martes, 5 de octubre de 2021

LA CLAVE: PERMANECER EN EL SEÑOR

 

Todos necesitamos pedir y también buscar. Nos pasamos toda nuestra vida buscando y, en consecuencia, llamando y pidiendo todo lo que necesitamos para sostenernos en pie y buscar, seguir buscando. La perseverancia en buscar nace de la inquietud que tengamos sembrada en nuestro corazón. Diría que tenemos mucha necesidad de sembrar esa semilla de búsqueda constante en nuestro propio corazón. Porque, es a partir de ahí donde encontraremos esa imperiosa necesidad de pedir y llamar para que esa búsqueda sea fructuosa y abundante.

El efecto contrario sería pararnos, instalarnos en la pasividad de, cruzados de brazos, esperar que todo nos sea dado, regalado y venido como llovido del Cielo. Si, bien es verdad, y eso no debemos de olvidarlo, más tenerlo muy presente, todo es regalo de nuestro Padre Dios. Posiblemente, nuestras insistencias, nuestras búsquedas, llamadas y pedidos serán como la obediencia a nuestra fe. Serán los signos y señales con los que manifestamos visiblemente nuestra respuesta a nuestro Padre Dios.

Todo nos viene de Él, y no por méritos nuestro, sino por su Amor Misericordioso gratuito y misterioso, que nunca entenderemos. Pero, nuestro Padre Dios ha querido que, al darnos libertad para elegir, se lo pidamos haciendo visible nuestra aceptación de ser sus hijos y de reconocerle como Padre. Y eso nos exige a pedir, llamar y buscar. Lo mismo que hacemos desde pequeños con nuestros padres de este mundo.

De modo que, Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!

lunes, 4 de octubre de 2021

PRÓXIMO O CERCANO, ESE ES TU PRÓJIMO.

Lc 10,25-37

No se trata simplemente de cumplir y hacer, sino de ver quien está necesitado y ayudarle. Bien, es verdad que hay muchos necesitados que no se dejan ayudar y rechazan todo acercamiento y disponibilidad a ser ayudados, pero, si quieres estar cerca de Dios no te quedes simplemente en el amor a Él, sino prolonga ese amor al más cercano y necesitado que está a tu lado. 

Porque, tu prójimo es ese, el que te necesita y puedes ayudarle. Hoy vivimos la época de la comunicación y, a través de los medios tecnológicos podemos estar comunicados con todo el mundo. Podríamos llegar a decir, de alguna manera, que todos los que están necesitados de este mundo son nuestros prójimos. Y es que hoy, aunque no forma presencial, pero si muy efectiva, podemos todos ayudarnos. Ejemplos muchos, pero, por citar alguno actual, nombraría la erupción volcánica de la Palma.

La parábola lo deja claro, aquellos, sacerdote y levita, vieron a herido, pero no se pararon a socorrerle, sino que justificándose miraron para otro lugar y marcharon a su compromiso dejando su verdadero compromiso: amar al prójimo como a ti mismo. Y es que nos equivocamos cuando queremos elegir a nuestro prójimo, porque, nuestro prójimo no nos es dado, sino que se presenta en nuestra vida de muchas formas. Puede ser aquel que necesita un consejo; aquel que necesita ser escuchado; aquel que está confundido, solo e inquieto y necesita ser dirigido, empujado, animado. Pueden ser muchos que buscan y necesitan ayuda. 

Porque, los pobres y necesitados - prójimos - no son aquellos  que cumplen esa premisa, sino los que, siéndolos, se abren y se dejan ayudar. Son los que permiten que tu disponibilidad, tu amor entre en el suyo y aceptan esa ayuda que tú aceptas darle. Son los que se acercan en actitud necesitada y abierta o permiten y dejan que seas tú quien se acerque a él.

domingo, 3 de octubre de 2021

COMO NIÑOS

Mc 10,2-16

Juventud, divino tesoro. Nuestra experiencia nos dice que los niños son limpios, puros, soñadores e ilusionados y cargados de buenas intenciones. Tienen buenos principios, son solidarios, compasivos y buenos. Inocentes e indefensos y se protegen en sus padres. Son criaturas de Dios que en la medida que crecen y maduran no lo hacen de acuerdo con la Voluntad de Dios. Tendríamos que preguntarnos, ¿qué sucede en ese paso de niño a joven, y de joven a adulto?

