Hay muchos Lázaros
que siguen vivos y a tu lado, y se repite la misma historia que ese rico epulón
de la parábola que nos cuenta Jesús. Nos piden una limosna, llaman nuestra
atención pero no queremos verlos. Ni siquiera si se nos aparecieran resucitados
y de la misma forma. Volveríamos a rechazarlo. Es cuestión de creer y fiarse de
la Palabra de Dios (Moisés y los Profetas para los de aquella época).
No esperes a tener
un Lázaro a la puerta de tu corazón. ¡Abre los ojos míralos, hay muchos!
Posiblemente alguno, quizás el que te corresponde, te llama, te tiende su mano,
te pide una palabra, una atención o una limosna. ¿No crees que el mundo estaría
mejor si muchos lázaros fuesen atendidos? Descubrir ese Lázaro que llama a la
puerta de tu corazón es despertar a la fe y creer en la Palabra de Dios.
De cualquier
manera todavía, muchos, estamos a tiempo. A tiempo de tender la mano a quien pasa
por nuestra vida y nos tiende la mano pidiéndonos ayuda, consejo, amistad,
compañía, una sonrisa …etc. Ese a quien quizás nos quieras ver es ese
resucitado que se te aparece y que tú reclamas pero tu mirada esconde y no
quiere verle.
Por tanto, abre los ojos y, sobre todo, tu corazón y mira a quienes tienes a tu lado. Obsérvalos y míralos con humildad, mansedumbre, solidaridad y misericordia y, en la medida de tus posibilidades date y ofréceles tu servicio. Recuerda, ¡quizás haya muchos lázaros a tu lado y no quieres verlos!
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