jueves, 5 de marzo de 2020

LA CUESTIÓN ES OBEDECER AL SEÑOR Y PEDIR SEGÚN NOS MANDA

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En la medida que vamos recorriendo el camino de nuestra vida vamos también descubriendo nuestras imperfecciones y carencias. Aparte se suman nuestras apetencias y debilidades y nos damos cuenta que necesitamos pedir a el Padre Bueno que nos ha sugerido que pidamos, porque, si nuestros padres de este mundo nos dan cosas buenas y quieren nuestro bien, ¡cuánto más nuestro Padre del Cielo que nos ama profundamente y nos ha dado la vida!

Es, por tanto, de sentido común que pidamos confiados lo que necesitamos a nuestro Padre Bueno, que nos ama y busca y quiere nuestro bien y salvación eterna. Pidamos con la debida confianza que nuestro Padre nos pide y confiados en que nos escucha y nos atiende. Y, lo más grande, que nos atiende y nos corresponde siempre, porque nos ama y busca siempre nuestro bien.

Posiblemente, ¿qué ocurre cuando percibimos o experimentamos que no recibimos o vemos lo pedido? Sucede que no siempre las cosas son como nosotros queremos o pedimos. Somos pecadores y no sabemos bien que es lo que nos conviene, tanto para nosotros como para nuestros hijos, pero debemos estar seguros que nuestro Padre nos dará lo que más nos conviene y verdaderamente necesitamos. 

Es cuestión de confianza y de paciencia y de tomar conciencia que Dios es nuestro Padre y siempre está pendiente de lo que realmente necesitamos para superar las tentaciones y seducciones de este mundo que nos animan a romper nuestra amistad con nuestro Padre.

miércoles, 4 de marzo de 2020

LA FE NOS INVITA A CREER

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Lc 11,29-32
¿Que esperamos, algún signo o milagro para creer? ¿Acaso merecemos que Jesús nos haga milagros o nos dé signos para que creamos? ¿Qué méritos tenemos para recibir tan alto honor? ¿No se nos ha dado todo gratuito? ¿Y, encima, exigimos derecho a ver el poder de Dios, del que hemos recibido todo? Pues, nada se nos dará sino la Persona de Jesús, tal y como ocurrió con los ninivitas con Jonás.

La realidad es que no merecemos nada y menos la Misericordia de Dios. Jesús se niega a darnos más signos que el de su propia Persona y su Palabra. Simplemente nos propone la Vida Eterna, esa vida que, dentro de nosotros, palpita por ser feliz y gozar eternamente de esa felicidad. Y, para eso nos propone con su Palabra y con sus Obras la propuesta de su Padre: Nos ama y quiere compartir con todos su Vida Eterna plena de gozo y felicidad. ¿Te apuntas? Deja en tus manos la decisión y para ello te ha dado la capacidad de decidir por ti mismo.

Simplemente te pide tu confianza y tu fe en Él. Te propone que te fíes de su Palabra, tal y como se fiaron los ninivitas de Jonás que fue un signo para ellos. Y Jesús te pide que Él sea también el Signo de la salvación para ti. El Único y verdadero Signo que salva y que viene enviado por el Padre. Jesús es el Señor que nos anuncia la Buena Noticia de Salvación y, para ello, entrega su Vida en la Cruz por la nuestra y Resucita para Gloria de Dios.

martes, 3 de marzo de 2020

DIOS ES NUESTRO PADRE

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Mt 6,7-15
No se trata de hablar con un desconocido ni con un cualquiera, se trata de hablar con mi Padre Dios, que me ha creado por Amor y quiere lo mejor para mí, que es mi eterna salvación. En el fondo de nuestro corazón pensamos que con nuestras palabras podemos conseguir lo que pedimos o deseamos y, por supuesto, convencer a otros. Y no podemos perder de vista que las palabras pueden ayudar, y de hecho ayudan, a la reflexión y a la disponibilidad de mirarnos interiormente, pero, nunca al encuentro real.

