martes, 22 de septiembre de 2020

UNA NUEVA FAMILIA

 

 Es cierto que Jesús nace en una familia. Necesita el calor de un padre y una madre y un hogar estable para crecer y madurar. La familia es la célula de la sociedad, y, Jesús, nace en una de tantas familias de su época donde transcurre sus primeros treinta años aproximadamente. Una familia sencilla y humilde en la que su padre adoptivo, José, desarrolla el oficio de carpintero para ganarse el sustento de cada día.

Sin embargo, la misión de Jesús no es quedarse en esa familia, sino la de formar una Nueva Familia, la Familia de los hijos de su Padre Dios, por y para lo que ha sido enviado a este mundo. Y eso Buena Noticia empieza a decírnosla en el Evangelio de hoy: (Lc 8,19-21): En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen». 

Y así es. La Nueva Familia de Jesús son todos aquellos que cumplen la Voluntad de Dios. Y, por supuesto, con estas Palabras de Jesús - mi madre y mis hermanos... - viene a descubrir que tanto su Padre adoptivo, como su Madre cumplen con la Voluntad de su Padre del Cielo. Ambos han dejado su voluntad, sus ideas, sus proyectos para asumir y aceptar la Voluntad de Dios.

Ahora, nosotros podemos preguntarnos, ¿también ponemos nosotros primero en nuestra vida la Voluntad de Dios? ¿Y cuál es su Voluntad? ¿No nos lo dice Jesús en repetidas veces? Se trata, pues, de amar y amar.

lunes, 21 de septiembre de 2020

¿LIBERTAD O ESCLAVITUD'

(Mt 9,9-13

En el fondo, aunque sabemos que no somos libres, seguimos pensando que los somos, porque podemos elegir y hacer lo que, aparentemente, nos venga en ganas. Sin embargo, la experiencia nos dice que esa no es la realidad y que no hacemos lo que pensamos que debemos hacer y de la manera que debemos actuar. En el fondo conocemos lo que está bien y lo que no lo está. Es decir, sabemos cuando estamos en pecado porque nuestra conciencia nos lo descubre.

En muchos momentos hemos experimentados situaciones que nos descubren lo débil de nuestra voluntad y, reconociendo que debemos actuar en verdad y justicia, actuamos de forma diferente y bajo la mentira y la injusticia. Es decir, miramos por nuestro propio interés y egoísmo. Nos viene al corazón una pregunta: ¿En realidad somos libres o esclavos? Porque, nos damos cuenta que, no queriendo, experimentamos que no podemos resistirnos a nuestras propias apetencias y egoísmos.

Y, abundando en esta experiencia concluimos que solo la Verdad nos hará libres. Libres para decidir hacer el bien, vivir en la verdad y ser generosos, honrados y misericordiosos, resistiéndonos a la maldad, la mentira y las injusticias que buscan y persiguen someternos y alejarnos del Señor.

domingo, 20 de septiembre de 2020

DERECHOS O MISERICORDIA

Mt 20,1-16


Nuestra idea de justicia está muy lejos de la de Dios. Mientras nosotros pensamos, a más méritos, más recompensa; a más tiempo y obras, mayor salario. Nuestra razón no alcanza a entender las razones de Dios, y mientras a nosotros nos parece que el tiempo, la cantidad y las obras son directamente proporcionales a los salarios o recompensas, con Dios no funciona así.

En la parábola que Jesús nos cuenta hoy, una hora para el Señor de la Viña puede ser suficiente para recompensarle con el salario de una jornada completa. Al parecer es el tiempo ni las muchas obras lo que premia el Señor, sino la disponibilidad, la buena intención y la actitud del corazón. Sorprende, pues, desde la razón humana, que a los últimos de esta parábola, el Señor de la Viña les pague lo mismo que a los que han trabajado todo el día. No entra en nuestras cabezas esa forma de establecer derechos y justicia.

