jueves, 4 de diciembre de 2014

¿CUANDO EL HOMBRE DEMUESTRA SER INTELIGENTE?

Mt 7, 21, 24-27

Sabemos que no es lo importante prometer, sino el cumplir la promesa. Porque se habla mucho, pero luego de lo mucho hablado, poco se cumple. De ahí nace la desconfianza y, por consiguiente, la necesidad de dejar la palabra hablada bien escrita y recogida en documentos publico y ante notario y testigos.

Hoy, en estos tiempos que vivimos, se hace muy difícil confiar, y la confianza es un tesoro perdido. No sería muy difícil adivinar que un hombre es inteligente en la medida que se esfuerce en cumplir lo que habla y lo que promete, porque eso al final le hará acabar bien y ser respetado y admirado como caballero por los demás. De nada sirve lo otro, la mentira y lo falso, pues al final se hundirán descubiertas en lodazal de las arenas movedizas.

Hay muchos hombres poco inteligentes, porque lo demuestra el hecho de que no cumplen sus palabras y de qué eligen vivir en la mentira y el engaño a servir a la justicia y la verdad. Son hombres y mujeres de muy poca cabeza. Poca cabeza para lo verdaderamente importante, para construir su propia casa sobre roca. Sobre roca firme que las tempestades no la hagan zozobrar y la amenacen con destruirla.

A pesar de la experiencia, el hombre sigue construyendo su casa sobre arena movediza sin percatarse que está edificando su propia muerte. No reacciona ni se da cuenta que se hace necesario construir sobre roca firme que le salve de toda amenaza de destrucción. Su egoísmo le ciega y se aparta de la única y verdadera fuente que le ilumina y le puede indicar el camino de salvación.

Vivir en la verdad, en la justicia y en los valores del amor es vivir en la seguridad de que tu casa está bien firme y sedimentada en la Roca del Señor, Fuente de toda protección y verdadero Amor. De ahí que quienes no descubran este camino quedarán sepultados y ciegos por el camino de la perdición.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

SÓLO LE SIGUEN LOS POBRES Y NECESITADOS


(Mt 15,29-37)

Ocurre que vamos detrás de alguien cuando nos interesa. Sucede en el amor romántico, en el interés profesional, en la enfermedad...etc. A Jesús lo seguía mucha gente por interés de salud. Muchos lo confundían con un extraordinario curandero, médico o persona milagrosa. Sus curaciones no se explicaban a la luz de la ciencia. Superaban las leyes naturales y sorprendían a propios y extraños.

Jesús era un ser especial, diferente, lleno de compasión y misericordia. De Él emanaba una energía curativa, relajante, llena de paz y de amor. Realmente Jesús era alguien muy especial hasta el punto de preocuparse porque no tenían nada que comer. Y su generosidad y preocupación le impulsaron a realizar el milagro de los panes y los peces que hoy nos relata el Evangelio.

Todo esto nos descubre e interroga sobre nuestra actitud actual. Porque Jesús continúa curando y sanando a mucha gente. Continúa haciendo milagros de panes y peces y preocupándose por cada uno de nosotros. ¿Y nosotros? ¿Seguimos a Jesús por intereses de cualquier tipo, o le seguimos porque creemos que es el Hijo de Dios Vivo? ¿Estamos convencidos que el Señor es nuestra salvación y la razón de nuestro vivir? ¿Estamos convencidos que esa felicidad y eternidad que buscamos, el único que nos la puede dar es Jesús?

Supongo que sí, al menos lo que nos esforzamos cada día por vivir en su Voluntad. Pero también somos conscientes de nuestras debilidades, de nuestros pecados y de nuestras inclinaciones humanas, y sabemos que sin el Señor estamos a merced del Maligno. Por eso le buscamos, le seguimos y le rogamos que nos dé paz, sabiduría y fortaleza. Amén.

martes, 2 de diciembre de 2014

SOLAMENTE ES AGRADECIDO QUIEN SE EXPERIMENTA PEQUEÑO

(Lc 10,21-24)
 
Cuando alguien da gracias es porque siente en lo más profundo de su ser el favor del bien recibido. Dar gracias presupone sentirse necesitado, pequeño y agraciado por el bien recibido. Todo lo que somos y tenemos lo hemos recibido de Dios, por lo que nuestra vida debe ser en canto de alabanza y agradecimiento a su Amor y Misericordia.

