El tiempo de Jesús en este mundo fue intenso. Tres años de camino por todos los lugares de la región llevando su Palabra, el anuncio de la Buena Noticia. Curando y predicando por todas partes. Para ello, se rodeó de un grupo - doce apóstoles - y algunas mujeres que le servían con sus bienes.
Así lo describe Lucas en su Evangelio: (Lc 8,1-3): En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Jesús conocía el tiempo que iba a estar en este mundo y la Misión que traía de parte de su Padre. De modo que tenía que fundar la Iglesia que, después de su Ascensión a los Cielos, continuasen con su misión. Ahora, fieles a nuestro compromiso de bautismo, nos toca a nosotros seguir esa misión desde nuestras posibilidades y circunstancias. Son muchos los que han seguido evangelizando, caminando y predicando la Palabra de Dios.
Es evidente que los tiempos no son los mismos, han cambiado. Ahora se puede predicar, incluso desde tu casa - Internet - y llegar a todas partes. El poder de las redes hace que la Palabra de Dios llegue a todos los lugares. Y hay que usarlas sin, por eso, descontar la predicación directa y cercana. Es verdad que la proclamación virtual parece lejana, pero, también es verdad que llega al corazón. Por experiencia propia lo manifiesto y lo compruebo cada día. El Espíritu Santo, que lo hemos recibido en nuestro bautismo, nos asiste, nos anima y nos fortalece para que esa Palabra llegue al corazón de aquellos que la escuchan o la leen.
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