel— es aquel que ama en verdad y justicia.

—Y con verdad y justicia —respondió Pedro— todo queda arreglado. Se acaban los problemas.

—De modo que todas las reuniones que se hagan con el propósito de arreglar los problemas del mundo son enfrentamientos de intereses —afirmó Manuel.

—Así es, añadió Pedro. Se busca solucionar tu problema y salir beneficiado. Nadie quiere dar nada. Y amar significa compartir y dar de lo que tienes gratuitamente.

—Has dado en el blanco, Pedro.

sábado, 24 de septiembre de 2022

UN MIEDO INEVITABLE

Cuando la vida está en peligro el miedo se apodera de todo nuestro ser. Lo desconocido y lo misterioso nos da miedo. Jesús sabe a lo que ha venido y sabe lo de su Pasión. Y, precisamente, cuando todo es fiesta, alegría y admiración, Jesús, trata de preparar a los apóstoles y descubrirles el camino que hay que recorrer: (Lc 9,43b-45): En aquel tiempo, estando todos maravillados por todas las cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos: «Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto.

La experiencia nos dice que el miedo nos pone resistencia a enfrentarnos a la verdad. Tratamos de mirar para otro lado y evitar ver la realidad. Sentimos miedo de enfrentarnos con ella. Eso explica el por qué los apóstoles no le preguntaban a Jesús y se sentían mejor eludir la verdad de los hechos que, tarde o temprano llegarían.

¿Y no nos ocurre igual hoy a nosotros? Esa puede ser una de las preguntas que el Evangelio de hoy nos puede hacer. Tu vida corre peligro de condenarse a la infelicidad eterna si metes la cabeza en un agujero – como la avestruz – y miras para otro lado. Resulta que has sido creado para ser feliz pero, tú, por no atreverte a mirar la vida de frente, vas a perderla por miedo y por la comodidad de vivir - ¡cuatro días -! en una relativa felicidad. Quizás tengamos miedo también de mirar a Jesús cara a cara, escucharle y preguntarle, seguir su Camino, Verdad y Vida. Porque, es ahí donde está todo el tesoro que buscamos: Felicidad plena y eterna.

Se hace, no solo necesario sino imprescindible pararnos y pensar. Pensar en nosotros mismos, en nuestro camino y a dónde vamos. Porque, tarde o temprano, quieras o no quieras, tu pasión también llegará y no habrá otra salida que la que nos señala Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.