Sabemos que no es lo importante prometer, sino el cumplir la promesa. Porque se habla mucho, pero luego de lo mucho hablado, poco se cumple. De ahí nace la desconfianza y, por consiguiente, la necesidad de dejar la palabra hablada bien escrita y recogida en documentos publico y ante notario y testigos.
Hoy, en estos tiempos que vivimos, se hace muy difícil confiar, y la confianza es un tesoro perdido. No sería muy difícil adivinar que un hombre es inteligente en la medida que se esfuerce en cumplir lo que habla y lo que promete, porque eso al final le hará acabar bien y ser respetado y admirado como caballero por los demás. De nada sirve lo otro, la mentira y lo falso, pues al final se hundirán descubiertas en lodazal de las arenas movedizas.
Hay muchos hombres poco inteligentes, porque lo demuestra el hecho de que no cumplen sus palabras y de qué eligen vivir en la mentira y el engaño a servir a la justicia y la verdad. Son hombres y mujeres de muy poca cabeza. Poca cabeza para lo verdaderamente importante, para construir su propia casa sobre roca. Sobre roca firme que las tempestades no la hagan zozobrar y la amenacen con destruirla.
A pesar de la experiencia, el hombre sigue construyendo su casa sobre arena movediza sin percatarse que está edificando su propia muerte. No reacciona ni se da cuenta que se hace necesario construir sobre roca firme que le salve de toda amenaza de destrucción. Su egoísmo le ciega y se aparta de la única y verdadera fuente que le ilumina y le puede indicar el camino de salvación.
Vivir en la verdad, en la justicia y en los valores del amor es vivir en la seguridad de que tu casa está bien firme y sedimentada en la Roca del Señor, Fuente de toda protección y verdadero Amor. De ahí que quienes no descubran este camino quedarán sepultados y ciegos por el camino de la perdición.
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