domingo, 29 de noviembre de 2020

UNA VIDA EN ACTITUD DE ESPERA


Es bueno esperar, porque esperar supone esperanza. Esperanza de algo bueno o, quizás de algo malo. Lo cierto es que siempre estamos esperando, porque, esa es la realidad de nuestra vida, siempre se espera que suceda algo. El tiempo no se detiene, camina y siempre está en movimiento y, por lo tanto, evoluciona para bien o para mal.

Sin embargo, para el cristiano, esperar significa alegría, gozo, una vida nueva y la llegada de una Buena Noticia de Salvación. Vivimos la esperanza del anuncio que deseamos y esperamos. Muchos, igual sin saberlo, pero todos deseándolo en lo más profundo de corazón. Porque, todos esperamos al Libertador que nos libere de la esclavitud del pecado. De ese pecado que somete a nuestro cuerpo, del que somos nosotros sus prisioneros. Es, por tanto, la hora del Adviento.

Pero, ¿a quién esperamos en el Adviento? El Adviento nos trae la presencia del Mesías encarnado en el vientre de María, su Madre y, más tarde, también la nuestra.  Un espera que nos traerá la Buena Noticia de Salvación que se concreta en esa Vida Eterna que todos deseamos. Pero, esa esperanza exige una espera activa, despierta, vigilante y atenta a la Palabra que nos anuncia el Camino, la Verdad y la Vida.

Una espera que también camina al ritmo de los pasos del Mesías que viene y que nos anuncia de Palabra y Vida el Amor del Padre Misericordioso y que nos promete eso que todos buscamos desde lo más profundo de nuestros corazones, la Vida Eterna.

sábado, 28 de noviembre de 2020

A LA ESPERA DEL FINAL

 

Acabamos el año litúrgico con el anuncio del final del mundo. Porque, todo lo que tiene principio tendrá fin, y si el mundo tuvo un principio, lógicamente tendrá un final. Pero, ese final nos lo anuncia Jesús advirtiéndonos de ciertas señales que se irán produciendo en el tiempo hasta su final total. Y, evidentemente, hay señales que nos van marcando una decadencia y un camino hacia la propia destrucción. Jesús lo ha anunciado y su Palabra siempre se cumple.

No cabe duda que, aun sabiendo que llegará la hora final, llegamos a perder la paciencia y a parecernos que ese prometido del final o está muy lejos o, incluso dudamos de que pueda llegar. Somos inconstantes, impacientes y débiles a las seducciones que el mundo nos propone. Y, desesperados nos abandonamos a la buena vida, a la bebida, a los vicios y damos la espalda a la presencia de Dios y a su promesa.

Al mismo tiempo, la vida nos va tejiendo una propia tela de araña en la que quedamos atrapados. Las prisas, los compromisos sociales, laborales y el vertigo de la propia inercia a que nos vemos sometidos ayudan a que nos olvidemos de que el mundo tiene su tiempo contado y desaparecerá. Necesitamos despertar y, agarrados al Señor, sostenernos activos y atentos, fortalecidos en la oración, tanto individual como colectiva - comunidad -. Porque, no podemos perder de vista que el compartir nuestra fe nos fortalece y  nos mantiene despiertos y atentos a esa segunda venida - promesa del Señor - donde se establecerá el Reino de Dios.

viernes, 27 de noviembre de 2020

LA HORA FINAL

Cada año experimentas la tentación de revisar tu vida, o de ponerte nuevos retos. Cada año es un terminar y empezar de nuevo con renovadas esperanzas. Esa es la intención y tambíén el esfuerzo. Posiblemente sea algo que duerme dentro de nuestro corazón y no podamos evitar. La hora final, nuestra hora final nos interesa y, también, nos preocupa. Y, en consecuencia, intentamos prepararnos para ese momento.

También sabemos que nuestra hora está marcada por, valga la redundancia, la hora de nuestra muerte. Que, sea dicho de paso, no sabemos el día ni la hora. Es posible que en algunos casos la veamos cerca, pero no sabemos el instante que decide presentarnos y... De la misma manera que ocurre eso, también - en nuestra vida - observamos brotes en las hojas de los árboles o que las hojas se caen. Deducimos con buen criterio que, en un caso empieza la primavera - verano, y en el otro, otoño - invierno.

¿Cómo no nos damos cuenta de otros signos y señales que nos anuncia el final de nuestra hora o la llegada del Reino de Dios? ¿Acaso estamos ciegos o miramos para otro lado? Posiblemente sea eso. Estamos bien instalados, cómodos y gozando de una buena salud y buena situación económica. ¿Para qué preocuparnos? Cumplimos con aquella parábola que Jesús nos contó del rico insensato - Lc 12, 13-31 - de la que estamos más cerca que lo que creemos.

Jesús nos advierte y nos llama a estar atentos y preparados. Es necesario proclamar que la vida y el mundo caminan y que el Reino de Dios se acerca. No sabemos la hora ni cuándo, pero si sabemos que llegarán. Y debemos estar atentos, observantes y disponibles a anunciarlo y a vivirlo según y en la Palabra de Dios y de acuerdo con su Voluntad.

jueves, 26 de noviembre de 2020

CAMINO DE LIBERACIÓN

(Lc 21,20-2

Lo primero que debe saber un cristiano es que seguir al Señor, a pesar de lo negro que se pueda ver respecto a los peligros y dificultades que se presentan, es el único camino que nos garantiza y nos asegura la Liberación de nuestra alma y la felicidad eterna. ¿Hay quien dé más? ¡Claro!, lo bueno cuesta y exige esfuerzo y sacrificio, pero, la esperanza de saber con plena seguridad a donde vamos y lo que está por venir es gozo, alegría y gloria pura. ¡Verdaderamente, vale la pena seguir al Señor!