Es evidente que algo ocurre dentro de nosotros que nos hace mal y nos desvía de la ruta que tenemos sellada en nuestros corazones. Posiblemente, junto a la buena semilla sembrada en nuestros corazones, crece la mala hierba - el pecado -  que el demonio ha sembrado. Y nuestro crecer y madurar se ve amenazado y tentado por esa mala hierba que nos ahoga, nos arrastra y nos transforma.

El cansancio del camino, el polvo que nos incomoda, la rutina de siempre lo mismo y la indiferencia que se va apoderando de nuestra alma terminan por agotar y paralizar nuestras inquietudes e ilusiones que traíamos desde nuestra infancia y juventud, y nos retiramos a descansar en las seducciones de este mundo. Abrimos la puerta ancha y pasamos a caminar de forma más despreocupada e indiferente a la presencia de Dios en nosotros. Y, en consecuencia, nuestro corazón se endurece y se individualiza egoístamente.

Con un corazón  endurecido e irreconciliable la semilla del divorcio hace presencia. El fruto del amor se ha podrido y buscamos, no el amor ágape, sino el placer, el gozo y nuestras propias satisfacciones. No se busca el compartir y la unidad, sino la propia satisfacción individual. Y nace esa soledad contraria a la propia esencia del ser humano, que es unidad, compartir, amor. Porque, desde el principio el hombre y la mujer fueron creados para unirse y amarse y, en consecuencia, procrearse. La familia, la célula de la sociedad. Y esa familia, de donde nace la sociedad,  necesita compromiso y unidad.

sábado, 2 de octubre de 2021

ENTRE LOS MÁS PEQUEÑOS

Mt 18,1-5.10

Ser humilde significa estar entre los más pequeños. Es esperar siempre para el último puesto en actitud de obediencia y de servicio. Pero, es también a oponerse al crecimiento de ser más fuerte, más poderoso y más importante para gobernar y mandar, quizás sin la actitud de servir sino que le sirvan. Porque, ese no es el crecimiento que Jesús quiere ni el que le gusta.

Jesús nos ha dicho que ha venido a servir, no a ser servido - Mt 20-28 - y quien quiera ser primero que busque el último lugar, es decir, el de servir. La pregunta que suscita nuestra conciencia es: ¿Queremos mandar, tener poder, dinero y bienes? ¿Queremos ser fuertes, poderosos y los primeros? La respuesta es bien clara, nos la da Jesús: (Mt 18,1-5.10): En una ocasión se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: « ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como...

Queda muy claro, ser como niño implica tener un corazón limpio, inocente, puro, obediente, indefenso y sin exigencias y derechos. Significa se pequeño y poner todas tus esperanzas en tu padre. Así son los niños, confían y ponen todas sus esperanzas en su padre. Ahora, con respecto a nuestro Padre Dios, ¿pensamos y actuamos nosotros de esa manera y con esa intención? ¿Damos la mano y nos asimos a nuestro Padre del Cielo confiando en su Bondad, Misericordia y Amor?

viernes, 1 de octubre de 2021

¿Y YO, DOY RESPUESTA A TODO LO RECIBIDO?

 

Posiblemente porque no nos damos cuenta y porque no  lo hemos meditado serenamente y seriamente. ¿De dónde me viene todo lo que tengo? ¿Quién me ha dado la vida y todo lo que tengo? Es posible que yo haya contribuido con mi obediencia, mi esfuerzo y trabajo, pero, ¿podía haberlo hecho yo solo? La pregunta es categórica y suficientemente clara. Todo te ha sido dado con una misión y finalidad.

Y, la realidad es que no somos conscientes ni de lo que tenemos ni de lo que hemos recibido. Creo y estoy convencido que no soy consciente de todo lo que me ha sido regalado y puesto en mis manos para que lo comparta y lo ofrezca - desinteresadamente - a los que lo necesiten. Es decir, a los más necesitados y pobres que quieran recogerlo y aceptarlo. Porque, dicho sea de paso, hay muchos - pobres y excluidos - que no quieren aceptar nada e incluso rechazan lo ofrecido con buena voluntad e intención y gratuitamente. 

