domingo, 18 de septiembre de 2022

MANO IZQUIERDA

Cuando actuamos con mano izquierda queremos significar que usamos toda nuestra astucia y picardía para, nunca engañar, pero sí valernos de ciertas apariencias o seducciones para ofrecer la posibilidad de vivir en la verdad, la justicia y el amor. Posiblemente queremos hacer el bien y, para ello, nos valemos de ciertas apariencias que atraigan a aquellos que, quizás confundidos, vacilantes o ignorantes no sepan qué hacer o como defenderse.

El peligro se esconde en que usemos el mal para hacer el bien. No se trata de eso. Se trata de usar toda nuestra astucia y picardía para dar a conocer la Buena Noticia donde está la felicidad y salvación que todos buscamos. Se trata de dar a conocer a Jesús a aquellos que no le conocen y, para ello, usar todos nuestros recursos y seducciones, dentro de la verdad, para darlo a conocer. Puede ser una fiesta, puede ser un motivo de encuentro deportivo o de cualquier cosa que se nos pueda ocurrir para tener la oportunidad de anunciarle el Amor que Jesús, de parte de su Padre, nos anuncia con su Vida y Obras.

De alguna manera, aunque lo hacemos sin condiciones, gratuitamente y por amor, el testimonio busca despertar y mover en el prójimo a descubrir el Infinito Amor que Dios nos anuncia en su Hijo Jesús y su Infinita Misericordia. Se trata de eso, de poner toda la carne en el asador para que la Buena Noticia sea anunciada y conocida. Siempre al servicio del Amor incondicional y gratuito, por la Gracia de Dios, y priorizándolo al dinero y las riquezas. Porque, como bien termina el Evangelio de hoy domingo, no podemos servir a dos señores, terminarás aborreciendo a uno y amarás a otro.

 

—¿Te parece, Pedro, que conviene tener mano izquierda para, seduciendo, buscar la posibilidad de anunciar la Buena Noticia? —planteó Manuel.

—¡Hombre, a veces necesitas decir alguna mentirijilla piadosa para acercar al amigo al Señor y poder anunciarle la Buena Noticia.

—Eso es lo que entiendo yo también —dijo Manuel. Siempre que no perjudiques, corrompas o hagas daño, debemos utilizar todos los recursos para dar a conocer la Buena Noticia.

sábado, 17 de septiembre de 2022

LA SEMILLA ESTÁ DENTRO DE TI

Desde tu nacimiento, en el mismo instante de tu concepción, la semilla de la Palabra de Dios ha sido sembrada en tu corazón. Una semilla de verdad, de justicia y de amor. Una semilla llamada a dar frutos de amor sin condiciones ni exigencias. Una semilla que si no muere no dará frutos. Y muere cuando dándose en todo su ser se entrega al servicio de los demás por amor.

Sin embargo, sucede que el mundo, diablo y carne nos seducen y, pronto, a las primeras tentaciones, entregamos nuestra semilla sin apenas abrirla. Se la comen los pájaros. Otros se mantienen algo más de tiempo, pero las primeras dificultades ahogan su perseverancia y abandonan su semilla dejándola sin sembrar ni cultivar. Hay otros que llegan a sembrar sus semillas, pero los afanes, riquezas y placeres que el mundo les ofrece terminan por impedirles madurar y dar frutos. Y, por último, los que perseveran, soportan las tentaciones y hunden sus semillas en sus corazones y, escuchando la Palabra, son los que maduran y dan frutos. Unos 30, otros 60 y otros 100 por ciento. Cada cual según los talentos recibidos.

La pregunta se cae por su propio peso: ¿Dónde te encuentras tú? ¿Qué tierra eres y donde estás sembrando tu semilla? Responder a esas preguntas te corresponde a ti. Nadie va ni puede responder por ti. Tú sabrás que haces con esa semilla – Palabra de Dios – que ha sido sembrada en tu corazón.

 

—Creo que lo importante es descubrir donde tengo que sembrar mi semilla —dijo Manuel. Buscar una tierra buena para que pueda echar raíces y dar frutos.

