miércoles, 20 de enero de 2021

OBCECADOS POR LA SOBERBIA


A la hora de plantearnos la fe, el principal obstáculo que hay que vencer es la soberbia. Nuestra soberbia y suficiencia de creernos superiores y, por tanto, ¿quién es este que viene a darme órdenes? Sí, reconocemos a Dios, pero un Dios lejano, que no nos molesta y que, según mis intereses, me permite hacer lo que quiero o entiendo.

Ese es el dios de las mayorías. Un dios que no compromete sino que se adapta a tus ideas, a tus conveniencias e intereses. Un dios que lo administras tú y que no te exige sino que camina según tú lo dirijas. Un dios que no compromete sino hasta donde tú le permites, pues antepones tus intereses a él. Un dios de leyes prácticas y costumbres en las que te encuentras a gusto y bien. ¿Y quién es este para cambiarnos nuestras leyes?, nos preguntamos. ¿Por qué se empeña en modificar nuestra ley del sábado?

Pero, lo verdaderamente importante es saber dónde estamos, ¿al lado del sábado que somete al hombre, o al lado de Jesús que pone el sábado en función del hombre? Porque, esa es la cuestión. ¿Dónde me sitúo yo? ¿Estoy con Jesús o hago yo mis propias leyes? A ti te toca decidir.

martes, 19 de enero de 2021

LA PERSONA EN PRIMER LUGAR

 

Se habla mucho de derechos y de libertades, pero, ¿quién fue el primero y único que defendió y defiende los derechos y libertades de la persona? Desde tiempos muy antiguos - y también modernos - ha habido esclavos, leyes esclavizantes que oprimen y privan las libertades de unos frentes a otros. Fue Jesús de Nazaret quien hablo del derecho de la persona - sin distinción de raza y lugar -  ante la justicia y la igualdad. Fue Jesús de Nazaret quien defendió al humilde, a oprimido y al sin dignidad ante los que si se consideraban con derecho y dignidad. 

Y, después de veintiún siglos, algunos se atribuyen el derecho de ser ellos lo que enarbolaron la bandera de la igualdad y dignidad. Gracias a Jesús - el Señor - la persona goza del derecho a ser digno, respetado y libre. Ayer y hoy, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, ha defendido a la persona siempre. El Evangelio de hoy nos narra el acontecimiento de un hecho realizado en sábado: (Mc 2,23-28): Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: « ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él...?

Todo está en función de la persona, porque, el mundo ha sido creado para disfrute y provecho de la persona. Y, por consiguiente, las leyes y toda norma tienen que legislarse para provecho y bien de la persona. Hacerlo de otra manera es postergar a la persona ante las leyes y someterla a la ley. Así termina Jesús diciendo: 
«El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado».

lunes, 18 de enero de 2021

EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR


Nuestra confianza descansa y se fortalece en la presencia del Señor. Cuando estamos en su presencia todo se ve de forma diferente y el gozo y la alegría hacen presente. Sobra el ayuno y la penitencia. Está el Señor con nosotros y la alegría de percibirlo borra todo atisbo de dolor y penitencia. Es Él, todo se vuelve paz, serenidad y gozo.

Pero, también, hay otros momentos de oscuridad, de niebla, de no percibir la presencia del Señor. ¿Dónde está, Dios mío, que no te veo? Es, entonces, la hora del dolor, de la inseguridad, de las tinieblas, del ayuno y penitencia porque no encontramos ni percibimos su presencia. Se envejece nuestro corazón, se deprime. Necesitamos descubrirlo, beber ese vino nuevo que renueva nuestra vida y nos refuerza.

Sí, el Señor sigue con nosotros. No nos desanimemos ni perdamos la esperanza. Abramos los ojos de nuestra fe y del corazón y ofrezcamos nuestros odres nuevos para llenarlos del vino nuevo. Ese vino de amor que vivifica nuestra vida, la renueva y le da esa nueva vida que se fortalece en la oración y la penitencia en esos momentos de zozobra y oscuridades en los que percibimos que el Señor se ha ido o está lejos. 

En esos momentos que experimentamos debilidades y percibimos que necesitamos descubrir al Señor y renovar nuestro corazón con su presencia y su amor misericordioso.

domingo, 17 de enero de 2021

DIOS HA QUERIDO CONTAR CONTIGO

 

El Plan de salvación que Dios ha pensado necesita de tu colaboración. Así lo ha diseñado y querido, cuenta contigo y, porque, así lo ha deseado Dios necesita de tu colaboración y participación. Por eso, Jesús, el Hijo Predilecto, el enviado, busca y llama formando el grupo de los doce para iniciar la misión evangelizadora.

El Evangelio de San Juan nos habla hoy de esos primeros pasos de la formación del grupo de los doce - colegio apostólico - y nos cuenta como se acercaron Andrés y, posiblemente el propio Juan, a Jesús, conviene recordarlo: En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: « ¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día.

Es notorio que pasaron un día con Jesús. Un buen espacio de tiempo donde se puede escuchar y conocer mejor al Mesías. Porque, tal y como hemos leído en el Evangelio, ellos seguían al Cordero de Dios que Juan el bautista le había señalado. También, se hace necesario que tú y yo pasemos un día con Jesús para conocerle mejor y, seguro, que vendrán más días como resultado de ese encuentro. Pero, es necesario escucharle con tranquilidad, con atención y verdaderos deseos de encontrar la verdad. Porque, Él es la Verdad, el Camino y la Vida.

