viernes, 26 de diciembre de 2025

SEGUIR A JESÚS

Mt 10, 17-22

   El identificarte como cristiano nunca ha sido bien acogido en muchas partes del mundo. Hay lugares en los que el declararte cristiano representa una amenaza, incluso de muerte.

  El tema de la tertulia versaba sobre eso. Muchos se escandalizaban por esas violentas persecuciones a los cristianos. En estas réplicas y contrarréplicas, Pedro alzó la voz.

    —Siempre ha sido así. Desde el principio se le negó la acogida a Jesús. Hoy celebramos su nacimiento desde un pesebre. Nadie le abrió la puerta de su casa.
   —Tienes mucha razón —dijo Manuel—, el mensaje de Jesús se abre paso en medio de conflictos, incomprensiones y violencias, que no hay nada idílico en un Belén marcado por la expulsión, el pesebre y el frío.

    Entonces, Pedro, convencido de que estaba en lo cierto, agregó:

    —Tengamos en cuenta que vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron.

    Con la paciencia y suavidad que le caracterizaba, Manuel lentamente abrió su Biblia y leyó:

    —Sin embargo, en medio del rechazo, la claridad de la mirada de Esteban y la confianza en su Señor son un testimonio que arrastra y mueve a un seguimiento fiel del Maestro.

    Levantando su Biblia con su mano, dijo:

    —En Mateo 10, 17-22, Jesús dijo a sus apóstoles: «¡Cuidado con la gente!, porque les entregarán a los tribunales, les azotarán en las sinagogas y les harán…

    Al terminar de leer, miró para todos y concluyó:

    —Termina diciendo: «Serán odiados por todos a causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el final se salvará».

    Todos comprendieron que realmente se puede morir así —Esteban era el primer testimonio— cuando se ha descubierto una vida que colma por dentro de sentido, dignidad y esperanza.

    Había un sentimiento que envolvía el convencimiento de que vale la pena tener a Cristo como Señor de nuestras vidas.

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