—Sí, esa es la cuestión —respondió Pedro. Pero ¿cómo buscar esa tierra?

—Jesús, que sabe de nuestras dificultades, dejó, precisamente para eso, la Iglesia. En ella podemos escuchar la Palabra y encontrar ayuda para perseverar.

—Sí, supongo que ese será el camino.

 

Diríamos que la Iglesia es el lugar donde podemos dejar nuestra semilla para que, desde allí buscar la mejor tierra donde sembrar esa Palabra de Dios que nos convierta y nos de la fortaleza y Gracia para dar frutos de amor. No olvidemos que allí recibimos el Espíritu Santo – en la hora de nuestro bautismo – y en Él encontraremos inteligencia, sabiduría, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios para dar los frutos de amor que nuestro Padre Dios espera de nosotros.

viernes, 16 de septiembre de 2022

EL PAPEL DE LA MUJER

Lc 8, 1-3

Sin lugar a duda, la mujer desarrolla un papel importante en la sociedad en todos los aspectos. En ella empieza la vida humana que, con la colaboración del hombre, perpetuán, por la Gracia de Dios creador, la presencia humana en la tierra. Es complemento que perfecciona al hombre y que añade con su intuición y cualidades femeninas todo lo que el hombre no ve. Es la pareja que completa la obra de Dios, la creación del ser humano, hombre y mujer, semejantes a Dios.

Porque, si hemos sido creados semejantes a Dios, entendemos que Dios tiene semejanza tanto con el hombre como con la mujer. Luego, la obra humana perfecta se completa en el hombre y la mujer. Ambos forman esa semejanza con nuestro Padre Dios. Y, por supuesto, ambos tienen un papel importante en el Plan creador y anunciador del mensaje de la Buena Noticia. Creados por Amor y para amarnos.

Por tanto, hombre y mujer, diferentes para complementarnos en la construcción de esa nueva alianza que forman el pueblo de Dios. La familia será la célula que nos engendra, nos cobija y nos educa para el amor solidario y misericordioso semejante al que nuestro Padre Dios tiene con cada uno de nosotros. Por tanto, el papel de la mujer será determinante y necesario. Así transcurrió en la Vida de Jesús, nuestro Señor, tal y como vemos hoy en el Evangelio – Lc 8, 1-3 – donde las mujeres acompañan a Jesús en su labor evangelizadora.

 

—Somos semejantes a Dios, así lo dice la Biblia: Gn 1, 26: Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Pero eso no significa que seamos iguales —puntualizó Manuel.

—Supongo —respondió Pedro— que uno complementa al otro y eso exige que sean diferente. ¿No lo crees?

—Lo que a uno le falta, lo tiene el otro. De esa manera son más perfecto y, por supuesto, ¡lo más importante, necesitan amarse! Un amor que exige respeto e igualdad en dignidad.

 

Está claro para el que quiera ver las cosas como en realidad son. Hombre y mujer son iguales en dignidad. Ambos son hijos de Dios, pero con características y diferencias que hacen a uno el complemento del otro. Ambos formal la familia, célula de la sociedad sin la cual los pueblos desaparecen. Su papel, hablamos del lado feminista, tiene gran importancia y relevancia en la Iglesia. Lo vemos claramente en el Evangelio, Palabra de Dios.

jueves, 15 de septiembre de 2022

MARÍA, AL PIE DE LA CRUZ

María se mantiene firme y, a pesar del dolor de ver a su Hijo en la Cruz, se sostiene firme y a su lado. ¡Claro!, sufre y se desmaya, pero, llena de dolor y, por la Gracia del Padre, soporta y persevera al pie de la Cruz. Es María, la Virgen de los Dolores que hoy celebramos. Celebramos y recordamos esos momentos de dolor y sufrimiento que nos pueden servir a nosotros de referencia para nuestra vida.

