martes, 3 de agosto de 2021

TRADICIONES Y COSTUMBRES

 

La vida, también nuestra vida, está llena de tradiciones y costumbres que nos arrastran hasta llegan a someternos y crear hábitos rutinarios a los que llegamos a endiosar y a aceptar como fundamentos de nuestra fe. ¡Y no los son! Pueden llegar a ser importantes, pero nunca fundamentales. Porque, lo fundamental de nuestra fe no se apoya en actos y cosas externas que nos llegan de afuera, sino en lo que se cuece y nace dentro de nosotros mismos, es decir, en nuestros corazones.

Es el corazón donde nace y se cuece el pecado y también donde nace la fe como resultado de un encuentro profundo y real con Jesús. Por tanto, el escándalo de aquellos que se escandalizan y desvían la atención y el encuentro de otros con Jesús es cosa muy grave. Ya lo dijo Jesús en una ocasión: «Ay de aquel que escandalice: Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar»

Nuestra fe se fundamenta en Jesús y es en Él donde hay que mirarnos. Él es el Camino, la Verdad y la Vida y es a Él a quién hay que seguir. Por eso, mirarnos en otros equivaldría a cerrar nuestros ojos y ser guiados por ciegos. La realidad es que eso no nos llevaría a ninguna parte salvo a precipitarnos por el precipicio. Jesús lo advierte y nos lo dice claramente: Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.

Conviene, pues, reflexionar sobre nuestras costumbres y tradiciones y darle la importancia que tienen. Pero, nunca tomarlas como el fundamento de nuestra. Las costumbres y tradiciones están sujeta a cambios y evoluciones, más nuestra fe siempre será la misma y estará fundamentada en Xto. Jesús, el Hijo de Dios que nos la ha revelado.

lunes, 2 de agosto de 2021

UN CORAZÓN DISPONIBLE A COMPARTIR

 

Enterado de la muerta de Juan el Bautista, Jesús busca un lugar tranquilo y apartado donde descansar y, quizás, meditar la muerte de Juan, pero, la gente al saberlo le sigue y al desembarcar se encuentra Jesús con el gentío.  

Y lejos de mostrarse indiferente se compadece y curó a muchos enfermos. Más tarde los discípulos le dicen que despida a la gente pues, se hace tarde, para que vayan a las aldeas y compren de comer. Sin embargo, Jesús les responde: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer».

Una respuesta sorprendente pero que lleva implícito una preocupación que denota una preocupación por los problemas de los demás. Sobre todo por aquellos que tienen pocas posibilidades de solucionarlos y se siente impotentes ante la dificultad que se les presenta. Sabe que los apóstoles muy poco pueden hacer, pero quiere despertar en ellos esos sentimientos de solidaridad con los demás.

También nos enseña a pedir al Padre por todas nuestras necesidades y a confiar en su acción y providencia. Pero, sobre todo, a tener un corazón compasivo y misericordioso con las necesidades y problemas de los más pobres, limitados y excluidos. Nos enseña también a ponernos en disponibilidad de servicio según nuestras posibilidades y capacidades y a confiar en que Dios, nuestro Padre, está con nosotros.

domingo, 1 de agosto de 2021

¿QUÉ Y A QUIÉN BUSCAS? NO DEFALLEZCAS

 

Aclara tu vida. ¿Qué buscas o a quién buscas? Será muy importante saberlo porque eso aclarará tu camino y le dará ilusión, alegría y gozo. Pero, sobre todo, coherencia y sentido. Sin embargo, conviene antes aclarar algunos conceptos que, de tenerlos confusos, enturbiarán tu camino y lo harán más difícil seguir. Detrás de todo esfuerzo hay un objetivo de felicidad. Es decir, todos buscamos la felicidad.

Ahora, los caminos de búsqueda son diversos, diferentes y también erróneos. Todos prometen esa felicidad, pero no todos la dan como en el fondo de nuestro corazón la deseamos. Lo primero que debemos clarificar es que la felicidad - la auténtica y verdadera felicidad - es eterna. Una felicidad de tiempos y de momentos son espacios en cierta medida felices, pero no felicidad eterna, que es la que precisamente buscamos.

Ahora, aclarado esto, nos preguntamos, ¿dónde está esa felicidad eterna? ¿Está en el mundo? Nuestra experiencia nos dice que no, y la muerte nos lo demuestra. Luego, sin el mundo - donde vivimos - no nos puede dar, ya que no la tiene, esa felicidad, nos seguimos preguntando, ¿dónde está? Porque, segundo, debemos también aclarar que dentro de nosotros hay una chispa de eternidad que nos empuja a buscarla y que nos recuerda que realmente existe.

Saciar esa hambre de felicidad que tenemos es lo verdaderamente importante. Pero, para ello habrá que buscarla con insistencia y perseverancia, sin desfallecer. Importa más que la propia vida material ese alimento espiritual - Pan del Cielo - del que Jesús nos habla hoy en el Evangelio. Cierto es que ambos alimentos se necesitan, pero, ¿de qué nos vale el alimento del cuerpo si perdemos el alimento de Vida Eterna? 

Esa es la prioridad y la que tenemos que poner como primera opción. Nos lo dice Jesús claramente: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».

sábado, 31 de julio de 2021

EL SEÑOR SIEMPRE LA PRIMERA OPCIÓN

 

Es obvio que no podemos seguir a dos señores porque, para hacerlo tendríamos que partirnos y, en consecuencia, no podrías seguir plenamente a ninguno de los dos.  Por tanto, nuestro seguimiento no sería pleno como quiere el Señor: Como grandes multitudes lo seguían, Jesús se volvió a ellos y les dijo: «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su cruz y...