Y el resultado fue la explosión gozosa del corazón. Unos corazones que, no pudiendo contenerse, se derramaron en una manifestación jubilosa de esa Buena Noticia que habían recibido y que transmitían a todos los que como ellos esperaban. Porque, una cosa es notable y necesaria, estar expectante, ansioso y deseosos de buscar, de indagar, de caminar en pos de esa Buena Noticia que salva y llena de felicidad.

sábado, 16 de enero de 2021

DE UNA MANERA U OTRA, TODOS BUSCAMOS SALVARNOS

Mc 2,13-17

Muchos piensan que es el dinero lo que les dará esa salvación, que consiste en felicidad y salud. Otros, a parte del dinero, piensan que el poder es la clave de la felicidad. Sin embargo, ricos y poderosos, mirándose a sí mismos, piensan que ellos se bastan para darle respuesta a los problemas de este mundo, además según sus propias conveniencias. Y, en realidad, algo de esto está pasando cuando observamos el rumbo que el mundo está tomando.

La realidad es que el mundo no mejora. Y si no mejora el mundo tampoco los que están en él - hombres y mujeres - que lo habitan.  Necesitamos encontrar al Médico. Al Verdadero y Único médico capaz de dar la verdadera vida y felicidad eterna. Pero, previamente tenemos que descubrir nuestra enfermedad, el pecado, y, arrepentido, reconocer nuestra culpa y pedirle al Señor perdón.

Porque, es esa nuestra más grave enfermedad, el pecado. Por eso tenemos necesidad del Médico. El Médico de la Misericordia que perdona nuestros pecados y, por supuesto, responder a su llamada. Una llamada que nos mueve a seguirle y a permanecer a la escucha atenta a sus enseñanzas - Palabra - que nos orienta y nos conduce a esa felicidad eterna que todos buscamos.

viernes, 15 de enero de 2021

¡PARÁLISIS!

Mc 2,1-12

 

Hay muchas formas de parálisis que afectan a nuestra vida paralizándola, valga la redundancia. Sin embargo, quizás no sean las más peligrosas las propiamente físicas. Hay otras - parálisis -  más peligrosas que nos impiden abrir los ojos, desatar nuestro corazón y dejar entrar en nosotros el amor. Estamos peligrosamente esclavizados y tenemos nuestra libertad cautiva, hasta el punto de impedirnos seguir a Jesús.

Esas son otras parálisis más peligrosas y dañinas. Tal es el miedo, la soberbia, la ira, la venganza, vicios y apetencias, nuestras debilidades, nuestros pensamientos, proyectos e incredulidades. Aquellos escribas que se encontraban entre el gentío, cuando le llevan el paralitico a Jesús, pensaron, al oír decir a Jesús: «Hijo, tus pecados te son perdonados». 

Inmediatamente, dijeron para sus adentros: « ¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?». Tienen la idea de un Dios víctima, ofendido y, por tanto, el único que puede y tiene motivo para perdonar, pues recibe ofensas en cada hermano ofendido. Ignoran la Bondad y la Misericordia de Dios que, precisamente, Jesús viene a anunciar. Cierran su corazón a aquella hermosa parábola - Lc 18, 9-14 - del publicano y el fariseo ¡Es tiempo de salvación, porque ha llegado el Reino de Dios! ¡Esta ya entre todos nosotros, un Reino de Amor, de Justicia y de Paz!

Por lo tanto, la cuestión, que nunca la entenderemos, es que nuestro Dios es un Dios de Amor y de Misericordia. Un Dios que nos busca, se iguala a nosotros - menos en el pecado - y con nosotros camina y nos enseña el Camino, la Verdad y la Vida. Es un Dios que se abaja, se humilla y, despojándose de su condición Divina, se hace hombre para, cerca de ti, sanar, liberar esas parálisis que te inmovilizan y que no te dejan abrir los ojos ni despertar tu corazón. ¡Ánimo, abre los ojos, toma tu camilla - tu pasado - y, levantándote empieza a caminar!

jueves, 14 de enero de 2021

ACERCARSE PARA SUPLICAR Y PEDIR

Mc 1,40-45

 

Hoy con tanto avances tecnológicos podemos pedir con facilidad a distancia, pero ya tenemos experiencias de contactos virtuales y podemos distinguir la diferencia que hay entre unos y otros. Pedir y suplicar en presencia y cara a cara es mucho más eficaz y expresivo. Sucedió eso con aquel leproso del que nos habla hoy el Evangelio. Se acercó a Jesús y le suplicó diciéndole: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.

El Evangelio nos dice también: En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas. Esa es una de las grandes diferencias de estar presente, ponerse de rodillas, cosa que no es visible virtualmente. También, el Evangelio nos dice la respuesta de Jesús. ¿Esperamos nosotros esa misma respuesta hoy? ¿Creemos que Jesús nos respondería así a nuestra suplica?

Solo hay una forma de saberlo, acercándonos y preguntándoselo al Señor. Y, para eso, solo necesitamos fe, porque, Jesús, aunque no esté de cuerpo presente, si está espiritualmente y realmente presente en el Sagrario y en cada Eucaristía bajo las especies de pan y vino. Él se hace nuestro alimento espiritual, nos limpia de todas nuestras lepras y nos fortalece para el camino de cada día.

Por tanto, todo consiste en acercarnos y en confiar en Jesús. La experiencia nos habla de su infinita compasión y su Amor Misericordioso. Y, también,  del torrente de Gracia que nos invade y desborda hasta el punto de no poder resistirnos a compartir esa dicha y Buena Noticia de que Dios está entre nosotros.