Porque no merecemos nada, y hemos recibido todo y la promesa de nuestra salvación eterna si somos capaces de reconocernos agradecidos y vivenciar en nuestra vida alabanza y agradecimiento al Señor. Hoy Jesús da gracias al Padre, lleno de gozo del Espíritu Santo, por haber revelado estas cosas a los pequeños, porque solamente se es agradecido y se abre el corazón cuando se experimenta la pobreza y la pequeñez.

Te pedimos, Señor, nos des la Gracia de conocer al Padre. Ese Padre que Tú has venido a revelarnos y a decirnos que nos ama hasta la locura de entregar al Hijo encarnado, por la redención y salvación eterna de todos los hombres. 

Danos la fe del centurión y la humildad de reconocernos pequeños, lo que realmente somos, para poder escucharte y seguirte dándote alabanzas de gratitud. Amén.

lunes, 1 de diciembre de 2014

¿TENEMOS NOSOTROS LA FE DEL CENTURIÓN?

(Mt 8,5-11)

Sucede que pedimos muchas cosas, sobre todo por las curaciones de enfermedades que nos afectan a nosotros o familiares y conocidos. Pero, quizás lo hacemos por rutina, porque no hay otro remedio ni otra cosa que podamos hacer. Nos decimos: no queda otra cosa que hacer sino rezar.

La pregunta que nos sugiere hoy el Evangelio es: ¿Realmente, rezamos con algo de fe? Podemos suponer que nuestra fe es débil y muy frágil. Hoy vemos que el Evangelio nos pone de modelo una fe que se fía con confianza, y lo hace hasta el punto de decir: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». 

Es tanto el ejemplo y testimonio de fe de aquel centurión que la Iglesia ha elegido esa frase recogiéndola en la Eucaristía Eucarística. Y nosotros quedamos reflejados y cuestionada nuestra fe por la de aquel centurión pagano. Indudablemente, nuestra fe queda descubierta como una fe débil, sin consistencia y que no llega ni a un grano de mostaza como diría Jesús en otro momento.

Porque de tener una fe cerca de la que tuvo aquel centurión, nuestra respuesta y nuestro vivir sería otro. Por eso, cuestionados por la fe del centurión, queremos Señor, pedirte que aumentes nuestra fe, para que seamos capaces de vivir en tu Palabra dispuestos a vivirla con todas las consecuencias que de ello se deriva. Amén.

domingo, 30 de noviembre de 2014

GRACIAS SEÑOR POR LA VIDA Y LA SALVACIÓN

Marcos 13, 33-37

La vida es una oportunidad para, a través de ese hermoso tiempo, poder perpetuarla y vivirla eternamente. La vida es un tiempo de salvación. Un tiempo que ya ha empezado en cada uno desde su nacimiento. Un tiempo al que se responde con el corazón, porque en él está la llave de aceptar esa salvación ofrecida.

Hoy, el Señor consciente de nuestras debilidades, nos alerta a que estemos vigilantes. Vigilantes supone no dormirnos ni distraernos, y eso significa permanecer atentos a nuestras debilidades para no caer en el error de la tentación y aceptarla. Vigilantes supone fortalecernos en la oración y en la Eucaristía, y perseverar en centrar todos los pasos de nuestra vida en la Palabra del Señor.

Vigilantes significa que mi vivir no es un vivir según el mundo, sino según la Palabra de Dios, y que todo los acontecimientos de mi vida son alumbrados por la Palabra y desde la acción del Espíritu Santo. Porque no sabemos la hora de nuestra partida y la llegada del Señor. Nos basta saber que vendrá porque sólo Él tiene Palabra de Vida Eterna, y nos ha prometido venir.

