lunes, 29 de junio de 2020

PEDRO Y PABLO

Pin en Deus
Mt 16,13-19
Hoy celebramos el día de Pedro y Pablo, las dos columnas donde se edificó la Iglesia que Jesús ha elegido y ha establecido poniéndolos como sostén de la misma. Pedro, un humilde pescador sin preparación ni cultura que no entiende nada y que, asustado y temeroso, le niega la noche de su prendimiento. Y, Pedro, un erudito de la ley judía, bien formado y comprometido en acabar con esa proclamación del Jesús resucitado que los cristianos proclamaban.

Como podemos observar, la Iglesia se edifica y construye sobre dos grandes pecadores, uno que le niega y otro que le persigue, y, me atrevería a decir, que muchos dentro de ella seguimos siendo grandes pecadores y la defraudamos en muchos momentos. El milagro de la Iglesia, como institución  civil y eclesiástica, es que, formada por pecadores persevera y se mantiene firme y fiel a la consigna de su fundador, Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Una Iglesia que, perseguida hasta el deseo de aniquilarla se mantiene erguida, firme y viva a pesar de estar formada por pecadores heridos y tentados por el pecado y el demonio.

Mundo, demonio y carne son las tres amenazas que tratan de echar abajo esa Iglesia que Jesús deja en manos de sus discípulos, de manera muy particular a cargo de Pedro, en su organización interior y jerárquica, y a Pablo, como altavoz de una Iglesia que sale al mundo y proclama que Jesús es el Mesías enviado para salvar al mundo. Un Mesías que nos pide hoy, como les pidió a sus apóstoles, que pensamos de su Persona. 

Porque, todo dependerá de quien creas tú sobre quien es Jesús. Porque, si no crees que es el Hijo de Dios, nuestros esfuerzos serán en vano. Ya lo dijo Gamaliel -Hch 5, 34-39 - en cierta ocasión al sanedrín. Y una prueba de ello es que la Iglesia, a pesar de los pecados de Pedro y de Pablo, y de todos nosotros, está en pie y se sostiene firme. Está claro, es la presencia del Espíritu Santo que la guía y la sostiene hasta la segunda venida del Salvador y Mesías, que nos ha prometido venir a buscarnos para llevarnos a las moradas que nos prepara - Jn 14, 2-3-.

domingo, 28 de junio de 2020

ACOGER, EN ESTE MUNDO SIGNIFICA PERDER

Fano
Mt 10,37-42
Es lo que suele pasar cuando tú tratas de acoger a otro. Si ese otro es un pobre, un señalado, un mal tratado o un señalado por otros. Si tratas de acogerlo te complicas la vida y, posiblemente, empiezas a perder tu vida. Esta vida. Eso a nadie se le esconde y la solución que le damos es evadirnos, mirar para otro lado y significar que eso no va conmigo. Pensamos que así ganamos el mundo y no nos damos cuenta que lo perdemos, porque, este mundo en caduco y termina pronto. El que verdaderamente importa es el que es eterno. Y ese lo ganamos perdiendo este, es decir, gastando esta vida en buscar la verdad y la vida.

Jesús nos lo repite muchas veces y su Palabra nos lo deja muy claro: »Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado». Nos está diciendo que en la medida que le amemos amaremos más a los demás. Porque, estando unidos al Señor y tratando de seguirle, estamos también más comprometidos con los demás, ya que, en la medida que trabajes por el bien de los demás le estás amando y reflejando el Amor de Dios a través de ese amor humano. 

Sin embargo, el centro de tu amor tiene que ser Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida y sin Él no podemos comprometernos a amar a los demás, porque, nuestra naturaleza es débil y está herida por el pecado. De manera que, sin la Gracia de Dios, nuestro amor sería muy limitado, interesado y hasta egoísta. Por eso, Jesús es el centro de nuestra vida y nuestro Padre Dios tiene que estar por encima de todo, porque, será de Él de donde sacaremos la fuerza y la fortaleza para poder amar como Él nos ama.

Y no olvidemos esa promesa que el mismo Jesús nos promete: Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa. Y eso sólo lo podremos realizar con y por la Gracia de Dios

sábado, 27 de junio de 2020

ESA DEBE SER NUESTRA ASPIRACIÓN, A TENER UNA FE COMO LA DE AQUEL CENTURIÓN

Evangelio del Día | Evangelio, Evangelio segun san lucas ...
Mt 8,5-17
No se trata de hacer cosas, pues, pensándolo y mirándolo bien, Dios no necesita que le ayuden y Él sólo se basta para todo. Se trata de creer en Él y confíar que toda nuestra vida depende de Él. Hoy, el Evangelio nos habla del ejemplo o testimonio de ese centurión que confío tanto en Jesús que le pidió que desde donde se encontraba podía sanar a su siervo. 