Precisamente, el Evangelio de hoy nos pone varios ejemplos, Corazín, Betsaida, Cafarnaúm, de los que Jesús se lamenta por no haber correspondido tras realizarse muchos milagros en ellas. Pero, eso nos traslada a hoy, a nuestro presente y a nuestra realidad. ¿Damos respuesta nosotros a todo lo que Dios, nuestro Padre, ha realizado en nosotros? 

Es posible que muchos se quejen y hasta, aparentemente, tengan razones para hacerlo. La vida, sus situaciones, incluso familiares y de orden político y económico les han maltratado y sufren. Es el caso de Tiro y Sidón, que siendo menos agraciadas tendrán un trato con menos rigor. Dios impartirá justicia y, sea cual sea nuestra situación no perdamos nunca la esperanza de que Dios es nuestro Padre, conoce nuestra situación y nos escucha. Si estamos con Él y estará con nosotros. Y nuestras cruces y sufrimientos se convertirán en alegrías y felicidad eterna.

jueves, 30 de septiembre de 2021

LLAMADOS A PREPARAR EL CAMINO

Lc 10,1-12

Simplemente enviados. Enviados no a convertir sino, simplemente, a preparar el camino. A anunciar que Jesús, encarnado en naturaleza humana y enviado por el Padre, está entre nosotros. Él - el Reino de Dios - nos anuncia su llegada y nos revela de parte de su Padre, su Infinito Amor a cada uno de nosotros. Y en eso consiste nuestro preparar el camino al Señor.

Porque, Él es el Camino y nosotros simples obreros que preparamos el camino anunciando la venida del Señor, la Buena Noticia de Salvación. Igual que Juan - aunque nunca a su altura - somos enviados a allanar y preparar el camino para que, luego, el Señor active en nuestro corazón ese Amor que, desde el instante de nuestra creación, ha sido sellado a fuego en cada uno de nosotros.

Porque, es Xto. Jesús el único que realmente Salva. Es Él el que nos da la vida con su Palabra y Fortaleza para convertir nuestro corazón en un corazón manos, suave, humilde y disponible al amor. Sí, desde el instante que nuestro corazón empezó a latir dentro del vientre de nuestras madres, hemos sido enviados a anunciar a Buena Noticia. Y, en la hora de nuestro bautismo, hemos recibido al Espíritu Santo para acompañarnos y fortalecernos en la misión que hemos recibido.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

VIVIR EN LA PRESENCIA DE DIOS

 

Dios no nos ha creado para olvidarse de nosotros. Como buen Padre nos cuida y nos protege. Se ha comprometido voluntariamente por amor. Y su Amor es un compromiso que nos lo manifiesta en cada momento e instante de nuestra vida. Nos cuida, nos sigue con su Mirada y, con sus ángeles, nos protege de todo peligro. Sobre todo del peligro de alejarnos de su presencia olvidándonos de Él y priorizando las cosas de este mundo. Nos ha creado por amor y para que seamos felices, no solo unos por años en este mundo, sino para Siempre - eternamente - en su Reino y junto a Él.

Como ocurrió con Natanael, según nos habla hoy el Evangelio, nuestro Padre Dios nos conoce y sabe como respira nuestro corazón y sus más profundos secretos. Y, lo sabe, porque nos ama y quiere nuestra plena felicidad. Por tanto, como niños debemos corresponderle fiándonos de su Palabra y de sus gestos de amor. Nuestra respuesta debe ser como la de un niño respecto a su padre. Confiado y dejado de su Mano Misericordiosa.

Tengamos plena confianza en Dios, nuestro Padre. Primero, porque es nuestro Padre. Y, segundo, porque nos ha dado sobradas muestras de su Amor Misericordioso en su Hijo predilecto Jesús. Y, sepamos, que en Él estaremos siempre protegidos y seguros, a pesar de los peligros y amenazas que nos acechan en este mundo. Dios nuestra Padre, envía a sus ángeles a que nos cuiden y protejan porque, su principal preocupación somos nosotros, sus hijos. Dios nuestro Padre es un Padre amoroso y el Amor siempre triunfa.