viernes, 14 de julio de 2017

NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN

(Mt 10,16-23)
Estas palabras las repetimos a diario cuando rezamos el Padre nuestro. Posiblemente pasen desapercibidas en muchos momentos y no advirtamos que nuestro peligro es inminente. El mundo es una jauría de lobos que, sin advertirlo, nos amenazan y nos atacan. Basta olvidar cualquier objeto de valor, y no saber nada más de él. Incluso en clubes y lugares de confianza.

Vivimos en un mundo de lobos donde impera la supervivencia y la ambición de tener, no sólo más, sino también poder. Y eso descubre una ley injusta y de poder. Y quien tenga más poder, tendrá más posibilidades de vencer y someter al otro. Por lo tanto, no conviene sermones ni consejos morales, y menos la Palabra de Dios. Ellos no entienden sino de fuerza y poder, y quienes estén contra ellos y sus intereses, los azotarán, entregaran a tribunales y serán acusados y llevados ante gobernadores y reyes.

Y eso es lo que experimentamos en este mundo en el que vivimos. Ocurre todo tal y como está descrito por Jesús. Hoy, los cristianos somos perseguidos. En unos países más que en otros, o de diferente formas, pero todos perseguidos. La vida, la eutanasia, el matrimonio, la familia...etc., son valores que no se respetan y que se quieren destruir o administrar según ellos. Ellos que mandan en el mundo y manipulan a los que se sienten ovejas perdidas. Por eso, necesitamos ir al mundo, y aunque estemos en medio de lobos, actuar tal y como nos dice Jesús:
Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Pero, no tengamos miedo. Ya nos dice el Señor que no nos preocupemos, aunque, también nosotros debemos poner toda la prudencia y esfuerzo que estén de nuestra parte. Él cumple siempre lo que dice. Por lo tanto, estemos confiados y tranquilos. Sus Palabras nos dan paz y sosiego: Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. 

jueves, 13 de julio de 2017

ANTE LA MUERTE, LA RESURRECCIÓN

(Mt 10,7-15)
No hay temor, pues con y por Jesús, el Hijo de Dios Vivo, estamos salvados. Dios ha enviado a su Hijo, Jesús, para darnos Vida Eterna. Él ha pagado por todos nuestros pecados, rescatándonos de la condenación eterna, con su Muerte en la Cruz. Y nos ha salvado para siempre. Por lo tanto, no hay ningún temor, porque nuestra muerte en este mundo es la escalera para llegar al otro, al verdadero, donde nos espera el Señor.

Y esta es la Buena Noticia de Salvación que tenemos que proclamar. ¡Estamos salvados! Una Buena Noticia que daremos gratis, porque gratis la hemos recibido. Y que ofreceremos a todos, de manera especial a todos aquellos que abran sus corazones para recibirla. Es una Noticia que no se impone, sino que se propone y se regala a quienes quieran acogerla. Indudablemente, será de muy mal gusto rechazar la salvación.

El Señor no traza el camino y el método. Muy sencillo, el esfuerzo de tratar de amarnos y amarnos, a pesar de nuestros defectos, de nuestras caídas y fracasos. Vuelta a la lucha, a tratar, cada día, de ser mejor y de, con y por la Gracia de Dios, mejorar y transformar nuestros corazones. El Espíritu Santo irá haciendo el trabajo y, sin darnos cuenta, experimentaremos que nuestros corazones se irán transformando y mejorando, pareciéndose al del Señor.

No se trata de imponer sino de ofrecer y proponer lo que todo hombre quiere y busca. No se trata de tirar este tesoro de la Palabra a los perros, que la pisotean o la desprecian. Así, el Señor nos dice:
 «En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».

miércoles, 12 de julio de 2017

JESÚS NO SE PUEDE GUARDAR

(Mt 10,1-7):
Sería un contra sentido conocer a Jesús para guardarlo para nosotros mismos.  Y, lo sería, porque la esencia principal de Jesús es el Amor. Jesús se hace el encontradizo porque nos ama, y porque quiere que nosotros también le amemos. Pero, le da un matiz especial a ese deseo de amar.  Quiere que le demostremos ese amor a Él reflejándolo en el amor a los demás. Es decir, le amaremos a Él cuando volcamos nuestro amor en los demás.

