| Lc 1, 57-66 |
La noticia que llegaba
hablaba de algo que presagiaba paz, justicia y verdad. Se intuía que los
tiempos iban a cambiar para bien, impulsados por esa voz tan esperada.
Con esta alegría Felipe
se acercó a la terraza de Santiago.
Felipe, eufórico y excitado,
y con gran entusiasmo, dijo:
—¡Ahora parece que va en
serio, el pueblo está emocionado y con mucha pasión.
Pedro, con cierta
indiferencia y quitándole hierro a la cosa, dijo:
—Son cosas del momento.
Pasado el viento, las aguas vuelven a su sitio.
Fue entonces cuando
Manuel se puso en pie, puso su Biblia en alto y dijo:
—Estas cosas ya han
pasado anteriormente. En el evangelio de Lucas 1, 57-66, se narra el nacimiento
de Juan Bautista, cómo le fue puesto el nombre de Juan y todo lo que supuso lo misterioso
de su nacimiento.
Dejo de hablar, hizo una
pausa y observó qué pasaba a su alrededor. Al comprobar que le escuchaban
atentamente, prosiguió:
—Al final, termina el
evangelio diciendo: Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.
Muchos, entre ellos
Pedro, quedaron impactados por los signos que rodeaban el nacimiento de Juan,
narrados en el evangelio, que de algún modo indicaban que había sido tocado por
la mano de Dios.
¿Nos quiere decir el
Señor también a nosotros algo con los signos que suceden ahora en nuestro
tiempo?
¿ Sabemos leer los signos
de Dios hoy, o los dejamos pasar como un rumor más?
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