Posiblemente te habrás percatado que las personas están atentas a sus intereses inmediatos, pero también a los futuros. El labrador levanta la mirada y otea el cielo, despejado o nuboso, tipo de nubes y posibilidad de lluvias. Su corazón está en su tierra, que necesita el agua para dar fruto.
Pero, otros, ponen su atención en los negocios, posibilidades de ventas, de compras... También otros se afanan por los estudios o investigaciones, y otros vigilan sus enfermedades. También están los intereses de la familia, hijos, amigos...etc. Todo necesita observación y serena y meditada reflexión, porque el camino se hace cuando vives por donde caminas, no sólo caminando.
Porque ocurre que puedes hacer camino, pero no vivir, y encontrarte sin cosecha al final de tu hora. O peor, encontrarte con una cosecha de malos frutos. Entonces no has hecho camino, o al menos no un camino para invitar a otro a recorrerlo. Se hace camino, contraviniendo a Ortega y Gasset, no sólo al andar, sino, si al caminar vives y siembras tu vida con amor, justicia y paz.
La vida nos previene de las tempestades. Hoy sobra hablar de esto, pues los avances tecnológicos nos adelantan los acontecimientos, sin embargo, se hace necesario vigilar y estar pendiente de conocerlos y de prepararse. Pero más importante es estar vigilantes a la Palabra del Señor, porque nos previene de su venida con los acontecimientos que estos últimos días (Lc 21, 12-19. 20-28), nos ha revelado en su Palabra.
Realmente ese es el verdadero tiempo que nos interesa escrutar, meditar y conocer, para que cuando llegue la hora nos encontremos preparados, con cosecha, esperando la venida del Señor. Porque nos lo ha prometido y sus promesas siempre se cumplen. Amén.
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