jueves, 4 de agosto de 2016

¿QUIÉN ES JESUCRISTO PARA TI?

(Mt 16,13-23)

Ocurre que no tenemos ninguna dificultad en manifestar que Jesucristo es el Hijo de Dios Vivo, pero otra cosa muy distinta es creérnoslo. Porque la fe se ve con los pasos de tu propia vida y con la huella que vas dejando al caminar. Y eso, en muchos casos, no coincide con lo que se dice. Se proclama una cosa, pero se vive otra.

Hoy, Jesús quiere comprobar lo que realmente piensan sus discípulos y les hace esa pregunta: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». 

Desde ese momento, Pedro, queda configurado como Primado de la Iglesia con poder para atar y desatar según la Voluntad del Señor. Y desde ese momento todos los sucesores de Pedro heredan ese mandato de Jesús, que hoy recae en nuestro querido Papa Francisco. 

Pero, lo importante es dar respuesta a esa pregunta que Jesús hizo a los apóstoles desde nosotros mismos. ¿Quién decimos nosotros que es Jesucristo? Y si esa respuesta está dispuesta a seguirle hasta la Cruz, tal y como Él nos nos descubre: Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

¿Estamos nosotros en la misma actitud que Pedro, que no estaba de acuerdo? ¿Pensamos nosotros como los hombres de este mundo para los que el éxito se fundamente en la fuerza y el poder? ¿O, por el contrario nos fiamos del Señor y somos dóciles a sus mandatos?

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