jueves, 23 de octubre de 2025

UNA NOTICIA DISRUPTIVA

Lc 12, 49-53
  Estoy enfadado y no puedo aceptar que perdones esas ofensas que te han hecho tus primos. La dignidad de nuestra familia por encima de todo. Esa actitud tuya es inaceptable entre los Bermejos. Así que no se hable más.

   Magdalena agachó la cabeza. Con sus manos entrelazadas, oraba en silencio. Su corazón había perdonado a sus primos, aunque su padre se oponía.  
    «¿Cómo iba a rezar el Padrenuestro si no perdonaba?» —dejó escapar de sus labios como un murmullo. «¡Tendría que romper con lo que Jesús le decía en el Evangelio! Y ella quería ser su amiga y seguir sus enseñanzas».

    Aquella tarde, Federico, pasó por la tertulia. Todavía le duraba la rabieta que había tenido con su hija. Y con cara de pocos amigos se sentó en la terraza y, señalando a Santiago, pidió un café.

    —Buenas tardes, amigo Federico, tanto tiempo sin venir por aquí —le saludó Santiago con una gran sonrisa.
   —Sí, a veces se enreda la vida e interrumpe tus costumbres. Hoy he tenido algo de tiempo y, sobre todo, necesidad de compartir ciertos problemas que me tienen malhumorado.
  —¡Hombre!, sabes que la terraza es un buen lugar para compartir y encontrar luz y solución, o al menos fortaleza y paciencia para soportar estos contratiempos que nos trae la vida.
   —Por eso estoy aquí —respondió Federico.
  —¡Mira! —exclamó Santiago—, por allí viene Manuel, y puede ser una luz que nos ayude a ver mejor el problema.
   —Con esa esperanza he venido, —dijo Federico, con cara complaciente.
   —Buenas tardes, ¿qué tal Federico, cómo andas?
   —Bien, aunque con alguna rabieta de vez en cuando.
  —¡Me alegro de verte! Las rabietas forman parte de la vida. Son pruebas que nos pone el amor para comprobar nuestra fidelidad.
  —Puede que así sea —respondió Federico, pero hay algunas que nos sobrepasan.
  —Todas, porque de no ser así no serían pruebas. Y bien, ¿qué rabieta te tiene preocupado?
  —Se trata de mi hija. Ha sido ofendida por sus primas en una discusión familiar, y ella está empeñada en perdonarle. Yo, en cambio, le digo que tiene que recriminarles y obligarles a que le pidan perdón. ¿Tú qué piensas?
  —La vida del cristiano es disruptiva y, precisamente, esas pruebas de las que hablamos son las que nos obligan a romper con nuestros razonamientos y criterios. Jesús nos lo dice en Lc 12, 49-53: He venido a prender fuego a la tierra … Nos habla de esos conflictos a los que tenemos que responder con mansedumbre y misericordia.
  —Sí, estoy de acuerdo —dijo Federico. Pero …
  —No hay peros que valga — le interrumpió Manuel. La respuesta es el Padrenuestro, y no hay otro camino.
   —Es lo que le oí a mi hija decir: ¿Cómo voy a rezar el Padrenuestro si no estoy dispuesta a perdonar?
 
  Todos agacharon la cabeza. Magdalena había regado la tertulia con su humildad y su misericordia de una atmósfera de amor y perdón. Y, Federico, su padre, había comprendido que las diferencias y la unidad solo pueden resolverse con amor. Un amor misericordioso.

  La Buena Noticia de Jesús es disruptiva. Rompe cadenas de injusticia, delata corrupciones ocultas, derrumba estructuras de desigualdad, cuestionas percepciones que vulneran y marginan … Y, al final, cuando se acoge en el corazón, siembra la paz.

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