No perdamos nunca la fe en el Señor y pidamos al Padre que nos dé esa fortaleza y esa Gracia de saber resistir y superar los momentos de cruz que nos traerá nuestra vida. Porque, llegarán tarde o temprano. Pidamos a María, nuestra Madre, que interceda al Padre para que también nosotros podamos, por la Gracia de Dios, soportar con paciencia y, sobre todo, fe, los momentos de debilidad donde nuestra esperanza y paciencia se derrumban y se sienten vencidas.

Miremos a María frente a su Hijo. Miremos su sufrimiento, pero también su fe y su esperanza. Ella supo esperar que Dios le diese la fuerza y fortaleza para, sin perder la fe en su Hijo, alcanzar la Gracia de permanecer firme a la Voluntad de Dios Padre. Amén.

 

—Si observas y miras a tu derredor, Pedro, verás que la vida es un camino donde el dolor y sufrimiento están en él. Y, pienso, que solo aceptándolo desde la Cruz y junto al Señor se puede superar. Porque, quieras o no, el dolor llegará siempre.

—Estoy de acuerdo. Tarde o temprano llegará el sufrimiento. Sabemos que tendremos que morir y tenemos miedo a la enfermedad y al dolor.

—Sí, y esa son nuestras cruces que, compartiéndolas con el Señor, podemos aliviarnos y llenarnos de esperanza y gozo. Porque, sabemos que un día llegará la gloria eterna.

 

«No hay escapatoria, pensaba Manuel. El camino está definido: nacemos y morimos, y ese espacio llamado vida nos deparará momentos de alegría y momentos de sufrimientos. Pero, un día llegará el final. Luego, será el gozo eterno o el rechinar de dientes. Todo dependerá a que cruz te has agarrado. A la que te ofrece el mundo o a la que acepto Jesús por ti

miércoles, 14 de septiembre de 2022

LA CRUZ, SIGNO DE MÁXIMO AMOR Y SALVACIÓN

Posiblemente no podría haber sido de otra forma. Era necesario un Signo como la Cruz para darnos cuenta de la Entrega, el Amor y la Misericordia de Jesús, el Hijo de Dios, que entregó su Vida para y por nuestra redención de todos nuestros pecados. Es precisamente ese Signo nuestra salvación. Un Signo que nos exige fe y fidelidad; obediencia y compromiso.

Dice el Evangelio: Jn 3, 13-17: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él sino que tengan Vida Eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

En la Cruz vemos expresada toda la perversidad del mundo, demonio y carne que esclaviza y ciega a los hombres, pero, también vemos el poder, la omnipotencia mansa – como dice el Papa Francisco – de la Misericordia de Dios. Esa es nuestra esperanza y lo que nos sostiene y nos da fortaleza. Porque, a pesar de nuestras debilidades, nuestras caídas, nuestros pecados, tenemos siempre presente el Infinito Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios, y en Él esperamos ser redimidos y salvados.

 

—Esa es la experiencia y la esperanza que sostiene mi vida y me da fortaleza —afirmó Manuel. Sin ella me derrumbaría al menor tropiezo y debilidad.

—Supongo que debe ser así —respondió Pedro. De otra forma no me lo puedo imaginar. No podemos vencer al mundo, demonio y carne por nuestras propias fuerzas. Necesitamos esa Cruz que nos fortalece, nos redime y nos salva.

—Ese es el valor de ese sagrado Signo de la Cruz. Muchos se preguntan como una cruz puede ser levantada y centro de nuestras miradas. Pues, muy sencillamente, mirar la Cruz y creer en ella nos da esa esperanza de salvación —concluyó Manuel.

martes, 13 de septiembre de 2022

LA MISERICORDIA DE DIOS, NO SOLO NOS PERDONA SINO QUE NOS SALVA Y NOS DA LA ETERNIDAD.

 
Lc 7,11-17
Esa es nuestra esperanza y lo que nos empuja a darle sentido a nuestra vida. Un sentido donde el amor es el centro de ella. Un amor nacido, no del mundo, sino venido de arriba e injertado en nuestro corazón que, a pesar se estar herido por el pecado original, tiene la promesa misericordiosa del Amor de Dios que le salva y le da vida eterna.

