Lc 5,27-32 |
Es verdad que la imagen dice mucho y que con frecuencia nos fijamos más en la imagen que en el interior de esa imagen. No es lo mejor, aún siendo importante, lo que se ve por fuera, es decir, la imagen que se da, sino lo que vive y se cuece en el interior de cada uno, en el corazón. Es sabido por todos que las intenciones que nacen en el corazón son las que marcan y definen a las personas.
Y a Jesús lo que le importa es lo que tu pienses desde tu corazón más de la imagen que tú das al exterior. Porque, es en el corazón donde realmente se ama y donde reside nuestra verdad y justicia. Y, a pesar de nuestras frivolidades, mentiras y actuaciones aparentes, la verdad que hay en nuestro corazón será la que emerge y perdure. Y el Señor sabe realmente qué hay dentro de cada uno de nosotros. Y sabía que Judas lo iba a traicionar - Jn 13, 26-28 - porque puede leer donde nadie puede leer, en la profundidad del corazón humano.
¿Cómo son nuestras relaciones con los demás? ¿Nos esforzamos más en mirar en el corazón y buenas intenciones de las personas más que en sus apariencias? Son preguntas a las que debemos dar respuesta desde la asistencia y auxilio del Espíritu Santo. Indudablemente que nos incomodan, pero es lo que nos iguala al Señor. Si queremos amar como Él nos ama debemos fijarnos más en el corazón de las personas que en sus apariencias.
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