viernes, 17 de septiembre de 2021

CAMINO Y PALABRA

 

El tiempo de Jesús en este mundo fue intenso. Tres años de camino por todos los lugares de la región llevando su Palabra, el anuncio de la Buena Noticia. Curando y predicando por todas partes. Para ello, se rodeó de un grupo - doce apóstoles - y algunas mujeres que le servían con sus bienes.

 Así lo describe Lucas en su Evangelio: (Lc 8,1-3): En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes. 

Jesús conocía el tiempo que iba a estar en este mundo y la Misión que traía de parte de su Padre. De modo que tenía que fundar la Iglesia que, después de su Ascensión a los Cielos, continuasen con su misión. Ahora, fieles a nuestro compromiso de bautismo, nos toca a nosotros seguir esa misión desde nuestras posibilidades y circunstancias. Son muchos los que han seguido evangelizando, caminando y predicando la Palabra de Dios.

Es evidente que los tiempos no son los mismos, han cambiado. Ahora se puede predicar, incluso desde tu casa - Internet - y llegar a todas partes. El poder de las redes hace que la Palabra de Dios llegue a todos los lugares. Y hay que usarlas sin, por eso, descontar la predicación directa y cercana. Es verdad que la proclamación virtual parece lejana, pero, también  es verdad que llega al corazón. Por experiencia propia lo manifiesto y lo compruebo cada día. El Espíritu Santo, que lo hemos recibido en nuestro bautismo, nos asiste, nos anima y nos fortalece para que esa Palabra llegue al corazón de aquellos que la escuchan o la leen.

jueves, 16 de septiembre de 2021

AMOR IGUAL A PERDÓN

 

Quien mucho ama, mucho se le perdona. Aquella mujer, supuestamente pecadora, había amado mucho y mucho perdón recibe. No son palabras que yo me invento, sino que son Palabras dichas por Jesús: Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.

 Y es que para perdonar hay primero que amar. O dicho de otra forma, quien ama está perdonando, porque sin amor no hay perdón. Y quien no ama guarda en su corazón odio, venganza y deseos de destrucción. Solo, amando, nace el perdón en nuestro corazón. El Amor de nuestro Padre Dios es Infinito y, también su Misericordia es Infinita.

Y tú, como también yo, tenemos que esforzarnos, primero en no juzgar para, luego, perdonar movidos por amor. Así nos perdona nuestro Padre Dios. Pensemos que cuando perdonamos estamos, al mismo tiempo recibiendo el perdón de nuestro Padre Dios.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

LA CRUZ SIGNO DE SALVACIÓN

Jn 19, 25-27

En cierta ocasión alguien me hizo la siguiente pregunta: ¿Cómo la cruz puede ser signo de salvación para los cristianos cuando es un icono  tortuoso y perverso? Y mi respuesta fue inmediata: La Cruz es signo de salvación, porque, en ella, los que creen en Jesús, Resucitarán en y con Él. Por lo tanto, a raíz de la muerte de nuestro Señor, la Cruz se convierte para el cristiano en la tabla de salvación. Por y en ella, los cristianos hemos sido redimidos por Xto. Jesús, que entregando su Vida nos ha regalado la nuestra. Y una Vida de Eternidad.

La vida está llena de cruces. Incluso, en el mejor de los casos, aparecen repentinamente: Una enfermedad, un accidente, una traición...etc. Pero, es en los pobres, los marginados, los excluidos, los explotados, ignorantes, inocentes, indefensos...etc., donde la cruz está siempre presente. Se hace necesario cargarla y llevarla diariamente sobre tus hombros.

De ahí, bienaventurados los que lloran, los  que sufren, los pobres de... _Mt 5, 3-12 - porque, la cruz está siempre presente en ellos. E, irremediablemente, se hace inevitable cargarla. Avanzar y caminar es siempre un camino de cruz. Bienaventurados aquellos que en el silencio de cada día las aceptan y tratan de cargarlas sobre sus hombros asistidos y auxiliados por el Espíritu Santo.

María, Madre de Dios y también Madre nuestra, aceptó y supo soportar la cruz de seguir a su Hijo en su Pasión dolorosa hasta los pies de la Cruz donde entregó su Vida por nosotros. Una cruz que, desde el mismo día de la Anunciación, aceptó voluntariamente la Voluntad - valga la redundancia - del Padre. Y desde ese momento se convirtió en mediadora de esa Gracia que ella recibió del Padre.

martes, 14 de septiembre de 2021

MIRANDO LA CRUZ MIENTRAS CAMINAMOS HACIA TI, SEÑOR.

 

Es indudable que el camino del cristiano no es un camino de rosas. Seguir a Jesús trae consecuencias. Su final es la Cruz. Una Cruz que Él dignifica y levanta hasta ser signo de salvación. Mientras, antes de su Crucifixión, la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Hoy, la Cruz, tras la muerte de Jesús, es el signo de Salvación de todos los que creen en Él.

Y, sin embargo, no queremos mirar para ella. Pasamos de largo, indiferentes ante tanto sufrimiento de migrantes, de niños explotados y carentes de lo más imprescindible para tener una vida digna. Miramos para otro lado ante los mal llamados derechos de la mujer para el aborto e incluso protestamos porque no estamos lo suficiente cómodos y acomodados en una vida sin problemas. Hablamos y decimos, pero nuestras palabras no llegan a surtir efecto ante el sufrimiento de los que lo están pasando mal.