No cabe duda que la vida se hace dura, difícil, a veces rutinaria y monótona. El suicidio es la consecuencia de esta desesperanza cuando no hay esperanza, cuando se apaga la luz y la ceguera nos conduce al precipicio y la vida se apaga. Y es que para una persona que su vida empieza en este mundo y, cree, que también en él termina, la vida debe ser - cuando llega la fatalidad - un infierno y el suicidio una salida, pero, nunca una liberación.

Sin embargo, para una persona creyente en Jesús de Nazaret, el momento final - la hora de su muerte - significa la hora de la liberación, la hora máxima y gloriosa del encuentro con Jesús de Nazaret, que ha venido a liberarnos del pecado y del sufrimiento. Por tanto, morir significa vivir. Vivir la verdadera Vida a la que todos estamos llamados, pero que muchos rechazan y no aceptan engañados y seducidos por los espejismos y falsas promesas de felicidad que les presenta este mundo.

Jesús nos anima y nos alienta ante los acontecimientos apocalípticos que sucedan  en el mundo: ...Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».

miércoles, 25 de noviembre de 2020

UN CAMINO DE ESPINAS Y DOLORES

Lc 21,12-19

La vida no presenta un camino fácil. Ya, desde el comienzo - tu venida al mundo - llegas con dolores, llantos, esfuerzos, sufrimientos y, muchas veces, complicaciones para ti y tu madre, que te ha gestado en su vientre  - y, a partir de ahí, el camino está lleno de alegrías, tristezas, felicidad y sufrimientos. Lo triste del camino es que si tiene fin, todo se desvanece y se viene abajo, porque, ¿qué sentido tiene vivir para luego morir? Esa es la pregunta y de la que buscamos respuesta.

Es evidente que cuando decides seguir a alguien, importa conocer su camino, su anuncio y su proyecto. No puedes andar detrás de alguien sin saber a dónde va ni lo que persigue y promete. Posiblemente, das por descontado que el seguimiento a alguien te exigirá esfuerzo y dificultades. Pero, la pregunta viene otra vez al primer plano: ¿Vale pena seguir a ese alguien? Solo tú puedes dar respuesta a esa pregunta, pero, antes debe planteártela.

Jesús, a quien siguieron muchos, te habla muy claro y te descubre lo que supone seguirle. Te lo ha repetido varias veces y de diferentes formas, pero - en el Evangelio de hoy -  te lo dice así de claro:  (Lc 21,12-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.

Decirlo más alto puede ser, pero, más claro imposible. Seguir a Jesús compromete, pero, a la pregunta que nos hacíamos antes (¿Vale la pena?) respondemos que Sí tajantemente. Porque, Jesús, el Señor, nunca exige sin prometer, precisamente, lo que sabe que buscamos: Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

martes, 24 de noviembre de 2020

EL PRINCIPIO TIENE FINAL

Lc 21,5-11

A nadie se le esconde que el mundo tendrá también un final, pues sabemos que todo lo que ha tenido un comienzo también tendrá un final. El mundo fue creado como morada temporal del ser humano y, acabada ésta, pasará a otro lugar - otro mundo - desconocido para nosotros. Esa es la Revelación que Jesús - el Mesías - nos ha anunciado y revelado - y la que verdaderamente experimentamos y sentimos en lo más profundo de nuestros corazones.

Es de sentido común pensar que si Dios nos ha creado no es para un rato y después desaparecer con la muerte, sino para vivir eternamente. Porque, ese sentimiento es el que vive en nuestro corazón y al que todos aspiramos y esperamos. Ahora, nos corresponde responder, porque, si gozamos de libertad tendremos en consecuencia responsabilidad de responder con nuestra vida y con nuestros actos. Es decir, Dios ha dejado en nuestras manos la libertad de elegir el gozo o el martirio de la Vida Eterna.

Y, posiblemente, llegarán señales que nos indique la cercanía del final, pero a nosotros no debe preocuparnos eso, sin la responsabilidad de permanecer y perseverar preparados en el cumplimiento de nuestro compromiso bautismal. Tal es el de anunciar el Reino de Dios amando sin límites a todos los hombre. La muerte, sabemos que no es el final sino la puerta para pasar al lugar definitivo y eterno.

Y está en nuestras manos, Dios así lo ha querido y nos lo ha  dado, la posibilidad de abrir esa puerta. Solo tenemos que ponernos en Manos del Espíritu Santo y, colaborando con Él, poniendo todo nuestro esfuerzo, hacer su Voluntad.

lunes, 23 de noviembre de 2020

EN LA ACTITUD DE DARSE

Lc 21, 1-4


El camino d kmel amor empieza en el darse y termina en la entrega plena. Nunca será amor lo que se queda en la mediocridad, porque, decir amar significa entrega total. Y sucede que, de no ser así, el amor quedá  adulterado.

Y es que la referencia de quién te pide amar lo ha dado todo y sigue dándotelo cada día y se pone como verdadera medida. Por tanto, tu amor tiene que seguir sus pasos. Él te ha dicho que es el Camino, la Verdad y la Vida para que no te despiste ni te desorientes y sigas sus pasos.

Hoy, en el Evangelio, nos pone el ejemplo de aquella viuda pobre que lo da todo. Y, aunque es poco su valor, tiene mayor valor que el que da más, porque, mientras ella da de todo lo que tiene, los otros dan de lo que les sobra. Y es que de eso se trata

Nos preguntamos: ¿Pongo yo todos mis talentos recibidos al servicio de los que más lo necesitan? Esa es la cuestión y el nucle de nuestra de nuestro ser y sentir.