Y, humildemente, se comparó con él, ¡un simple centurión!, que teniendo poder para decirle a uno, haz esto, y lo hace, y a otro, ven aquí, y viene...etc ¡Cuánto más tú, Señor, que puedes dar la vida! Porque, quien tiene poder sobre la muerte para devolver la vida es el Señor y Creador de todo. Es el Dios que todos quieren tener y encontrar. Es el Dios de la Vida y la muerte. El Dios de la Felicidad Eterna que todos buscamos y perseguimos.

A nosotros también puede ocurrirnos que sintiéndonos fuertes y, en cierta medida poderosos, tengamos mucha gente a nuestro cargo y bajo nuestro mando, pero, ¿pensamos como aquel centurión? ¿Y tenemos ese aprecio y amor a aquellos que están bajo nuestras ordenes? ¿Nos preocupamos por ellos hasta el punto de, siendo incrédulos, pedir ayuda al Dios que nos promete la vida y la resurrección? 

Porque, ese Dios que, quizás, se nos resiste, es el Dios que nos anuncia ese Jesús histórico, que pasó por este mundo haciendo el bien y sanando a las personas enfermas, tal es el caso del siervo del centurión. Ese Dios que te revela el amor del Padre y, en su nombre, te ofrece, por la fe, la Vida Eterna.

viernes, 26 de junio de 2020

HOY TAMBIÉN JESÚS QUIERE LIMPIARTE

Que DIOS te bendiga
Mt 8,1-4
Es evidente que Jesús quiere limpiarnos, pues, no obstante ha dado su vida por nosotros. Luego, ¿cómo no va a querer limpiarnos? Ahora, el problema no está en su Voluntad, que, incluso, nos busca para limpiarnos, sino en nosotros que, igual no le creemos o no nos dejamos limpiar. No entendemos cómo y de qué manera tenemos que decírselo o si realmente creemos o no, porque la fe no se compra ni se adquiere por voluntad propia. Simplemente es un don de Dios, y sólo Él entiende y sabe lo que hay en el fondo de nuestro corazón y de qué manera pedimos.

Por eso, confiado en que Dios me busca, me quiere y me escucha, yo quiero creer, aunque perciba o no vea que mis deseos, por otra parte quizás mal pedidos, sean cumplidos según mis observaciones, confiar ciegamente en que Dios, mi Padre, sabe de mí y también, ¡por supuesto!, lo que me conviene y la medida de mi fe y de hasta dónde me fío de su Palabra y de Él.

En ese sentido, pienso que aquel leproso pedía con fe, verdadera fe. Y, Jesús lo supo y lo leyó en su corazón. De ahí que su deseo fue cumplido en aquel momento. Eso me conecta en este momento a la película del Padre Pio, que decía que si Dios quiere, lo que le pides puede cumplirse en el mismo momento que lo pides, valga la redundancia. De ahí, yo deduzco, que mi fe no alcanza todavía la medida que Dios quiere de mí, o que mi confianza no está lo suficientemente madura para, aunque yo me lo diga, crea realmente en el poder del Señor.

De cualquier manera no me preocupa mucho porque seguiré insistiendo, tal y como Él me lo dice - Mt 7, 7-12 - y, a pesar de mis defectos e imperfecciones, continuaré en el esfuerzo y la actitud de creer y fiarme de la Palabra del Señor. Ya llegará el momento, por la Gracia del Señor, que vendrá la Luz y todo se verá como quiere el Señor.

jueves, 25 de junio de 2020

UNA FE SOBRE ROCA

Pero el que oye y no obedece es como una persona que construye una ...
Mt 7,21-29
Todos entendemos que los fundamentos de una buena obra tienen que estar apoyada sobre roca firme. A nadie se le ocurre construir una casa sin que las columnas que la sostienen estén apoyadas en tierra firme. Sería un disparate, porque a la menor zozobra se vendría abajo. Luego, ¿cómo es posible que, a pesar de tanta experiencia, sigamos edificando sobre arena?

Porque, edificar sobre arena es apoyar tu vida en las cosas de este mundo. Un mundo caduco donde no hay nada que perdure. La felicidad que buscamos en esta vida es una felicidad pasajera, una felicidad que apoyamos en el fin de semana, ¡quienes tiene trabajos y salud!, y los que no, a sufrir. Pero, es que ese fin de semana, estamos cansados de vivirlo, no dura nada y llega el lunes con los mismos o más problemas. Y eso contando que lo hayamos pensando bien. 

Y, todo, en el mejor de los casos no nos deja satisfechos ni plenos de felicidad, porque, el lunes empieza de nuevo la misma historia y la misma lucha. ¿Qué felicidad buscamos? ¿Y dónde la buscamos? ¿Acaso te conformas con una felicidad pasajera, de unas horas? ¿No te has dado cuenta todavía que la felicidad que buscas y quieres está impresa en tu corazón? ¿No has llegado a entender que si eres semejanza del Dios Trino - Hagamos al hombre a nuestra imagen y... - Gn 1, 26 - estás llamado a ser eterno como Él y a compartir su Gloria eternamente porque así Él lo ha querido? ¿Y no ha venido el Hijo, nuestro Señor Jesús a decírnoslo? Luego, ¿en qué estás pensando? ¿Cómo puedes estar gastando y derrochando tu vida miserablemente?

