Es obvio que no podemos seguir a dos señores porque, para hacerlo tendríamos que partirnos y, en consecuencia, no podrías seguir plenamente a ninguno de los dos. Por tanto, nuestro seguimiento no sería pleno como quiere el Señor: Como grandes multitudes lo seguían, Jesús se volvió a ellos y les dijo: «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su cruz y...
Es obvio que seguir a Jesús implica plenitud y total entrega. Luego, hay que dejar todo lo demás para poder poner a Jesús en el centro y que sea la primera opción de nuestra vida. Indudablemente, eso significa que nuestra primera opción tendrá que ser el amor. Amar como Jesús nos ama y para lo que nuestro Padre Dios nos ha creado. Amarlo a Él, sobre todas las cosas, es decir, la primera opción. Y, amar a los demás, empezando por los más próximos - familia - y por los más pobres y débiles, significa poner a Jesús, el Hijo de Dios, en el centro de nuestra vida. Porque, precisamente, Dios es Amor.
Por tanto, cuando amamos al estilo de Jesús, estamos haciendo la Voluntad de nuestro Padre Dios y poniendo a Jesús como la primera opción de nuestra vida. Ello nos exigirá posponer todos nuestros proyectos, ambiciones, ideales, egoísmos y satisfacciones en un segundo plano para buscar la Voluntad de Dios que será amar tal y como Él nos ama.
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