Y es que sólo el encuentro con Jesús nos pone en relación con el Padre y nos mueve a seguirle. No son, pues las palabras ni el excesivo palabrerío lo que espera el Padre de nosotros, ya nos lo advierte Jesús, sino el encuentro sincero, sencillo y humilde a través de nuestra oración pidiéndole lo que realmente necesitamos para vivir en su Palabra y Amor.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos propone simple, breve y sencilla una oración - el Padrenuestro - que viene a ser un resumen de nuestra vida cristiana. En ella, Jesús nos descubre al Padre y nos enseña las actitudes que debemos tener para vivir diariamente en la confianza del Padre. En ella se nos enseña con claridad meridiana la sencillez de, mansamente y humildemente, despojarnos de nuestra voluntad para hacer la Voluntad del Padre. Se nos enseña a ser humildes y perdonar de la misma manera que soy, por la Misericordia del Padre, perdonado cada día.

También nos enseña Jesús a pedir lo que necesitamos para vivir, el  pan material, y, sobre todo, el espiritual que encontramos en la escucha de su Palabra y, sobre todo, de forma viva y real, en la Eucaristía. Y, finalmente, nos advierte de los peligros con los que este mundo nos tienta y la necesidad que tenemos de preservarnos vigilantes para no caer en tentación. Recordemos que el Evangelio del domingo nos proponía retirarnos al desierto para, apartados del ruido del mundo, fortalecernos con la oración, el ayuno y la limosna, actitudes que nos ayudan a tomar conciencia del sufrimiento que otros padecen y nos dan la oportunidad de compartir el dolor con los demás. Eso es amar.

lunes, 2 de marzo de 2020

LA CUESTIÓ NO ES EL AHORA SINO EL FINAL

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Mt 25,31-46
Cansado estamos de oír que lo que importa no es como se vive sino como se termina esa vida. Es decir, lo que importa es el final. No consuela que ahora vivas bien y despreocupado, sino como terminarás tu vida, porque, lo importante será lo que haya y avenga después. Sobre todo cuando lo que nos jugamos es para siempre, es decir, vida eterna.

¿De dónde sacamos eso? El Evangelio de hoy nos habla de lo que sucederá al final y de lo que se tomará como valor importante de nuestra vida. Al parecer no importa el dinero que tenga; la vida que vivas pensando en ti; el disfrute y lo bien que lo pases sino la cantidad de amor que des a los demás. De tal manera que será según como vivas lo que te valdrá para lograr esa felicidad que tú ahora buscas en el mundo.

¿Qué dice el Evangelio? El Evangelio habla de: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como... - Mt 4, 1-11 -.

¿Cómo lo puedes tomar? Dependerá de tu fe. Lo crees o no, pero lo que sí te puedo decir es que ese día llegará y si has perdido tu tiempo en otras cosas dependerá de ti. Hoy y durante tu vida, tienes tiempo, pero, llegado el momento se acabó tu tiempo y te habrás jugado tu vida. Un consejo puedo darte y es que dentro de ti está plantada esa semilla del bien. Supongo que alguien la habrá sembrado. 

Lo más inteligente es reflexionar sobre ello y ver si eso tiene algún sentido. Jesús ya lo ha anunciado e incluso ha dado su Vida. Lo de más dependerá de ti, es decir, confiar y creer en Él. Luego, puesto en sus Manos, Él hará lo que tú no puedes hacer, es decir, darte el don de la fe.

domingo, 1 de marzo de 2020

LUCHAS Y TENTACIONES DE CADA DÍA

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Mt 4,1-11
La conversión no es cosa de hoy para mañana. Es un proceso de maduración y para eso se necesita tiempo. Igual que la fruta nace verde y con el tiempo madura, la conversión es un lento proceso donde la fe se va gestando y la disponibilidad a creer y vivir según la Palabra de Dios va cambiando el corazón del hombre. Por lo tanto, es cosa de tiempo, de perseverancia y de ir poco a poco fiíndote de la acción del Espíritu Santo en ti.

El desierto representa el lugar o la etapa donde tus circunstancias y el acontecer de cada día van incidiendo en tu vida y modelando tu corazón. El desierto marca el tiempo necesario para que tu corazón madure, se suavice y se transforme en un corazón manso y humilde al estilo del de Jesús. Esos cuarentas dias con sus respectivas noches significan el tiempo necesario que tú corazón necesita para ablandarse y abrirse a la acción del Espíritu Santo. 