Por lo tanto, perseveremos injertados en el Señor sin miedos ni temores. Perseveremos confiados que con Él podemos vencer todas las dificultades que el mundo nos pone, y perseveremos en la confianza de que no vamos solos, sino que nos acompaña y asiste el Espíritu  Santo.

Danos, Señor, la fortaleza, la paz y sabiduría de permanecer en tu Palabra, y de nunca apartarnos de Ti. Amén.

sábado, 29 de noviembre de 2014

PENDIENTE DE TI SEÑOR

Lucas 21, 34-36


No somos señores de nuestro cuerpo, ni tampoco de nuestra alma, ni siquiera de nuestros sentimientos y emociones. Sí, podemos enfrentarnos a ellos, pero siempre, si lo hacemos solos, llevamos las de perder. Estamos sometidos y esclavizados por el pecado, y necesitamos la Vida de la Gracia para poder liberarnos. Y esa Vida sólo nos la puede dar el Espíritu de Dios, que anda entre nosotros, nos acompaña y nos asiste.

El camino hacia la Casa del Padre está invadido de muchos peligros. Peligros que vienen de afuera, quizás los menos peligrosos, pero hay otros, lo de dentro, que anidan en nuestro corazón y nos tientan y amenazan fuertemente. Solos estamos perdidos. Necesitamos agarrarnos al Señor y avanzar viviendo en Él.

Y vivir en Él es relacionarnos cada día y cada instante a través de la oración. Es pasar por el filtro de su Palabra todos los acontecimientos de nuestra vida alumbrándonos desde el Espíritu de Dios. Es encarnar a Jesús en mi vida y dejar que sea Él quien, como diría Pablo, viva en nosotros. 

Sólo así podremos dominar nuestro cuerpo y sus vicios y anhelos. Sólo así podemos fortalecer nuestra voluntad y dirigirla a la lucha contra el pecado, que trata de someternos y esclavizarnos. Sólo así venceremos y dominaremos nuestros sentimientos y emociones sometiéndolas a nuestra voluntad en la Voluntad del Señor.

Danos Señor la paz, fortaleza y sabiduría de permanecer en tu Amor y estar vigilantes. No permitas que nuestra humanidad, débil y pecadora, se desvíe de tu camino y tu presencia. Amén.

viernes, 28 de noviembre de 2014

OBSERVANDO LO INMEDIATO Y FUTURO

Lucas 21, 29-33

Posiblemente te habrás percatado que las personas están atentas a sus intereses inmediatos, pero también a los futuros. El labrador levanta la mirada y otea el cielo, despejado o nuboso, tipo de nubes y posibilidad de lluvias. Su corazón está en su tierra, que necesita el agua para dar fruto.

Pero, otros, ponen su atención en los negocios, posibilidades de ventas, de compras... También otros se afanan por los estudios o investigaciones, y otros vigilan sus enfermedades. También están los intereses de la familia, hijos, amigos...etc. Todo necesita observación y serena y meditada reflexión, porque el camino se hace cuando vives por donde caminas, no sólo caminando.

Porque ocurre que puedes hacer camino, pero no vivir, y encontrarte sin cosecha al final de tu hora. O peor, encontrarte con una cosecha de malos frutos. Entonces no has hecho camino, o al menos no un camino para invitar a otro a recorrerlo. Se hace camino, contraviniendo a Ortega y Gasset, no sólo al andar, sino, si al caminar vives y siembras tu vida con amor, justicia y paz.

La vida nos previene de las tempestades. Hoy sobra hablar de esto, pues los avances tecnológicos nos adelantan los acontecimientos, sin embargo, se hace necesario vigilar y estar pendiente de conocerlos y de prepararse. Pero más importante es estar vigilantes a la Palabra del Señor, porque nos previene de su venida con los acontecimientos que estos últimos días (Lc 21, 12-19. 20-28),  nos ha revelado en su Palabra.

Realmente ese es el verdadero tiempo que nos interesa escrutar, meditar y conocer, para que cuando llegue la hora nos encontremos preparados, con cosecha, esperando la venida del Señor. Porque nos lo ha prometido y sus promesas siempre se cumplen. Amén.