Lucas 21, 34-36 |
El camino hacia la Casa del Padre está invadido de muchos peligros. Peligros que vienen de afuera, quizás los menos peligrosos, pero hay otros, lo de dentro, que anidan en nuestro corazón y nos tientan y amenazan fuertemente. Solos estamos perdidos. Necesitamos agarrarnos al Señor y avanzar viviendo en Él.
Y vivir en Él es relacionarnos cada día y cada instante a través de la oración. Es pasar por el filtro de su Palabra todos los acontecimientos de nuestra vida alumbrándonos desde el Espíritu de Dios. Es encarnar a Jesús en mi vida y dejar que sea Él quien, como diría Pablo, viva en nosotros.
Sólo así podremos dominar nuestro cuerpo y sus vicios y anhelos. Sólo así podemos fortalecer nuestra voluntad y dirigirla a la lucha contra el pecado, que trata de someternos y esclavizarnos. Sólo así venceremos y dominaremos nuestros sentimientos y emociones sometiéndolas a nuestra voluntad en la Voluntad del Señor.
Danos Señor la paz, fortaleza y sabiduría de permanecer en tu Amor y estar vigilantes. No permitas que nuestra humanidad, débil y pecadora, se desvíe de tu camino y tu presencia. Amén.
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