Pero, ¿olvidamos que el Señor de la Viña, no solo nos da el trabajo sino que también es Señor del tiempo, la vida y todas nuestras obras? Por Él somos y existimos y, aunque nos ha regalado también la libertad para elegir ir, hacer y obedecer, Quizás, esa sea, aunque es también un regalo de su Amor e Infinita Misericordia, la alternativa a responderle o rechazarle.

De cualquier modo, para el Señor de la Viña, no cuentan ni las obras, ni las horas de trabajo como lo verdaderamente importante, Él solo nos pide la entrega de nuestra libertad, recibida gratuitamente, porque todo lo demás corre por su cuenta, es decir, son añadiduras que el Señor nos regala a nuestra respuesta de corazón de acudir a su llamada. ¿Acaso no nos damos cuenta que el Señor sale cada día a invitarnos a su Viña para que, auxiliados y asistidos por el Espíritu Santo, demos los frutos que a cada uno corresponde dar al amor que Él nos da?

sábado, 19 de septiembre de 2020

LA SIEMBRA DE TU VIDA

 Lc 8,4-15

 

Quieras o no, tu vida es una siembra, porque, en tu camino irás dejando la huella de tu vivir y los hechos con los que vas construyendo tu vida. Esa es tu siembra y de ella obtendrás los frutos que, en tu camino y con el tiempo, la tierra de tu corazón va produciendo. Ni que decir tiene que, la calidad de esos frutos dependerá del amor con el que se haya ido cultivando.

Posiblemente, muchas de tus pequeñas semillas no caerán en la tierra que tú deseas y, arrastradas al camino serán pacto de las pisadas de los que por allí pasan y de la comidas de los pájaros. Son semillas fugaces que de la misma manera que caen en la tierra, son devoradas por las palabras que se lleva el viento enviado por el diablo. Otras, quedarán atrapadas entre pedrusco que le impedirán crecer y desarrollarse, y, aunque por algún tiempo creen y se entusiasman, pronto terminaran desencarnadas y sin raíces que les impedirán crecer y dar frutos. También están aquellas que, crecidas entre zarzales escuchan la Palabra, pero, seducidos por los afanes, ambiciones y placeres del mundo, terminan abandonando.

Por último, están aquellas semillas que caen en tierra buena y hunden sus raíces en la profundidad de sus corazones hasta fortalecidas con la Gracia de Dios, mueren y dan frutos. Abundantes frutos buenos que perseveran hasta entregar sus vidas. Ahora, la cuestión es preguntarnos, ¿dónde han caído las semillas que, a lo largo de mi vida, he ido sembrando durante mi camino?

Responder a esa pregunta irá clarificando la siembra de mis semillas y los frutos que he dado. Bien está confesar que soy consciente de que muchas de mis semillas han caído a la orilla del camino; otras entre pedruscos y zarzales y, quizás las menos en tierra buena. Ese es mi propósito, esforzarme en que las semillas que restan a mi vida vayan cayendo en tierra buena y dando buenos frutos.

viernes, 18 de septiembre de 2020

EL PAPEL DE LA MUJER

Lc 8,1-3)
Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Por tanto, el hombre y la mujer se complementan para formar entre los dos la imagen de Dios. Un Dios que se manifiesta como hombre y mujer, porque es Padre y Madre. Así lo dibujó Rembrandt en su cuadro, mostrando la diferencia entre sus manos y distinguiendo claramente una mano femenina de otra masculina.
 
La Iglesia es realmente Iglesia cuando en ella se cobija la familia. No obstante la Iglesia es la reunión de familias en torno al altar Eucarístico, dando así lugar a la reunión de la gran reunión o comunidad cristiana. Y dentro de esa reunión de pequeñas comunidades domésticas, la mujer ocupa un lugar predominante y central. Se ha dicho que la mujer es el centro de la familia, y no solo se dice, sino que se experimenta y comprueba que así lo es.

Posiblemente, los tiempos que corren están descentrando el valor fundamental de la mujer en la familia, que no está reñido con su rol social y, también necesario. Jesús ha querido constituir su Iglesia en torno a la familia. Familia que el formó con su Madre y  Padre adoptivo José. Familia que se extiende a todos aquellos que cumplen la Voluntad de Dios, porque, solo cumpliendo la Voluntad de Dios encontraremos el Camino, la Verdad y la Vida que, precisamente, Él que lo es, nos señala.