Es obvio que seguir a Jesús implica plenitud y total entrega. Luego, hay que dejar todo lo demás para poder poner a Jesús en el centro y que sea la primera opción de nuestra vida. Indudablemente, eso significa que nuestra primera opción tendrá que ser el amor. Amar como Jesús nos ama y para lo que nuestro Padre Dios nos ha creado. Amarlo a Él, sobre todas las cosas, es decir, la primera opción. Y,  amar a los demás, empezando por los más próximos - familia - y por los más pobres y débiles, significa poner a Jesús, el Hijo de Dios, en el centro de nuestra vida. Porque, precisamente, Dios es Amor.

Por tanto, cuando amamos al estilo de Jesús, estamos haciendo la Voluntad de nuestro Padre Dios y poniendo a Jesús como la primera opción de nuestra vida. Ello nos exigirá posponer todos nuestros proyectos, ambiciones, ideales, egoísmos y satisfacciones en un segundo plano para buscar la Voluntad de Dios que será amar tal y como Él nos ama.

viernes, 30 de julio de 2021

ANTES QUE TUS PALABRAS MIRAN TU PERSONA

 

Interesa más tu origen y títulos que tu persona. Depende de quién firme la obra o dé el discurso para que lo que diga o haga sea bien acogido. No dará ni será lo mismo si la firma viene avalada por grandes títulos y bien ganada fama que si quien presenta y firma el discurso es alguien de orígenes humildes y conocido de todos en su entorno. La persona tiene mucha importancia para dar crédito y valor a su palabra u obra.

Por tanto, si quien se presenta a exponer su noticia es de la casa, su porcentaje de aceptación disminuye mucho. En cambio, por el contrario, si el autor del mensaje viene de afuera, es desconocido y presenta titulación, el mensaje o noticia es bien acogido y hasta aceptado. En la historia podemos encontrar muchos ejemplos de este tipo que nos han llevado a reconocer que nadie es profeta en su tierra.

Jesús lo ha dicho: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe. Y es que la soberbia de sus propios paisanos les impedía dar crédito a las Palabras de Jesús. Para ellos no era más que el hijo del carpintero del pueblo y se escandalizaban de sus Palabras. Pero, lo importante y reseñable es lo que significa eso ahora para nosotros. ¿Consideramos a Jesús el Hijo de Dios y creemos en su Palabra, o, por el contrario le rechazamos como muchos de sus contemporáneos? Esa es la cuestión que nos interesa y debemos meditar.

jueves, 29 de julio de 2021

NACIDOS PARA VIVIR

 

No hemos sido creados para, después de un tiempo, morir. Dios nos ha creado para vivir, pero, al darnos libertad, ha querido que pasemos primero por el filtro del amor y que libremente, optemos por dejarnos amar correspondiendo mutuamente a es amor en el amor a los hermanos. Es decir, amar como nuestro Padre Dios nos ama. Esa es la prueba y la manifestación de nuestro amor. Y es así como nos ganamos esa eternidad plena de gozo y felicidad.

Pero, eso nos pide fe, y la fe no es algo que se puede comprar o adquirir de alguna forma. La fe es un don de Dios gratuito que Dios lo regala a quien la busca, la pide y la recibe. Es un don que te exigirá humildad para que como un niño te fíes de tu Padre Dios, y sin entenderla, porque - ese misterio - no cabe en tu cabeza, te fíes de su Palabra y del Poder y Amor de tu Padre Dios.

Eso es lo que cuenta el Evangelio de hoy: Juan 11, 19-27. En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas».

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Ya sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y crea en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?». Ella contestó: «Sí, Señor. Creo firmemente que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

miércoles, 28 de julio de 2021

UN TESORO ESCONDIDO

 

No cabe ninguna duda que el gran Tesoro de nuestra vida está escondido, pero, no por eso lejos de nosotros sino, todo lo contrario, muy cerca. Posiblemente, el estar tan cerca nos puede desorientar y no verlo. Buscamos ese Tesoro en el mundo y, por supuesto, no lo encontramos. No lo encontramos porque no está en el mundo. Ese campo, donde permanece escondido el gran Tesoro, es nuestro corazón. Y es en él donde tenemos que buscarlo.

Indudablemente, está muy bien escondido porque no lo vemos ni lo descubrimos. Miramos para el mundo y buscamos esa felicidad eterna en las cosas que el mundo nos ofrece, y ahí no se encuentra ese Tesoro buscado y deseado. La avaricia, la soberbia, la riqueza, el poder y los placeres se encargan de poner tierra por medio para que no veamos el lugar donde está nuestro Tesoro. Y nos empecinamos en seguir buscando en las cosas que nos ofrece este mundo.

Nos cuesta encontrarlo y darnos realmente verdadera cuenta de lo que significa el Reino de Dios. Y es que encontrarlo no es simplemente darte cuenta de donde está, sino renunciar a esa vida de egoísmo, de placer y de pensar solo en ti. Encontrar ese Tesoro te exigirá un cambio de actitudes en tu vida y te moverá a tomar riesgos que no sabrás a donde te llevan, pero, tras las aparentes tormentas y peligros, vendrá la calma, el gozo y la felicidad que te decidirá a vender todo los que tienes para compara ese hermoso y gran Tesoro.