Amar
es buscar el bien, la verdad y la justicia. Quien ama reparte verdad y justicia
a su derredor. Por eso, la Ley tiene como primer y único mandamiento amar a
Dios y al prójimo. Ambos unidos e inseparables. Ocupa el primer lugar el amor a
Dios, porque sin él no podríamos amar al prójimo. Pero, sin el amor al prójimo
no podríamos amar a Dios. Estaríamos mintiéndonos y engañándonos a nosotros
mismos.
La
parábola que Jesús nos cuenta en el Evangelio de hoy nos describe claramente la
indiferencia con la que vivimos muchos que tienen con respecto a los que no
tienen y carecen de lo más elemental. El rico se olvida del pobre y, a pesar de
que quiera aparentar ser buen cristiano y cumplir con los preceptos y normas,
si no hay preocupación y solidaridad con aquellos que no tienen y, en
consecuencia, sufren y lo pasan mal, todo es mentira.
El
amor se ve, se nota y se hace tangible en la verdad y la justicia. Y ambas –
verdad y justicia – se ven claramente a la luz del día. Posiblemente se puedan
ocultar en la oscuridad de la noche – la mentira – pero quedará al descubierto
cuando llegue la Luz. Todo se verá y se entenderá claramente.
Porque,
cuando amas el mundo empieza a ser mejor. La solución para mejorar el mundo es
muy sencilla y clara: amar en verdad y justicia. No hace falta congresos, macro
reuniones, estudios ni métodos y estrategias. Simplemente basta con ser bien
intencionado y amar. E inmediatamente el mundo notara los efectos del amor – el
único fármaco – que le hará sentirse mejor, tener paz y buena distribución de
las riquezas. El resultado será que todos viviremos mejor.
—Si
nos proponemos amar todo quedaría arreglado en poco tiempo. Porque, del amor
que hablamos —dijo Manuel— es aquel que ama en verdad y justicia.
—Y
con verdad y justicia —respondió Pedro— todo queda arreglado. Se acaban los
problemas.
—De
modo que todas las reuniones que se hagan con el propósito de arreglar los
problemas del mundo son enfrentamientos de intereses —afirmó Manuel.
—Así
es, añadió Pedro. Se busca solucionar tu problema y salir beneficiado. Nadie
quiere dar nada. Y amar significa compartir y dar de lo que tienes
gratuitamente.
—Has dado en el blanco, Pedro.
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