Supongo, eso me parece,
y fue la primer idea que vino a mi pensamiento tras leer el Evangelio, que cuando
te reconoces descubierto, lo inmediato es reconocerlo y sentir arrepentimiento.
Lo segundo, mal camino, es no reconocerlo y rebelarte tratando incluso de matar
a quien te ha descubierto. Y eso dice el Evangelio: (Mt 21,33-43.45-46): … Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír
sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de
detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.
Señor Jesucristo,
ten misericordia de mí porque soy un pecador. Esa es la confesión y el
reconocimiento de quien acepta su condición pecadora, la reconoce y confía en
la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios. Es la inmediata respuesta para
descubrirme pecador, culpable y responsable de mis pecados y, por tanto, de haber
contribuido a que Jesús, el Hijo de Dios Vivo, entregara su Vida para redimirme
de mis pecados.
Supongo y pienso
que la respuesta inmediata al saberme pecador no se corresponde con la de
atacar a quien me delata y menos detenerle para acabar con Él. Supongo que lo
bueno y correcto es darme cuenta de mi pequeñez, de mi pobreza y debilidades y
confesarme pecador acogiéndome a la gratuita misericordia de nuestro Padre
Dios.
Tengo y debo reconocer que nosotros somos así: pecadores que no damos los frutos a su debido tiempo. Pero, también, por la Infinita Misericordia de Dios, nuestro Padre, reconozco y confieso que quiero acogerme a su Infinita Misericordia y arrepentirme de mis pecados reconociendo que es el Hijo quien ha venido a anunciarme el Amor Misericordioso del Padre y a quien debo ofrecerle y darle mis frutos de amor y misericordia tal y como los recibos de Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.