No son ideas o deseo imaginados o que nos gustaría que fuesen realidad. Son deseo reales y promesas que nuestro Señor, el Hijo de Dios Vivo, nos las hace y nos las demuestras como nos lo cuenta el Evangelio de hoy: Lc 7, 11-17. Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y…

Nos lo dice con hechos probados. Tiene poder sobre la muerte y quien cree en su Palabra, nos lo ha dicho, tendrá vida eterna. Ahora, es cuestión de fe. Supongo que en ese momento histórico hubo mucha gente que presenció ese hecho de la resurrección de esa viuda de Naín, y creo que muchos se habrán convertido. De eso estoy seguro, pero, también pienso que otros muchos no. El diablo sabe hacer bien su trabajo y ciega a las personas que no abren su corazón a al verdad.

Jesús es el Señor de la Vida y la muerte y quien cree en su Palabra tendrá Vida Eterna. Su Misericordia es Infinita y, no por nuestros méritos, sino por su Misericordia, resucitaremos para gozar en su presencia de la Felicidad Eterna.


—¿Qué te parece, Pedro, y qué pasa por tu cabeza? —Preguntó Manuel.

—Dentro del hombre y la mujer hay un deseo, en lo más profundo de su corazón, de perpetuarse y de vida eterna. Eso es evidente, por tanto, pienso que lo lógico y de sentido común es que haya otra vida.

—La Resurrección de Jesús es la prueba fundamental de nuestra fe. Aparte todas esa resurrecciones, como a la que nos referimos hoy, que dan testimonio de su Poder y Divinidad.

 

Sí, Jesús Resucitó. Es verdad que no podemos demostrarlo categóricamente, pero, tampoco nadie puede desmentirlo ni probar lo contrario. Sin embargo, su Resurrección ha sido vista por muchos que estuvieron con Él durante cincuenta días ante de su Ascensión a los Cielos. Y, luego, anunciaron su Palabra y Resurrección hasta el extremo de dar su vida. Y hasta hoy muchos siguen haciendo lo mismo y entregando sus vidas.

lunes, 12 de septiembre de 2022

LA FE SE NOTA EN LA ACCIÓN

Cuando actúas y te mueves, ¿a qué se debe? Responderás que alguien te ha movido a buscar y a ponerte en camino de conseguir eso que has sentido o has descubierto. Es la fe la que te pone en movimiento y en acción. La fe en aquello que descubres y que piensas que necesitas y te va a salvar.

Supongo que eso fue lo que sintió aquel centurión, cuya respuesta a la decisión de Jesús de visitarle y sanar a su siervo, se repite a lo largo de los siglos en la celebración Eucarística. Apreciaba a su siervo y se preocupó por su salud. Ese aprecio – amor – se notó en su preocupación e interés en ayudarle. Y no se quedó tranquilo hasta agotar todas sus posibilidades. Enterado de la cercanía de Jesús, mandó a pedir su intervención. Creyó que Jesús podía sanar a su siervo y, tanto fue así que considerándose indigno le pidió que desde su lugar, solo con unas palabras, podía sanarlo.

Esta es la historia que hoy nos narra el Evangelio. Un día más de los que vivió Jesús en su Vida, y un día más donde manifestó su amor misericordioso a los hombres de toda condición. Un día más donde nos mostró el Camino, la Verdad y la Vida, y nos enseñó que amar es lo verdaderamente importante.
 
—Es evidente —dijo Manuel— que la fe se demuestra actuando. Porque, de nada vale decir que creo, pero no me muevo de mi situación y estado propio. Creer invita a andar, a moverse y a actuar. Actuar, según la Palabra y Voluntad de nuestro Padre Dios, por amor.

—Estoy de acuerdo —respondió Pedro. De nada vale decir una cosa y, luego, hacer otra. Digo creo, pero hago lo que creo.

—La fe exige obediencia, porque, obedecer, supone creer en aquel que te manda a actuar de una manera concreta.

—Y porque experimentas que eso que te manda es lo bueno, lo que construye y vale para hacer el bien.