Y la mujer tiene un papel muy importante. Así nos lo ha transmitido Jesús que se hizo acompañar, tal como nos dice el Evangelio de hoy, por muchas mujeres: En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido...
 
Jesús rompe una tradición sobre la mujer y la hace partícipe de su misión dándoles misiones importantes en momentos puntuales de su misión. Solo hay que ver que la puerta por donde Jesús viene a este mundo es María, su Madre, y mujer bendita entre todas las mujeres.

jueves, 17 de septiembre de 2020

A MÁS AMOR, MÁS PERDÓN

Lucas 7, 36-50 - ParroquiaWeb | Evangelio del dia, Evangelio, Perfume de  mujer
Es la lógica humana, cuanto más amas, más misericordia y, por supuesto, perdón, alcanzas. Pero, también es la lógica Divina. Nos lo dice Jesús en el Evangelio de hoy: (Lc 7,36-50): En aquel tiempo, un fariseo rogó a Jesús que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose...

La realidad es que cuando descubres el amor verdadero experimentas que no es posesivo sino todo lo contrario, libre. El amor es libre, porque, de no serlo, sería, no amor sino egoísmo. Y su mayor deseo y aspiración es el bien del ser amado., hasta el punto de llegar al extremo de dar su vida por él. Su aspiración máxima es conseguir la felicidad del ser amado. Es entonces cuando tu vida cambia y te sientes feliz pensando y dándote para la felicidad del ser amado.

¿Comprendes entonces lo que puede suceder cuando te encuentras verdaderamente con Jesús? Te lo puedes explicar en todo aquellos, desde María hasta el último que tú conozcas que se han encontrado con Él. En todos hay un denominador común, sus vidas han cambiado y todo ha quedado en un segundo plano. Él, el Señor, es lo primero y lo único amado y, todo lo demás, queda supeditado a Él.

Aquella mujer pecadora, de la que Jesús habla en el Evangelio, es muestra y ejemplo de lo que queremos transmitir y significar. Ella, experimentándose libre por el Amor Misericordioso de Jesús, le manifiesta su agradecimiento pleno y su disponibilidad de entregarse a corresponder, con ese mismo amor, en aras del bien, la verdad y la justicia. Un amor que se concreta en buscar la verdad que nos brinda paz y felicidad.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

FIRMES EN NUESTRAS IDEAS

Jesús era #amigo de los que estaban mal vistos por la sociedad. Jesús  brinda su amistad a TODOS no juzga . O… | Juzgar a los demas, Quien es  jesus, Evangelio de hoy
Es posible que tengamos fe, pero no estamos dispuestos a movernos de nuestras ideas ni un ápice. Nos proponen otras alternativas y no respondemos y nos mantenemos firmes en las nuestras. Jesús, en el Evangelio de hoy nos pone varios ejemplos con los que denuncia y pone al descubierto nuestra actitud recalcitrante: (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: « ¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la...

Tener fe exige vaciarnos de nuestras ideas para, limpios de toda influencia, dejar entrar las que nos propone Jesús, la Luz que nos ilumina, Porque, Él nos propone y anuncia la Buena Noticia que nos salva. Por tanto, la cuestión no consiste en confesar la fe, sino vivirla en el día a día de nuestros compromisos y responsabilidades en la familia, el trabajo y en nuestras relaciones sociales de cada día.

Ahora, nos preguntamos, ¿respondemos nosotros a esas exigencias de nuestra fe? Porque, invitaciones no nos faltan tal y como Jesús nos ha señalado en el Evangelio. La Buena Noticia ha sido anunciada y corresponde a cada uno reflexionarla interiormente y dar una respuesta coherente a la propuesta a nuestra fe. No se trata, pues, de decir sí, sino de responder con nuestra participación y compromiso a vivir nuestra fe en cada instante de nuestra vida.