Pongámonos en camino y tratemos de adecuar nuestra Palabra con nuestra vida, de tal manera que nuestras obras se correspondan con nuestras palabras según la Voluntad de nuestro Padre Dios. Porque, sólo a Él llegamos a través del Predilecto, del Hijo que nos señala el Camino, la Verdad y la Vida.

miércoles, 24 de junio de 2020

LA FIGURA DE JUAN BAUTISTA

Bautismo de Jesus | Bautismo del señor, Bautismo de jesus, Bautismo
Lc 1,57-66.80
Es todo un misterio, porque, desde niño fue elegido para ser el precursor y el enviado a preparar el camino al Mesías prometido, al Hijo de Dios y a Aquel que debía de venir a liberarnos del pecado. No sé ni quiero adentrarme en ese misterio cómo Juan cumplió con su misión. Una misión que desde niño le apartó de toda tentación mundana de su época y que le lleva al desierto a prepararse para tal misión.

Lo real y verdadero es que Juan cumplió con esa misión que le fue encomendada. Sé que la Gracia de Dios estaba con él y que el Espíritu de Dios le asistió en esa misión que le había sido encomendada, pero, también sé que era un hombre como yo, que sufrió y tuvo que poner mucho de su parte. Sé que tuvo sus dudas y vacilaciones en algún momento de su vida, pero también sé que se abandono en las Manos del Dios que le había enviado a anunciar y preparar el camino de su Hijo, el Mesías que había de venir a salvarnos y redimirnos.

El Evangelio nos dice que Juan vivía en lugares desiertos: El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel. Y es que, para prepararse y dar a conocer al Señor hay que, primero, aislarse, meditar y fortalecerse de y por la Gracia que el Espíritu infunde en nosotros para que, iluminados, favorecidos y disponibles, hagamos su Voluntad. Y fue eso lo que hizo Juan, dar cumplimiento a la elección que Dios hizo en él.

¿Estamos también nosotros dispuestos a, poniéndonos en sus Manos, hacer su Voluntad? Porque, tenemos que estar seguros, ¿lo estamos?,  que Dios ha pensado en una misión para cada uno de nosotros. Descubrir qué quiere Dios de nosotros está en estrecha relación con nuestras habilidades, talentos y cualidades recibidas. Esforcémonos en darlas en servicio gratuitamente y el Espíritu Santo hará lo que nosotros no sepamos o podamos hacer.

martes, 23 de junio de 2020

UN TRATAMIENTO IGUALITARIO

La puerta estrecha | Frases reflexion, Puertas, Vida
Todos entendemos y estamos de acuerdo que deseamos un trato de igualdad tal y como los demás son tratados. Es decir, yo quiero ser tratado de la misma forma que tú lo deseas para ti. Pero, ¿y respecto a los enemigos? Parece una contradicción que si soy tratado con ofensas por alguien - enemigo - yo le trate bien. Sin embargo, nada más lejos de contradecirse, sino de hacer pleno la capacidad de amar.

Porque, a todos nos gustaría que, nuestros errores sean perdonados; a todos nos gustaría que los demás no nos hirieran con sus iras o no nos ofendieran con sus insultos o no nos juzgaran con sus juicios y que nos amaran a pesar de ser enemigos. Todos quisiéramos ser perdonados cuando estuviésemos en calidad de detenido por enemigo. Todos quisiéramos ser bien tratados y considerados hijos del mismo Padre, que se portarán con nosotros de la misma forma que lo hace el Padre.

Esa es la puerta estrecha por la que tenemos que entrar. La puerta del amor abierto a todos, a los que son amigos y a los que no lo son. Esta es la puerta angosta que nos exige amar incluso a los enemigos. Esta es la perfección de la Ley que ha venido a traer nuestro Señor Jesús, un amor pleno y maduro que acoge y salva  a todos los hombres.

No hay correspondencia lógica entre el amar como a ti te gustaría ser amado, sin una gratuidad que sobrepasa esa equivalencia humana a la que nuestra razón está sujeta. No se trata de dar según recibes, ni hacer un favor por otro favor. Se trata de dar y darse de forma gratuita y sin condiciones. Simplemente por puro amor. Un Amor como experimento que el Padre me da, de manera gratuita, a mí. Porque, el Padre me ama a pesar de mis errores, mis defectos, mis malas intenciones y pecados. Es esa la manera que el Padre quiere que también yo ame. Por y para eso me ha creado con un corazón semejante al Suyo.