Y nos deja perplejos y sin respiración. Porque ese amar a los demás nos hermana y nos predispone a despojarnos de nosotros mismos para acoger y escuchar a los demás. Porque es en la escucha donde encontramos la manera y la forma de hacer el bien, y, por tanto, amar. Eso nos lleva a un compromiso ineludible. Un compromiso que no tiene otra salida, sino la de darse en amor. Y eso implica y exige proclamarlo. Y es, precisamente eso lo que Jesús nos dice y propone: A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Había elegido a doce enviándololos a proclamar la Buena Noticia de salvación. Pero, esos doce no serán eternos, y ello implica que también nosotros somos enviados, por el compromiso de nuestro Bautismo, a proclamar su Mensaje de salvación. Mensaje, que hoy se extiende a todos los hombres, pero que sólo podremos derramarlo en aquellos que se abren a su acogida y están disponible a recibirlo.

Nosotros por nuestra cuenta, debemos estar preparados y llenarnos del Espíritu Santo, para derramar en la medida de nuestras capacidades todo el testimonio de que somos capaces por la acción del Espíritu.

martes, 11 de julio de 2017

LO PRIMERO SIGNIFICA DEJARLO TODO

(Mt 19,27-29)
Cuando ponemos una meta queremos significar que todos nuestros esfuerzos irán dirigidos a conseguir dicha meta. Seguir a Jesús y ponerlo como centro de nuestra vida, significa que Él será lo primero, y dejaremos todo lo demás para ponerlo en función de Él.

Imitando al Maestro, descubrimos que Jesús, el Señor, no sólo lo ha dejado todo, despojándose de su condición Divina, para hacerse igual a nosotros, menos en el pecado, sino que ha entregado su propia vida, en y para rescate por todos los pecados del hombre. Él lo ha dado todo, y también nos exige que nosotros lo demos todo. Y también nos recompensará dándonos todo, la Vida Eterna en plenitud. 

La experiencia nos demuestra que todo lo que se mueve aquí abajo es perecedero y no tiene consistencias. Las cosas de este mundo nos endurecen el corazón y nos hacen más egoístas y estériles, condenándonos al sin sentido y a la muerte. Descubrimos que conseguidas muchas cosas en las que ponemos nuestras esperanzas, pronto quedan obsoletas y vacías. Sólo la Verdad perdura y nos llena plenamente.

Jesús nos lo promete muy claramente cuando nos dice: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna».

Vivamos con la esperanza de poner al Señor en el centro de nuestra vida, con la confianza y certeza de que somos ya recompensados con su Amor en este mundo. Un Amor gratuito del que no somos merecedores ni podemos entender. 

lunes, 10 de julio de 2017

LA LEY NO NOS SALVA

(Mt 9,18-26)
Estamos encadenados a la Ley, y pensamos que, cumpliéndola,  nos salvamos. El cumplimiento es la disciplina que está muy metida en nuestro corazón y que, sin darnos cuenta, adoramos, substituyéndola por Dios. Importa cumplir y así nos salvamos. Eso, paño y vino viejo de los antiguos, sigue vigente hoy, y damos mucha importancia al cumplimiento olvidando el amor y el perdón.

Ley y disciplina son esclavitudes que nos someten y, valga la redundancia, nos esclavizan.. No significa esto, ni tampoco quiere decir, que la Ley y la disciplina no son necesarias, sino que ellas, por sí mismas, no salvan, ni, por supuesto, dan vida. Es Cristo, el Señor, quien da Vida. Verdadera Vida Eterna. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Sin embargo, se hace necesaria nuestra colaboración. Somos seres libres. Creados en libertad, y dependerá de nosotros dar ese paso de abrirnos a la Gracia de Dios. Es lo que nos dice el Evangelio de hoy cuando nos cita estos dos ejemplos de búsqueda y fe. A), el personaje que le pide al Señor que le devuelva la vida a su hija que acaba de morir, b), la mujer que sigue al Señor con intención de tocarle el manto, confiada que así se curará su enfermedad.