Significan que toda tu vida será una lucha contra las tentaciones que te asedian y tratan de seducirte cada día y contra las cuales te esfuerzas en resistir y ser fiel a la Palabra de Dios. Los cuarenta días con sus noches significan el tiempo necesario que necesitas para convertirte. Quizás toda tu vida, porque durante tu camino en este mundo tendrás que estar luchando contra el pecado y la tentación. Cada día representa una batalla que, si la afrontamos solos quedamos a merced del tentador, el diablo. 

Por eso es necesario nuestro bautizo, porque en él recibimos al mismo Espíritu Santo que acompañó a Jesús al desierto. Está, pues, claro que con Él resistiremos cada día las provocaciones y seducciones que el Maligno nos presenta y con las que nos tienta.

sábado, 29 de febrero de 2020

DONDE HAY QUE MIRAR: EL CORAZÓN

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Lc 5,27-32
Es verdad que la imagen dice mucho y que con frecuencia nos fijamos más en la imagen que en el interior de esa imagen. No es lo mejor, aún siendo importante, lo que se ve por fuera, es decir, la imagen que se da, sino lo que vive y se cuece en el interior de cada uno, en el corazón. Es sabido por todos que las intenciones que nacen en el corazón son las que marcan y definen a las personas.

Y a Jesús lo que le importa es lo que tu pienses desde tu corazón más de la imagen que tú das al exterior. Porque, es en el corazón donde realmente se ama y donde reside nuestra verdad y justicia. Y, a pesar de nuestras frivolidades, mentiras y actuaciones aparentes, la verdad que hay en nuestro corazón será la que emerge y perdure. Y el Señor sabe realmente qué hay dentro de cada uno de nosotros. Y sabía que Judas lo iba a traicionar - Jn 13, 26-28 - porque puede leer donde nadie puede leer, en la profundidad del corazón humano.

¿Cómo son nuestras relaciones con los demás? ¿Nos esforzamos más en mirar en el corazón y buenas intenciones de las personas más que en sus apariencias? Son preguntas a las que debemos dar respuesta desde la asistencia y auxilio del Espíritu Santo. Indudablemente que nos incomodan, pero es lo que nos iguala al Señor. Si queremos amar como Él nos ama debemos fijarnos más en el corazón de las personas que en sus apariencias.

viernes, 28 de febrero de 2020

DÍAS DE ALEGRÍAS Y DE AYUNO

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Hay momentos que la vida te sonríe y te sonríe porque experimentas un gozo y ánimo dentro de ti que te impulsa con alegría y gozo a compartir, a darte y servir a todos los que necesitan alivio, consuelo y compasión. Hay días que te sientes fuertes y lleno de la Gracia y presencia de Dios. Son días de alegrías y de fiesta; días de compartir y de vivir con gozo esa presencia de Dios.

Sin embargo, hay días oscuros, donde la vida y la esperanza se sienten heridas, desanimadas, debilitadas y sumidas en tinieblas que nos deprimen y nos entristece. Dudamos de la presencia de Dios y experimentamos su ausencia. Quizás necesitamos ayunar, fortalecernos en nuestra voluntad y remar contra corriente a pesar de nuestras flaquezas y debilidades.

Hay días o épocas que nos sentimos tocados por la pereza, la comodidad, las apetencias y sentimos como que nos alejamos de la solidaridad, el compartir y preocuparnos por los que lo pasan mal. Ponemos en el centro de nuestra vida nuestro individualismo, nuestro yo y sólo nos preocupa mi yo y mi vivir placentero. Necesitamos ayunar, romper nuestra dinámica de confort y acércanos al Jesús sufriente, misericordioso, solidario, partido para alivio de todos y lleno de compasión y amor. 

Pero, un ayuno más que reglado en normas y prácticas, centrado en el amor al prójimo. Un ayuno en actitud de disponibilidad hacia al que sufre, padece necesidades y necesita tu pan y tu calor. Es un ayuno más complicado y más verdadero, porque, la cuestión no es soltar unas monedas, rezar unas oraciones y cumplir con privarte de algún manjar, sino la de amar y solidarizarte con el compromiso de estar abierto a los problemas de los que padecen enfermedad, injusticias, pobreza...etc.