Lc 11,29-32 |
¿Que esperamos, algún signo o milagro para
creer? ¿Acaso merecemos que Jesús nos haga milagros o nos dé signos para que
creamos? ¿Qué méritos tenemos para recibir tan alto honor? ¿No se nos ha dado
todo gratuito? ¿Y, encima, exigimos derecho a ver el poder de Dios, del que
hemos recibido todo? Pues, nada se nos dará sino la Persona de Jesús, tal y
como ocurrió con los ninivitas con Jonás.
La realidad es que no merecemos nada y
menos la Misericordia de Dios. Jesús se niega a darnos más signos que el de su
propia Persona y su Palabra. Simplemente nos propone la Vida Eterna, esa vida
que, dentro de nosotros, palpita por ser feliz y gozar eternamente de esa
felicidad. Y, para eso nos propone con su Palabra y con sus Obras la propuesta
de su Padre: Nos ama y quiere compartir con todos su Vida Eterna plena de gozo
y felicidad. ¿Te apuntas? Deja en tus manos la decisión y para ello te ha dado
la capacidad de decidir por ti mismo.
Simplemente te pide tu confianza y tu fe
en Él. Te propone que te fíes de su Palabra, tal y como se fiaron los ninivitas
de Jonás que fue un signo para ellos. Y Jesús te pide que Él sea también el
Signo de la salvación para ti. El Único y verdadero Signo que salva y que
viene enviado por el Padre. Jesús es el Señor que nos anuncia la Buena Noticia
de Salvación y, para ello, entrega su Vida en la Cruz por la nuestra y Resucita
para Gloria de Dios.
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