¿Qué nos ocurre? ¿Por qué la sociedad no se activa y trata de poner solución a tantos problemas? Realmente, ¿miramos la Cruz en la que contemplamos como Cristo dio su Vida por todos nosotros? ¿O nos limitamos a protestar porque todavía no nos parece cómoda nuestra vida? Es cuestión de sensibilidad y de experimentar que el sufrimiento de muchos es debido a la poca preocupación de otros.

Las políticas que hoy se trazan se hacen mirando a los intereses de partidos y a los de mantenerse largo tiempo en el poder con la intención de situarse e instalarse económicamente en la sociedad. No se mira para el que sufre y está tumbado en la cuneta. Pasa el levita, el sacerdote y también nosotros y volvemos la mirada para otro lado. Quizás esa tendrá que ser nuestra reflexión, ¿estamos realmente  preocupados por luchar en construir un mundo mejor, más solidario y justo?

lunes, 13 de septiembre de 2021

LA FE DEL CENTURIÓN

 

No cabe duda que la fe mueve montañas. Cuando se tiene fe en algo el corazón se activa y se pone en marcha. Pero, hay muchas clases de fe cuya esperanza está limitada en el tiempo y, consumido este, se termina. Sin embargo, cuando los cristianos hablamos de esperanza no miramos simplemente a esa esperanza humana, que también está ahí y es parte de nosotros. 

Hablamos de una esperanza apoyada en nuestra propia experiencia en el Amor y Misericordia de un Dios que forma parte y toma presencia en nuestra vida. Nos acompaña y nos acompañará en la eternidad en la que, confiados, esperamos.

No cabe ninguna duda, esa es nuestra verdadera y plena esperanza, la que llena plenamente nuestro corazón y lo colma de gozo y felicidad. Imagino con emoción que eso fue lo que habrá sentido aquel centurión que mandó a suplicarle a Jesús que curara a su siervo. Me imagino que, aún sintiéndose indigno de ser atendido y menos visitado, puso toda su confianza y esperanza en su Infinita Misericordia.

Sentir y esperar ese tratamiento de un Padre Dios que te conoce, que te tiene como hijo, que te cuida, te sana y te llena de verdadero amor y que te llama a compartir su Gloria en gozo y plenitud eterna es la dicha y la esperanza en la que tu fe debe sentirse apoyada y firme. Es la Roca que nos sostiene y no mantiene firmes. Y esa, así lo entiendo, fue la fe que el centurión experimentó y manifestó al enviar sus siervos para que le dijeran a Jesús: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». 

Nos preguntamos, ¿está nuestra fe cerca de esa experiencia de encuentro con el Señor? Quizás esta humilde reflexión pueda ayudarnos a acercarnos a esa fe como la del Centurión.

domingo, 12 de septiembre de 2021

Y TÚ, COMO TAMBIÉN YO, ¿QUÉ PENSAMOS DE JESÚS?

Mc 8,27-35

Hoy nos preguntamos sobre que pensamos de Jesús. Pero, es de sentido común que, antes de opinar tengamos que conocerle. No se podrá dar una opinión o un parecer sin conocer a la persona sobre la que se opina. 

Y sucede que todos opinan y muy pocos son los que saben algo de Él. Y, sorprendentemente, a la pregunta de Jesús sobre quién es Él, recibe esta respuesta: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas». Y Él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo». 

No cabe duda que Pedro está asistido por el Espíritu Santo. Poco después es también el primero que se resiste al plan que Dios tiene pensado para su Hijo, y quiere cambiarlo. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: « ¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres». 

Ahora nos toca a nosotros responderle, porque la pregunta va también dirigida a cada uno de nosotros. Posiblemente, en muchos momentos de nuestra vida seremos como Pedro, rebeldes y contrario a la Voluntad d Dios y tendremos que replantearnos nuestra actitud y, también como Pedro, abrirle nuestro corazón al Señor para que, por su Gracia, sea convertido y transformado según al Plan de Dios.

sábado, 11 de septiembre de 2021

SEGÚN EL ÁRBOL SERÁN LOS FRUTOS

 

No se puede esperar frutos buenos de unos árboles malos, y, de la misma forma, frutos malos de un árbol bueno. La calidad del fruto está en la misma raíz del árbol. De un corazón mal intencionado nacerán actos malos y con malas intenciones. Y, de la misma forma, de un corazón bien intencionado, sus actos serán buenos y llenos de buenas intenciones y bondadosos.

Digamos que el corazón es la sala de maquina del cuerpo humano. Es decir, dependiendo de cómo funciona el corazón serán sus frutos. Se suele decir a modo de refrán: "De lo que reboza el corazón habla la boca". Las apariencias engañan y los frutos que aparentan tener un buen aspecto, luego no parecen ser tan buenos como aparentan. 

En el corazón - centro de donde nacen las buenas y malas intenciones del hombre - se cultivan todos los ingredientes para que sus actos sean buenos o malos. Lo que da carácter de bueno o malo es la intención que anida en el corazón. El pecado - ya lo dijo Jesús - Mc 7, 21 - nace de dentro del corazón del hombre. En consecuencia, necesitamos fundamentar y apoyar nuestra vida en el Señor, porque, en Él, encontramos esa fortaleza y firmeza para sostenernos ante las tempestades a las que el mundo nos somete y las seducciones que nos ofrece con tal de que nuestra fortaleza y firmeza se debilite y desplome. Él es la Roca que nos sostiene y nos preserva de todas esas tempestades que nos amenazan con derribar nuestra fe.