Ambos tienen en común la fe, y la persistencia en la búsqueda y encuentro con Jesús. Ambos buscan la Vida, y confían en la única Vida, el Señor. ¿Buscamos también nosotros al Vida en el Señor? ¿O la buscamos en el mundo? El primero, aquel personaje, le pide al Señor que con sólo poner su Mano sobre su hija, ésta recobrará la vida. Y la segunda, aquella mujer hemorroisa, confía en que llegado a tocar su manto, su flujo de sangre terminará y podrá engendrar y dar vida.

Ambos están convencidos que Jesús es Fuente de vida, y, ambos, la buscan en Él. Jesús, no sólo es Camino y Verdad, sino fundamentalmente Vida. Y Vida Eterna. ¿Buscamos nosotros la verdadera Vida en Jesús? ¿Nos ponemos en camino, proceso de fe, para, siguiendo a Jesús encontrar la Verdad y la Vida?

domingo, 9 de julio de 2017

SABIOS E INTELIGENTES

(Mt 11,25-30)
El hombre en cuanto sabe algo se cree grande e inteligente. Esos son los sabios de este mundo, que han descubierto algunas cosas que estaban ocultas a los ojos de los demás, y se creen entendidos y dueños del universo. Observamos que brilla por su ausencia la humildad y sencillez. 

Hoy, Jesús, bendice al Padre porque revela el misterio de la salvación al hombre humilde y sencillo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

 El Señor deja muy claro la condición necesaria e imprescindible para abrazar el Evangelio. La  Buena Noticia de Salvación. Son, precisamente, los sabio e inteligentes los que por su presunción de sabios se cierran a la Verdad y a la Salvación. Sólo, los capaces de humillarse, tal y como hizo María, la Madre humilde y sencilla, pueden alcanzar esa Buena Noticia de Salvación.

Sin esa condición nos cerraremos a la Verdad. Y lo experimentamos personalmente, pues, sólo cuando somos capaces de ser humilde, no sólo abrimos nuestro corazón a la Luz Divina, sino que experimentamos la paz y el gozo que da el descanso de descubrirnos a la Verdad. Es, precisamente, en el Señor donde encontramos nuestro descanso y paz.

 Porque, sólo, cuando nos esforzamos en ser mansos y humildes como Él, encontramos paz y sosiego. Comprendemos que sólo en la actitud de ser de los últimos, con la disponibilidad de servir por amor, podremos recibir la Luz de la Verdad.

sábado, 8 de julio de 2017

LO VIEJO Y LO NUEVO

(Mt 9,14-17)
Muchas veces la Palabra se hace difícil entenderla. Bien, porque estamos bloqueados, o bien, porque estamos ciegos. De cualquier forma, no siempre estamos en sintonía con la Palabra de Dios. Por eso, siempre, estemos o no en sintonía y en la misma frecuencia con el Señor, necesitaremos la Luz y la Gracia del Espíritu Santo para poder interpretar y vivirla. 

Eso nos invita, posiblemente, al ayuno. Porque, ayunar no es sólo abstenerse de comer, sino también privarte de tu tiempo para entregarlo a los demás. Porque, ayunar también es poner tu vida en Manos del Espíritu Santo y dejarla correr según su Voluntad. Porque, ayunar, no consiste en mortificarse, sino en darse por el bien de los demás.

Y, es lógico y de sentido común que, cuando estamos con Jesús, todo es diferente. Y todo se vuelve festivo y se viste de alegría y novedad. En las fiestas no puedes poner cara de tristeza, pues de ser así dejaría de serlo. Tiempo habrá para darle salida y ponernos en situación de ayuno y penitencia. Ahora es tiempo de salvación, y Jesús está entre nosotros, motivo de alegría y gozo.

No se trata, pues, de hacer sacrificios como se entendía antes de la venida del Señor. La Buena Noticia renueva nuestra vida y actualiza nuestra fe. Se trata de amar. Amar como el mismos Jesús nos ha enseñado en su estancia terrenal entre nosotros. Porque, quien ama, hace y da frutos.

Pero, más importante aún, porque, quien ama está con el Señor. Y es que no se pude amar sin estar con Él. Él es lo nuevo, la Buena Noticia, el vino nuevo, que hay que conservar en odres nuevos. Nunca echarlo en odres viejos, porque reventarán y se estropearán. La fe madura y se renueva, y, para dar frutos, necesita actualizarse en el Señor. Abrir nuestros corazones y dejarnos guiar por el Espíritu Santo.