No
perdamos nunca la fe en el Señor y pidamos al Padre que nos dé esa fortaleza y
esa Gracia de saber resistir y superar los momentos de cruz que nos traerá
nuestra vida. Porque, llegarán tarde o temprano. Pidamos a María, nuestra
Madre, que interceda al Padre para que también nosotros podamos, por la Gracia
de Dios, soportar con paciencia y, sobre todo, fe, los momentos de debilidad
donde nuestra esperanza y paciencia se derrumban y se sienten vencidas.
Miremos
a María frente a su Hijo. Miremos su sufrimiento, pero también su fe y su
esperanza. Ella supo esperar que Dios le diese la fuerza y fortaleza para, sin
perder la fe en su Hijo, alcanzar la Gracia de permanecer firme a la Voluntad
de Dios Padre. Amén.
—Si
observas y miras a tu derredor, Pedro, verás que la vida es un camino donde el
dolor y sufrimiento están en él. Y, pienso, que solo aceptándolo desde la Cruz y
junto al Señor se puede superar. Porque, quieras o no, el dolor llegará siempre.
—Estoy
de acuerdo. Tarde o temprano llegará el sufrimiento. Sabemos que tendremos que
morir y tenemos miedo a la enfermedad y al dolor.
—Sí,
y esa son nuestras cruces que, compartiéndolas con el Señor, podemos aliviarnos
y llenarnos de esperanza y gozo. Porque, sabemos que un día llegará la gloria
eterna.
«No hay escapatoria, pensaba Manuel. El camino está definido: nacemos y morimos, y ese espacio llamado vida nos deparará momentos de alegría y momentos de sufrimientos. Pero, un día llegará el final. Luego, será el gozo eterno o el rechinar de dientes. Todo dependerá a que cruz te has agarrado. A la que te ofrece el mundo o a la que acepto Jesús por ti
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